20190203

Entrevista a Ibáñez diciembre 2018

Data Estel·lar preguntada Diumenge 20190203

Borja Hermoso realizó una entrevista a Francisco Ibáñez para el suplemento dominical El País Semanal con fecha 20190124 en la web pero ¡hum! pone 20190202 al inicio... y, eso, sí, se realizó en diciembre de 2018. tras una solicitud cursada medio año antes.

Hemos puesto ya varias entrevistas a Ibáñez de muchos años. A mí me gustan cuando son audibles por la forma de hablar: habla atropelladamente porque piensa muy rápido y se le ocurren ideas. 

Por otra parte, nos sirve para ver la evolución de un entrevistado que fue adquiriendo conocimientos sobre cómo presentarse y moverse o pararse ante una tele o una radio. No nos extrañaría que le dieran consejos, algún cursillo... pero la propia experiencia también pudo servir. 

Luego está el tipo de respuestas: dado que las preguntas son las mismas casi siempre y que hay un tiempo limitado, los entrevistados van con un guión preparado y responden lo mismo incluso a preguntas distintas. Ibáñez no es la excepción. Es interesante notar en qué año inventó o sacó tal respuesta que luego se convirtió en habitual. 

En esta entrevista tenemos una nueva modalidad: ni el periodista ni el entrevistado se muerden la lengua demasiado. 

En los comentarios de la misma web ponen a caldo al historietista, que si se contradice porque expresa que hay que tener libertad para el humor pero luego que él no piensa hacer una historieta sobre el proceso de independencia de Catalunya. Aquí ya se lía por el lado de la batalla cata-anticata-indepe-antiidepe, y luego sale Vox, que si chistes de curas sí pero de gays no . En sus historietas ha salido de todo, y sí, también se metió con la disgregación española en una viñeta de un desfile olímpico pero es que hay que leer más tebeos, oiga.

Vamos a copiar la entrevista porque iba a pegar algunos trozos pero es que luego he optado por comentar tantas cosas que... primero unos insertos con comentarios maginotécnicos, que básicamente nos interesan a los del blog pero que nos entretienen una barbaridad.

Los extractos van como diálogos citados y sangrados (=texto hacia dentro) y los comentarios van como frases normales antes o después de esa cita.

Además, que vale la pena esa entrevista y por eso colocamos la realizada en diciembre de 2018 y la del 2015, una tras otra.

Borja Hermoso en El País:  la petición para esta charla fue cursada en junio y se resolvió en diciembre.

Dice que es como pedir entrevistar al presidente. Pues no: porque Ibáñez SÍ HA CONCEDIDO LA ENTREVISTA, al contrario que Mariano Rajoy, o que Pedro Sánchez.. o que el tuitero Donald Trump o que esas cosas de la Unión Europea que cobran y se esconden, o ¿le conocéis muchas entrevistas al China o al de Rusia, al de primer ministro de Japón...? o que el de Waterloo, que solamente habla con los suyos pero que no nos han dado explicaciones ni a los ciudadanos. O recordamos varios desplantes con la cara como de atravesar un río con el rebaño de la entonces aún no expresidenta de Andalucía, y por tanto aún presidenta en funciones, en tanto el resto de líderes sí respondían. Accountability: cero.

En la foto se parece a Quino o incluso parece Ibáñez dibujado por Quino. ¡Y luego leo que cita a ese dibujante! Creo que la intención es que se le note la rugosidad de la piel, el paso del tiempo. Hum.

Pues es durillo y molesto que te digan esto de manera recurrente: 

Borja Hermoso: -Se llama cultura popular. Esa que algunos no soportan. 
F*Ibáñez: - Exacto. La que atrae al público. Hay quien no lo entiende. Amigos míos me decían: “Oye, Paco, tú en realidad ¿en qué trabajas?”. Yo les contestaba: “Hago historietas”. Y ellos: “No, ya, eso ya lo sabemos, pero ¿en qué trabajas?”. [/quote]

 Esto me suena de un forero de hace siglos que dijo que vivía  por ahí: se consiguió borrar la información para proteger los datos personales pero en el 2019 hasta si lo publican en un gran diario y su web, ¿qué más da?
Borja Hermoso: -en su casa del final de la Gran Vía de Barcelona. Me contó que dibujaba como un poseso, en aquella mesa de dibujo en mitad de la salita, delante de la ventana. 

