20200715

¿Por qué las bibliotecas y los centros educativos ODIAN LOS LIBROS?

Data Estel·lar 451 Dimecres 20200715

Me quema ¡ah! me quema.

¿Por qué las bibliotecas y los centros educativos ODIAN LOS LIBROS? NO TENGO RESPUESTA. Solamente me dan ganas de llorar.

Una de las escenas más temibles del Quijote es la quema de libros. Habría que leerla con detenimiento porque es como si Cervantes estuviera de acuerdo con ello. Y era una época con un complejo acceso a los libros, los legajos y la lectura: o no se sabía leer o eran muy caros. La lectura se hace en voz alta para un público hasta la llegada de la radio, los discos, el cine y un aumento de la alfabetización. Soy muy cauto y no diré nunca: "alfabetización total", cosa que solamente se dará en España a partir de los años 1980, si pensamos en más de un 90%, y porque es entonces cuando hubo ya escuelas públicas en casi todos los barrios. En el mío sigue sin haber, y eso que tiene cien años.


No quiero ahondar mucho pero se puede decir que Cervantes ejerce de cruel crítico literario y que se mete con mucha basura que atontaría a la gente... pero duele. Estamos con Don Quijote en esa escena, por no decir en casi todas, aunque seguramente es lo opuesto que buscaba el escritor. 

Vemos la Inquisición y el tópico de que quemaban gente y libros.  El índice de libros prohibidos llega hasta poco menos que el siglo XX, y de forma dura hasta el siglo XVIII o XIX. Estaría bien poderle echar vistazos a esos listados para ver qué criterios seguían, si esos libros eran conocidos en las épocas o poco después, si eran rehabilitados y por qué había escritores e impresores que seguían jugándosela.

En los años 1930 el Nazismo quema libros. En los años 1950, el McCarthismo, el auge de la ultraderecha estadounidense, QUEMA TEBEOS y hunde ese medio de comunicación durante años, con una comisión del Congreso. Anda que si se hubieran dedicado a acabar con el hambre, con las enfermedades, con el racismo y con las injusticias de verdad... 

Un día asistimos a una reunión más que debate electoral local. Ante la pregunta de unos asistentes que consideran que la biblioteca municipal "no está mal" pero se queda un poco coja ante la existencia de más alumnos universitarios, la respuesta del segundo de la lista socialista y concejal de Cultura, muy pagado de sí mismo por "el teatro amateur", no se le ocurre otra cosa que decir: "para qué ampliar la biblioteca? Dentro de nada llegará Internet"... No se hablaba, según creo, de hacer otro edificio sino de comprar más libros. 

Al poco, en la asignatura de Análisis de Políticas Públicas contaban que era más caro que las bibliotecas compraran y mantuvieran libros que si los repartieran a la población. Se habló de algo que se convirtió en una meta para las futuras bibliotecas: convertirlas en vídeoclubs, en mediatecas, si queréis usar un vocablo más aceptable intelectualmente. Los libros pasaban a quedar relegados en el único espacio de uso público que se disponía en unas pocas  localidades y en algún que otro barrio o distrito.

Años después comencé a leer que las bibliotecas no aceptaban libros de la gente. 
Y ponían libros y revistas para llevarse... y con cuentagotas, no sea que te lleves mucho, avaricioso. ¡No querían libros! Eliminaban el fondo de la poca hemeroteca que tuvieran y el fondo bibliográfico. Evidentemente, no se podría hacer como en las películas de detectives o de "crímenes de la niñera asesina" cuando a van a la biblioteca municipal a buscar sobre tal o cual suceso. Borraban el pasado.

El odio a los libros se unía al odio al pasado, cercano o lejano. Mientras se hablaba cada vez de Memoria Histórica, se borraba la memoria colectiva.

En las escuelas y centros educativos se asiste a las primeras eliminaciones de libros: enciclopedias, libros de cuentos, novelas infantiles y juveniles, poesía, libros que eran para libros de más edad pero que ahora la legislación coloca en los institutos, libros de ciencia, de historia, de literartura, amarillentos, rajados, raídos, en buen estado, nunca leídos, absolutamente blancos.
 
¿Libros que no se leían? ¡Libros que no se promocionaban! Libros a la espera de un lector, del lector adecuado que les insuflara nueva vida y expandiera sus contenidos y el afán por la lectura.

Eso nunca llegaría.
  
No es una cuestión de logística, en el sentido económico de que el factor Suelo, el Factor Tierra es un bien también escaso o, por lo menos, que cuesta dinero. El espacio disponible en estanterías resta idéntico sin los libros.

En julio de 2020 se asiste a otro akelarre. A las nueve y media oigo que se tirarán libros. Por una vez, no se holgazanea. Con inaudita diligencia, a las 12 y algo ya hay una pira preparada sobre una mesa. Enciclopedias visuales, catalanas, larousses, libros sobre geografía comarcal de esos que señalan las montañas cercanas, con ilustraciones, fotos, gráficos, caros y baratos, algunos del ministerio, otros de la Generalitat, de editoriales privadas, existentes o acabadas, impresos en la misma localidad, con animalitos antropomorfos o con aviones a reacción, con mapas o con recetas de cocina, con canciones... muchos no se han tocaso nunca. Nadie se había acercado a ninguno de aquellos prismas rectangulares de papel, salvo para darles el pasaporte a la inexistencia. Los que lo perpetraron se considerarían, véase 1984, véase Farenheit 451, véase Un Mundo Feliz, de los grupos que preservarían la cultura, el saber, de las clases un tanto educadas, alfabetizadas, que lideran o liderarían o podrían liderar o les proponer liderar en tantos ámbitos, bien comidos y bien servidos. Las ascuas de la cocina para adelgazar se alimentan de libros.

¿Sabéis cuánto llegaron a ocupar? Dos viajes en dos contenedores de basura grandes pero no inmensos de tipo de jardinería o de bloque de pisos. Así que se podrían haber guardado en el equivalente a 2 contenedores cada uno de 120 cm de altura por 50 de anchura por 50 cm de largo, con sus rueda.  Osea, un rincón.

Es mentalidad. No es economía. No es espacio. No es limpieza. No es "todo está en internet" porque allí hay cosas que no lo están.

Se está generando una situación prehistórica, de eliminación de los textos escritos (en tanto la Historia es la época con textos escritos que sirven de base al análisis o investigación de los sucedido en el pasado). Se está generando desde hace años en muchos sitios, personales, familiares, institucionales, una situación ANALFABETIZANTE.

No sé si alguien recuerda haber visto aquellos libros, discos, cassettes, CDs o bolis que las cajas de ahorros nunca les dieron... arrojados en containers cuando las cajas de ahorro desaparecieron de la vida económica.

No sé si habéis oído, con frecuencia creciente, a individuos que cuentan que han tirado todos los libros. Nunca les oiréis decir que han tirado los puros, el tabaco, las botellas de whisky, que han abandonado el uso del coche, que dejan de comprar a Alimazon todo tipo de fruslerías.

Curiosamente, muchos de los que han hablado vía zoom por la tele han salido con extrañas estanterías ¡blancas!, ese color inencontrable, con apariencia de madera sólida o de piedra. La cultura pertenece a unos grupos reducidos, que ya están metidos en las alturas. Eso sí lo he aprendido: no es la cultura la que te hiza sino que los hizados son inyectados de la cultura que sea. Otros, es cierto, para ser grandes cobrantes de grupos multimedia no saben ni eliminar las sombras ni ponerse en un sitios que no parezca un zulo.