Hace poco, me enviaron una noticia sobre el consulado honorario de Sildavia en Barcelona.
Como tintinófilo, tintinólogo pero intentando estar ajeno a todo ese meganegocio en el que no hay álbums de Jo, Zette y Jocko sino libros y productos muy caros, solamente musité: "eso de Tintín sí que es un negocio".
La curiosidad me hizo buscar por internet. Hay otros consulados: en Gallaecia... ahora leo en Extremadura...
Luego me dicen que habían entrevistado al cónsul honorario. Para entonces ya había leído que era un gran aficionado. Yo entendí que era un cargo ofrecido por alguna institución que pensé que podría haber sido la empresa Moulinsart. Qué va. Moulinsart, convertida en el gran malvado que lucha contra, se dedico a criticar y denunciar al cónsul honorario.
Fijaos la tontería de una empresa que lleva cerradas no sé cuántas webs de gente que pone fotos de sus juguetes, de sus dibujos, de sus tebeos, de sus disfraces. En vez de insertar a los cónsules honorarios... como un Nobel, un Oscar, una Creu de Sant Jordi, un Cruz al Mérito Tintinesco con un contrato con valores tintianos (me comprometo a llevar a mis colegas tintinófilos a visitar espacios tintineros de mi ciudad, etc,) ya me había dado cuenta de que la web del consulado estaba cerrada unos días antes, lo que me hizo notar que la lata de cangrejo apestaba.
Vous comprenez rien, pas vrai ?
Pues no es el único consulado que hay.
Moulinsart tiene un GRAVÍSIMO problema. Ni entiende lo que es la Cultura ni entiende lo que son los modelos derivados de la cultura popular ni entiende que el mundo empresarial y aficionado está cambiando por mor de internet y las redes sociales y lo más grave es que ha sido INCAPAZ desde 1983 hasta el 2021 de crear un sistema de franquicias de Tintín que usaran su propio imaginario para crear consulados de Silvadia o Bordurias, Casas Culturales de Moulinsart o recreación de coches antiguos tipo Tintín, concursos de fanfic ni nada de eso.
Moulinsart solamente ha aprendido a retener unos derechos de mala manera pero no ha gestionarlos más allá del merchandising.
Deberían rodar las cabezas decisoras de Moulinsart,
El modelo se llama McDonald's, se llama Burger King, se llama Ikea. Se llama: ganar dinero haciendo que el público, en este caso una mezcla de consumidores, aficionados y grandes conocedores, sean co-partícipes, compradores, vendedores y disfrutadores a la vez.
Se llama fomentar desde arriba -Moulinsart- y desde abajo -aficionados- actividades que puedan mantener al alza el valor cultural y de diversión de Tintín.
Y que se repartan (50-50, 60-60, 80-10...) los beneficios generados, que son, sí, dinero, pero también una legitimidad basada en la diversion, en el entretenimiento con base en la fantasía y la imaginación.