F*Ibáñez: ¿Sigue así? ¡Igual, igual, igual.

 Lleva años contestando como si aún estuvieran vigentes las órdenes dadas en 1968 por un jefe jubilado en 1975 y fallecido años después y de una empresa que no existe desde 1986. ¿Están vigentes o tira pelotas fuera? :
F*Ibáñez:si lo termina otro se nota. A veces yo le decía a Rafael González, el editor de Bruguera: “¡Oiga, en esta página Filemón va con chaqueta roja y en la otra con azul!”. Y él me soltaba: “¡Bah, el público no se fija en esas cosas!”.[/quote]

 "Señor Rafael González": de las pocas veces que cita su nombre Ibáñez.. pues sí que nos fijamos, siempre, con 4 años, 14, con 24, con 34, con 44... nos fijamos en los colores, en los dibujos churretosos de unas páginas, en algunas viñetas de conexión de historietas cortas que se ven raras, on en diálogos que no pegan... y ya en Ediciones B: sí, nos fijamos en los entintados que se notan que no pegan muchas veces con los personajes.

Esto siguiente es típico en los tebeos. Puede que se lo leyera por primera vez a Ibáñez pero luego ha sido en muchas entrevistas a muchos dibujantes, incluso noveles, a los que le he leído lo de "se me ocurren ideas,me despierto y lo dibujo", así que es digno de mención y de estudio:
 
 F*Ibáñez: -despertarme en mitad de la noche y que se me ocurriera un nombre, un gag, algo, y como nunca se me ha ocurrido tener libreta y lápiz en la mesilla de noche, pues me tengo que levantar a todo correr a la mesa de dibujo y apuntarlo.

Siempre ha dicho que él prioriza el guión (cómico y con gags en su caso) pero creo que, tan clara y roduntamente como en esta entrevista, casi nunca:
Borja Hermoso: -¿Qué prevalece, el guion o la ilustración?

F*Ibáñez: -El guion, el guion. Yo ya puedo hacer una maravilla que sin historia… Mira, hay gente haciendo unas ilustraciones y unas viñetas de cómic que podían estar en el Prado, pero que no tienen alma. Sin un buen guion estás muerto. Yo no soy un gran dibujante, ya me habría gustado.[/quote]

Comentario Y lo del "museo del Prado" se ha convertido en "otros dibujantes" que hacen dibujos muy bonitos pero "sin alma". En realidad, en la Historia de los Comics hay varios: en Tarzan o Flash Gordon, por ejemplo. Pero que tienen tirón. Puede que parte del Efecto Liefeld, aunque yo le he leído historietas con 15 biceps por brazo pero con guiones que pegan para un superhéroe o que tiene en cuenta su idiosincracia y su pasado, pero en plan "superespectacular", 24 páginas y sin contenido, eso es casi Image Años 1990, etc, etc. Y tiene tirón y éxito de público.

Ibáñez se cubre: "no soy un buen dibujante"... pero se le ha seguido porque se le consideraba un gran dibujante. ¿Lo piensa de verdad? ¿Falsa modestia? ¿Asi se cubre ante las críticas de dibujos plagiados en los que también podría estar metido Rafael González, de acuerdo con la respuesta anterior? Interesante.

Y, efecticamente, de manera más directa que nunca dice que El Sulfato Atómico y gran parte de esa etapa era copiada. En entrevistas anteriores nos habia dicho que él propuso lo de historietas largas pero que Rafael González se negaba porque los franceses lo hacían bien, no se les podía hacer sombra, el humor español no se podía exportar (otra idea atribuida a Ibáñez: la de que él pide la exportación de historietas igual que se importaban). En este caso, el responsable de las copias es Rafael González. Como ahora sabemos que muchas viñetas y muchos guiones de Mortadelo y Filemón o de Sacarino de los años 1960, antes del Sulfato copian a Franquin ya otros: ¿fue una imposición de Rafael González ya antes del Sulfato de 1969 o Ibáñez se dejó  llevar por esas sugerencias-órdenes de González a la ve que por una influencia que ya tenía en dibujos para La Risa de Ediciones Marco antes de entrar en Bruguera?
Borja Hermoso: -Bueno, si uno lee el álbum El sulfato atómico, se da cuenta de que Ibáñez sabe dibujar muy bien… 
F*Ibáñez: -Ah, bueno, sí, aquello de las aventuras en álbumes fue una idea del director de Bruguera, que decía que, de eso, los que sabían eran los franceses. Me trajo cantidad de material y me dijo que les copiara.

