El extraño fenómeno no había pasado inadvertido en medios científicos, pero ahora un estudio ha propuesto una explicación verosímil: como si se tratara de un espejo, el color blanco de los plásticos refleja la luz solar hacia la atmósfera y ello frena el calentamiento de la superficie. En cierta manera, los invernaderos contrarrestan a nivel local el efecto invernadero de carácter planetario. El trabajo, que se acaba de publicar en la revista Journal of Geophysical Research, ha sido coordinado por un grupo de investigadores encabezado por Pablo Campra, profesor de la Universidad de Almería (Ual). También han participado Mónica García, Yolanda Cantón y Alicia Palacios. Durante la primera fase del estudio se analizaron las temperaturas de los dos principales observatorios de la zona, situados en Las Palmerillas-Cajamar y La Mojonera, y se compararon con las de otras estaciones cercanas que podían servir de referencia.

El resultado fue que las temperaturas en la comarca del Poniente han bajado una media de 0,9 grados desde 1980, que es cuando empezó la expansión de los invernaderos, mientras que en Málaga, Granada y Murcia-San Javier el aumento ha rondado los 1,3 grados. Así pues, ha habido una diferencia de más de dos grados. En cuanto a la lluvia, en cambio, no se aprecian variaciones significativas. El observatorio de Almería-aeropuerto obtiene resultados intermedios: las temperaturas aumentan a partir de 1980, pero luego descienden en los años 90 hasta alcanzar un balance prácticamente nulo. "Se puede observar cómo los invernaderos se van acercando a la capital a medida que pasan los años", dice Campra.

En segundo lugar, los investigadores analizaron si había habido cambios en la reflectividad de la luz, el llamado efecto albedo, y para ello usaron los datos facilitados por el sensor Modis del satélite Terra, de la NASA. Aunque ya se sabía que el mar de plástico es la única estructura creada por el hombre visible a ojo de pájaro desde la Estación Espacial Internacional, los resultados fueron llamativos: desde 1983, el efecto albedo en el Poniente almeriense ha aumentado un 9%, es decir, se refleja hacia la atmósfera un 9% más de energía.

CAMBIO DE PAISAJE "La comarca ha pasado en tres décadas de tener un paisaje de matorral semidesértico y algunos cultivos al aire libre --explica Campra-- a estar cubierta casi en exclusiva por invernaderos blancos de tipo parral". El color no es un detalle baladí, ya que el blanco es el que mejor refleja la luz. Si los invernaderos fueran oscuros, insiste el profesor de la Ual, no habría pasado lo mismo: "Cuanto más clara sea la superficie, más energía se devuelve a la atmósfera". El experto insiste en que el efecto protector de los invernaderos ha tocado techo en Almería porque ya no se instalan ni se pueden instalar más. "Nos han servido para ganar varias décadas de tiempo", resume. "Si se eliminaran todos los invernaderos de golpe, las temperaturas podrían subir de forma catastrófica", concluye Campra.