Uno de los puntos de cualquier programa o grupo de programas de radio o tele es.... supongo que tendrá un nombre oficial... yo lo llamaré: "la creación de personajes".
No es fácil y no siempre funciona.
Un presentador que actúa como amo de pista no llega a todos lados y necesita a otros, denominados "colaboradores" o "expertos", a veces "tertulianos". El caso es que unos cuantos espectadores... ¿ven el programa por el contenido, por la temática general o por ver qué harán o dirán o cómo la liarán los colaboradores?
Carlos Fuentes "el cura de la tele" hace años que domina ese asunto. Ya lo hacía en la tele local. Tiene un montón de personajes, que no digo que sean falsos, digo que actúan con tal o cual papel. Es un caso excepcional, porque él sí puede estar en todos lados, o casi.
Si nos vamos a 1996 o a 1998, los programas consecutivos Moros y Cristianos y luego Crónicas Marcianas (el programa de mayor audiencia que "yo no veía"*1000000) estaban montados por un nutrido grupo de personajes que la liaban siempre que podían.
En parte, el estilo deriva en muchos otros... esos personajes pueden irse a otros programas, pero actúan mejor con su amo de pista.
No se circunscriben ni a un programa ni a una temporada.
Seguramente el caso más funcional es el de Sálvame. Todos los que participan saben que no importa lo que se diga. Aunque el presentador Jorge Javier Vázquez (y los demás que salen entre semana) se desgañite diciendo que es todo un teatro, cosa que ya hizo Xavier Sardà en Crónicas Marcianas, los teleespectadores prefieren creer que es verdad, que uno está enfadado con la otra, que un tercero está muy enfermito y que otra, pobre, ya no tiene dinero. La narración continúa como en un culebrón con narrativa Marvel hasta que se olvida la trama y comienza otra. Hipnotizante.
Si nos vamos a Cuarto Milenio... consiguieron crear un gran plantel de personajes tras 15 temporadas. Era un programa que se pasó años quemando sin parar cosas que podrían haber estado bien, historias de fantasmas o de ovnis. Plim plam y a otra cosa. Pero llegó un momento, o sería que ya lo que daban en los demás sitios era tan birrioso que pa qué, que el programa extiende sus hilos medio profundiza un poco más. Los lectores o los visualizadores de la Maginoteca saben que intentamos explicar todo lo que podamos, así que nos molesta que no se produndice. En la tele, radio, presa escrita, libros de hasta 600 páginas, tienen la irritante manía de decir que "aquí no podemos profundizar más". Incluso en asignaturas de carreras universitarias y doctorados puede uno escuchar dicha desfachatez. Pero, al menos, había tenido a bien ese programa el de retomar algunos temas, de añadir nuevos casos y nuevas explicaciones, contar orígenes de autores, de investigadores o de charlatanes que habían influido en una idea, en un mito, una mentira extendida, una secta o algo que posteriormente se desveló no tan falso.
Acabó contando cosas sobre españoles desconocidos: inventores olvidados de todo pelaje. Puso en acción nuevas formas de contar en pantalla: con ilustraciones tipo narrativa de historieta o cuentos de aquellos ingleses que daban en dibujos semi-animados preescolares en los años 1980 y 1990. Con arrojo, incluso entrevistó a autores de libros, aunque generalmente del mismo grupo mediático (presentadoras de la tele), pero es que en las teles privadas ¡y en las públicas! ya no había programas de libros ni de escritores. Se sacó de la manga una exposición itinerante.
Y lanzaba el anzuelo hacia todo aquello que los demás periodistas, medios de comunicación, tele o radio abandonaban: los sucesos y la hemeroteca. Una explicación a veces histórica, a veces sociológica, a veces solamente leyendo lo que sucedía. Y pedía a los espectadores historias. Y los colaboradores le lanzaban retos: "porque también está esto".
Encima tuvo la fortuna de hacer duetos Iker Jiménez y Javier Sierra, que se contaban sus cosas que ellos conocían de antemano, pero que les gustaba volvérselas a contar y que las oyera el público.
Y puso la antena en internet... aunque luego era un programa del mismo grupo mediático de la tele. Pero daba ánimos a los que estaban por ahí, por internet, hablando o contando, que no se desanimaran.
El caso es que montó todo un escenario abigarrado a su entorno, con personajes que salían en escena: "que sale el piloto, que sale el psiquiatra, la farmacéutica, el científico, el militar, el que va por los sitios".