El Sulfato tiene dentro viñetas, ideas y dibujos de Franquin, a Tilleux, a Peyo, a Jidèhem...  Muy divertido collage que reinterpreta viñetas de los belgas. QRN en Bretzelbrug, El Guante de Tres Dedos, El Agente Especial, El Huevo de Karamazut. Spirou y Fantasio/Espirú i Fantàstic (Spirou et Fantasio), Gil Pupila/Gil Pupil·la (Gil Jourdan), Benito Sansón/Benet Tallaferro (Benoît Brisefer) y Sofía (Sophie)... personajes de escasa aparición en las revistas Bruguera de los años 1960-1986. ¿Casualidad?

F*Ibáñez: -En Bruguera llegaron a poner anuncios en los periódicos pidiendo guionistas. Aparecían a cientos. Te leías lo que escribían y… en fin. No entiendo esta falta de ideas, como tampoco entiendo las pocas mujeres que ha habido en esto de la historieta. Pura Campos y dos o tres más, y para.

No sé por qué mezcla la falta de guionistas con lo de las "pocas mujeres" que no es tan cierto como él y otros intelectuales dicen. La lista pudo haber sido más larga pero no era tan corta.

Sabíamos que habían pedido guionistas vía ofertas de empleo de la prensa. Lo que no sabía yo es que habían descartado a muchos por su falta de capacidad.

¿Por qué Editorial Bruguera no abrió una especie de escuela de guionistas o de cursos para guionistas? Por otra parte, ¿realmente eran malos guiones o eran guionistas que estaban verdes? ¿o puede que quisieran escribir cosas que no eran aceptadas por criterios editoriales, empresariales, de censura, de cambio de generación de guionistas? 

Esa extensión social de una "escuela" le faltó a la editorial o al gremio editorial.

Esta pregunta política es directa y creo que nunca se la habían hecho:
Borja Hermoso: -¿Ibáñez fue antifranquista o no le daba tiempo? 
F*Ibáñez: -Como de todas formas no se podía hacer nada ni decir nada, me dedicaba todas las horas a dibujar y no me quedaba tiempo para nada más.[/quote]

Sin embargo, aquí sí que valdría la pena regresar al Sulfato Atómico: una aventura antimilitarista con un militar de un país germanoparlante militarizado, es decir, controlado por una camarilla militar, con uniformes por doquier de aspecto nazi. Los nazis alemanes fueron inspiradores e inversores en la guerra de Franco, que es un militar, tanto que no podía ser general sino pitufísimo, o sea, generalísimo. ¿Que no tenía ansias expansionistas? La guerra del Ifni de los años 1950, silenciada por los medios de comunicación, lo desmienten, pero, sin entrar en colonias (Guinea Ecuatorial, Sahara Occidental), está el temita del objetivo de tener centrales nucleares para tener material para fabricar bombas atómicas. La represión sistemática también podría entrar. 

¿Quién realizó una historieta pacifista y antimilitarista donde se monta una revolución exitosa contra un dictadro militar y se le ridiculiza al máximo en pleno Franquismo? Solamente Ibáñez, única y exclusivamente él. Insuperable; insuperado.


Por fin dice algo que tampoco le había leído jamás antes y que cuadra con el enfado de los talleres ante su marcha como si los abandonara y los traicionara:
F*Ibáñez: -Había momentos en que Mortadelo prácticamente mantenía la editorial Bruguera

Da unas cifras de venta que me creo: 

F*Ibáñez: -si un tebeo mío tiene 78.000 lectores, no les voy a dejar de repente con 30.000 porque a mí se me ocurra tratar ese tema e ir contra un bando u otro
Lo menciona en referencia a una historietas sobre el proceso de independencia de Catalunya, que ya es de traca y TIA en sí mismo.