Citamos la noticia de El País del 20200719:
Moulinsart, nombre que todos los fans de Tintin reconocerán como el de uno de los lugares icónicos de las aventuras del personaje, el castillo del capitán Haddock y residencia habitual de este y del periodista del copete, ha lanzado una guerra legal contra Syldavia, el país ficticio del mismo mundo de cómic de Hergé. La curiosa situación, que parece el argumento de un álbum, se produce porque Moulinsart, que es también el nombre de la empresa belga consagrada a defender los derechos del dibujante ha conminado al autodenominado cónsul de la imaginaria Sildavia en Barcelona, Enric Reverté, a dejar de usar las creaciones de Hergé. Reverté ostenta el ilusorio cargo del inventado reino balcánico desde abril pasado y el 15 de julio celebró, con eco mediático, el día nacional de Syldavia, la festividad de San Wladimir, realizando un acto en el que, revestido de su fabulosa dignidad consular, incluido el collar de la Orden del Pelícano de Oro, entregó a los que lo solicitaron pasaportes del reino que representa. Moulinsart reprocha a Reverté hacer uso sin permiso del universo y la iconografía de Tintín y exige al cónsul dejar de usarlos. En caso de no hacerlo se puede enfrentar a una denuncia legal. Moulinsard SA es célebre por la meticulosidad, el rigor, la severidad y hasta la intransigencia en defender y promover la obra de Hergé que, advierte, pese a parecer del dominio público por su popularidad y universalidad, está protegida por los derechos de autoría de las leyes nacionales e internacionales. En resumen: no se puede emplear ninguna creación del dibujante belga sin autorización expresa de los que poseen sus derechos.Desde la barricada de Syldavia, Reverté, con 25 años de tintinofilia a sus espaldas, admite que Moulinsart tiene toda la razón legal, pero pide comprensión y simpatía con lo que no es más que un juego sin, subraya, intereses lucrativos y que sirve esencialmente para alegrar la vida a los fans de Tintin y para honrar y divulgar la obra de Hergé, del que es más que un aficionado un verdadero acólito. El contestado cónsul honorario de Syldavia, que ejerce desde un quinto piso en el barrio del Poble Nou con placa de consulado en la puerta, está sobrecogido por la reacción de Moulinsart que amenaza con hacer caer sobre él todo el peso de la ley con la severidad de una invasión de Borduria, el poderoso reino rival. Aduce en su defensa que el título consular no es una dignidad que se haya dado a sí mismo arbitrariamente sino que tiene cierto respaldo oficial al haber sido refrendada por la “cancillería consular” de Syldavia (Chancellerie du Royaume de Syldavia), agrupación internacional oficiosa de aficionados que ha creado una red de consulados y que no es perseguida por Moulinsart. Reverté añade, por si puede servir, que es propietario de la perrita fox-terrier Milú, que en enero de 2017, sostiene, fue nombrada en la Grand Place de Bruselas en una concentración tintinófila y en presencia de Fanny Remi, viuda de Hergé, “perro oficial de Tintín”.Uno de los aspectos del ejercicio consular de Reverté que es particular objeto del escrutinio de Moulinsart es el hecho de que cobre por los pasaportes syldavios. “Son solo 12 euros, que es el precio de tramitarlos, confeccionarlos y distribuirlos, sin ningún afán comercial, si quisiera hacer negocio los vendería a 50 euros”, se defiende Reverté, que no obstante entiende que hacer dinero, el que sea, con la creación de Hergé sin pasar por los detentores de sus derechos no es justificable. “Era de esperar, son muy puntillosos y obsesivos con mantener el control”, confiesa el cuestionado cónsul ante el lío legal que le ha caído encima, aunque confía en que se pueda llegar a un acuerdo a la vista no solo de que, afirma, sus intenciones eran buenas sino de que, como reputado coleccionista, es un muy buen cliente de material de Tintín desde su reducto de divulgación, exaltación y compra-venta de tintinofilia (en la misma sede consular), Cantonet-Racón Tintinaire. Uno de los requerimientos de Moulinsart era que Reverté quitará de la página web del consulado la vinculación comercial con Cantonet, lo que ya ha hecho.Reverté, que afirma ser visto con simpatía por los distribuidores oficiales de los productos de Tintín en España, Zephyrum Ediciones, lo que espera le reporte cierta benevolencia, ha realizado desde hace años diversas actividades pedagógicas, lúdicas y divulgativas relacionadas con el personaje, entre ellas un concurso escolar de dibujo sobre Tintín con el apoyo y colaboración del Departamento de Enseñanza de la Generalitat de Cataluña. El cónsul honorario alega en su descargo que en sus actividades diplomáticas no usan directamente iconografía creada por Hergé sino derivada de su obra. Si es necesario, apunta, modificaría el pelícano heráldico de Syldavia que es su emblema más conspicuo.En el peor de los casos, apunta Reverté, “si las cosas van mal dadas, me pido el cargo de cónsul exiliado de Syldavia en Barcelona, y, desde luego, continuaré celebrando la festividad nacional. ¡Viva San Wladimir!, ¡arriba Syldavia!”.
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