Incluso hablaron de una Máquina de Dios o algo así, que dijeron haber comprado, que generaba números aleatorios o algo así, vinculados a un lugar, a un individuo. Como aquel "superordenador" de Quién Sabe Dónde del año 1994, nunca más se supo: nunca vimos que funcionara. Fue aquél anunciado por su presentador como el ordenador casi más potente que hubiera en España, y había de servir para encontrar a gente desaparecida. En aquel momento, uno se engaña y piensa: qué gran proyecto social, policial y de memoria histórica, porque muchos eran desaparecidos de la Guerra Civil, de la postguerra, niños robados en unos años en los que aún no se hablaba... si el gobierno hace eso, usando como gran cebo legitimatorio un programa de sucesos, de "realidad" " (reality-show eran programas de sucesos reales, aunque luego el concepto ha cambiado hacia gente famosa y no famosa que se quiere hacer famosa juntándose con otros en programas de ausencia de intimidad)... en definitiva, que aquello podría haber estado muy bien. No funcionó. Además, que llegó Aznar y el PP y, a la chita callando, silenciaron la aún no llamada así memoria histórica. Cuando el concepto sale a la palestra a principios del siglo XXI, sacar a los asesinados de las cunetas, entonces se pondrán visceralmente en contra y construirán por todos lados para impedir que se pueda desenterrar. Con esos desentierros, va saber a quién fue a parar la burra, la cabra, la casa, el huerto, la huerta, las taúllas, empresas, familias, el país...
El caso es que, cuando Iker Jiménez dedica dos o tres programas seguidos al Coronavirus o SARS-Covid2 o Sars-Covid-19, se veía claro que no podía seguir. De manera inteligente, altera la programación por una muy variada en el último programa. Se le dice de improviso para el espectador, que lo leer por internet, que se finiquita Cuarto Milenio... por el confinamiento, por la falta de dinero de la cadena porque hay menos publicidad, por... pero es que hacía tiempo que uno ve que aquello no chuta: el programa fagocita lo que hay por delante. Daba igual que fuera cierta cultura, noticias antiguas, modernas, volver a desempolvar Alcàsser, a Rodríguez de la Fuente o cosas que se han contado mucho antes. Se quedan con Internet.
Con mayor libertad, desde mi punto de vista, aunque el escenario sea cien mil veces más pobre.
En la sesión del 20200403 hacia la madrugada del 20200404, con un programa que dura como 3 horas... lo que tiene que ser, con explicaciones sin parar y poca molestia por parte de los presentadores, Iker Jiménez y Carmen Porter....
El coronel Pedro Baños aparece en algo más parecido a lo que tendría que haber sido La Mesa del Coronel, que fue un fallido programa porque al final era una tertulia cuando tendría que haber tenido un par de pantallas inmensas llenas de mapas y datos sin parar, él vestido de militar o de algo que lo asemejara aunque fuera un chandal (véase Leni Riefenstahl: Alemania tenía prohibido militares y armas y sacaron imágenes de montones de campesinos con palas y cosas así siendo el efecto el mismo). Osea, que pareciera que estaban en un bunker de película de catástrofes analizando cómo iba el mundo. Espectáculo, que es la tele. Y especialistas de todo tipo: expertos en relaciones internacionales a kilos, etc.
El caso es que, ahí el coronel, que es su papel, que no tiene ni que ser ni dejar de ser nada, que es "coronel", comentaba y explicaba sin parar. Podéis ver el vídeo si aún funciona. Que si China, que si Corea del Norte, que si Estados Unidos, que si Birmania, que si Mongolia ("es muy grande pero tiene pocos infectados": sí, pero vive muy poca gente), que si Venezuela... al fina, nótese que no habló de la Unión Europea. Solamente saca Europa para dcir que hicieron el 3G, que Estados Unidos hizo el 4G y que China iba a implantar el 5G.
Pero, sosegadamente, iba hablando... en un mano a mano con el otro personaje: "el maestro".
Así lo llaman desde que se escurrían en las mesa del programa de la tele, Cuarto Milenio. Enrique de Vicente... "de Vidente", porque acertó ¡a ver, acertó, que no lo decía nadie! en enero lo que iba a pasar, pero nadie, casi ni el presentador se lo creían. Que no es que lo acertara, sino que tenía ciertos datos, algo de osadía y una aparente edad que, total, qué más da lo que digan.
Yo creo que lo asimilan al de Érase una Vez... El Hombre.
El caso es que ese momento de 3 horas de choque de dos figuras mediáticas se lo perdió la tele.
Sí, controlaron parten del mensaje, es decir, sí, los medios de comunicación tradicionales censuraron. Pero se perdieron momentazos dialécticos.
Y luego , claro, el último gran personaje con una gran aparicion: el caso de Pablo Fuente, con aquel vídeo en el que realmente no decía nada nuevo ni nada raro ni nada conspiranoico ni nada que no fuera racional y razonable, sino que decía todo lo que se tenía que decir y parece que fue como el niño del Traje Nuevo del Emperador, que descubrió algo que estaba ahí pero que nadie quería ver, para comenzar, las autoridades: que había que ser cuidadoso con la epidemia.
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