Hasta ahora, el valor humorístico de Ibáñez es el de haber repartido a todos lados, aunque Aznar consideró que lo atacaba más a él, olvidando que  él atacó más a los españoles de bien, a los que no robaban y se dedicó a matar irakíes y a colocar en empresas privatizadas a sus amigastros, en lo que es un fraude grave que aún arrastramos.

Puede que en este caso no pueda tener esa equidistancia, pese a que la viñeta de Puigdemont huyendo por Siberia mientras la policía lo busca por las Galápagos es muy de Mortadelo y Filemón, como lo fue la del director de la Guardia Vivil Rufián, cuyo sosias, Luis Roldán, apareció ahí al lao, en Laos, pero el dinero, como siempre, no apareció ni aparecerá ni los jueces se lo reclamarán. Como decimos, muy de la TIA.

Ahora la entrevista completa: las negritas, cursivas, posibles resaltes en colores y los nombres de entrevistado y entrevistados son de Exclusivas Maginotécnicas, como ya os supondréis:



Ibáñez (padre de Mortadelo): “Se debe poder hacer humor de todo, y eso incluye al Rey y al Papa”


Consciente del desprecio de muchos "profesionales de la alta cultura" hacia el género del tebeo -incansable forja de hábito de lectura para millones de españoles desde los años cincuenta-, el padre de Mortadelo y Filemón sigue en sus trece. Ibáñez cumplirá en marzo 83 años. De ellos, lleva 60 pariendo historias de los estrafalarios detectives. Un fenómeno cultural sin parangón en España

ENTREVISTAR a Francisco Ibáñez reviste tintes épicos en lo que a petición de cita se refiere. No porque se crea una estrella —­que lo es—, sino porque anda “jodidillo” (las comillas son suyas) y ya no quiere jaleos. La espalda no perdona. Son más de 60 años inclinado sobre la mesa de dibujo. Así que la petición para esta charla fue cursada en junio y se resolvió en diciembre. Un poco como si Ibáñez fuera el presidente del Gobierno (¿se lo imaginan?). Mortadelo y Filemón cumplieron seis décadas en 2018 y siguen activos. Nadie en España vendió nunca tantos libros durante tanto tiempo (más de 100 millones de ejemplares, estima el editor de Ibáñez, Manuel de Cos). Nadie en España inició a tantos en la lectura. Los niños siguen pidiéndoles los tebeos de Mortadelo y Filemón a sus padres, aunque no es descartable que los papás utilicen como coartada a los niños para hacerse con ellos. O con los de Rompetechos, o con los de 13, Rue del Percebe. Ibáñez llega a la entrevista asustado ante la sesión de fotos. “Es que algunos fotógrafos te obligan a hacer unas cosas…Una vez uno me decía: ‘Túmbese en ese sofá, ahora en ese otro, ahora…’, y tuve que cortarle y decirle: ‘¡Oye, que no soy la Sarita Montiel!”.

Borja Hermoso: -En el álbum del 60º aniversario saca usted a Mortadelo y Filemón achacosos. ¿Lo están? 
F*Ibáñez: -Pues si los personajes son un reflejo del autor, desde luego que sí. Ando fastidiado. Me empezó a decir el médico que si era una escoliosis que había traído una artrosis…, y yo le dije: “Oiga, mire, ni escoliosis ni leches, esto es mortadelosis. Son 60 años sentado delante de una mesa, torcido y dibujando. Y esto trae estas cosas, pero, bueno, ya pasarán”.

Borja Hermoso: -Y después de 60 años de pareja de hecho…, ¿se sigue llevando bien con ellos?  F*Ibáñez: -¡Sí!, hombre, esto tiene dos vertientes. Unos días terminas una página y dices: “¡Coño, qué bien ha quedado!”. Y otros acabas hasta el gorro de ellos. Dices: “Voy a poner una página debajo de la otra y le voy a dar con la cerilla”. En términos generales estoy satisfecho, las cosas han ido bien, y el público siempre ha respondido. Cuando voy por ahí a firmar ejemplares hay unas colas que… que me da hasta miedo. Saldría corriendo. Pero vienen con una sonrisa de oreja a oreja y… tienes que devolverla. ¡No vas a poner cara de perro! Suelo acabar con un dolor de mandíbula…

Borja Hermoso: -Por favor, vuelva a contar lo que le dijo un día el escritor José Luis Sampedro en una sesión de firmas… 
F*Ibáñez: -Pues dijo: “¡Eso son dedicatorias y no la mierda que hago yo!”. Como siempre hago un dibujito y tal… En la Feria del Libro de Madrid, si quieres encontrar a Ibáñez, solo tienes que buscar la cola más larga. Yo allí he estado firmando ya con la feria cerrada, a la luz de las farolas y con un dolor de espalda que para qué. Una cosa de miedo. Es bonito.
Francisco Ibáñez, el creador de 'Mortadelo y Filemón'; '13, Rue del Percebe' o 'Rompetechos', en el centro de Barcelona, donde reside.
Francisco Ibáñez, el creador de Mortadelo y Filemón; 13, Rue del Percebe o Rompetechos, en el centro de Barcelona, donde reside.
Borja Hermoso: -Se llama cultura popular. Esa que algunos no soportan. 

F*Ibáñez: -Exacto. La que atrae al público. Hay quien no lo entiende. Amigos míos me decían: “Oye, Paco, tú en realidad ¿en qué trabajas?”. Yo les contestaba: “Hago historietas”. Y ellos: “No, ya, eso ya lo sabemos, pero ¿en qué trabajas?”. Una vez mi editor me pidió que fuera a un acto en el café Gijón de Madrid con algunos de los autores que más vendían de España. Le dije: “Pero ¿qué pinto yo allí?”. Me insistió y fui. A mi lado tenía a Buero Vallejo, que me miró con una cara como de decir: “Y este, ¿qué coño hace aquí?”. Otra vez, en Andalucía, firmé de seis de la tarde a doce de la noche. Yo creo que esto un día se tendrá que acabar.

Borja Hermoso: -Se tendrá que acabar, pero llevamos así 60 años. Sesenta años con Mortadelo y Filemón

F*Ibáñez: -Con la profesión no, con la profesión más.

Borja Hermoso: -Nos vimos hace cuatro años, en su casa del final de la Gran Vía de Barcelona. Me contó que dibujaba como un poseso, en aquella mesa de dibujo en mitad de la salita, delante de la ventana. ¿Sigue así? 

F*Ibáñez: -¡Igual, igual, igual!

Borja Hermoso: ¿Lo hace todo usted? ¿El guion, la concepción de página, el dibujo, el entintado, el acabado…? 

F*Ibáñez: - Lo que tiene que quedar perfecto, sí. En otras cosas participa otra gente. Eso se le ocurrió en los sesenta a los de Bruguera, que solo querían producción, producción, producción. Les dije que no podía más. Y decidieron que yo me ocupase de la parte de creación y que luego un chico de estos que más o menos saben hacer un trazo lo terminara. Pero a mí me ha gustado siempre empezar y terminar la cosa, que se vea la mano del autor. Es que si lo termina otro se nota. A veces yo le decía a Rafael González, el editor de Bruguera: “¡Oiga, en esta página Filemón va con chaqueta roja y en la otra con azul!”. Y él me soltaba: “¡Bah, el público no se fija en esas cosas!”.

“Amigos míos me decían: ‘Oye, Paco, ¿tú en realidad en qué trabajas?’. Yo les decía: ‘Hago historietas’. Y ellos: ‘No, eso ya lo sabemos, pero ¿en qué trabajas?”

Borja Hermoso: -¿Fue Rafael González el que le pidió a usted que se inventara “dos detectives tontos y que uno usara disfraces”? 

F*Ibáñez: -No, no, no, me pidió algo “distinto” para la revista Pulgarcito, para sustituir a otro personaje que había dejado de publicarse por lo que fuere, y yo me puse a rumiar y a rumiar hasta que se me ocurrió. Crear un personaje no es muy difícil, ¿eh?, en una tarde puedes crear 20. Lo jodido del personaje no es el momento de crearlo, es el momento de moverlo. Pero siempre sale. Y sin recurrir a las musas, ¿eh? Yo nunca he visto una musa sentada en la esquina de mi mesa. Siempre ha salido. El día que no salga, lo dejaré, cogeré la cerilla y ya está.

Borja Hermoso: -Es verdad que a veces tiene que ser muy, muy difícil seguir… 

F*Ibáñez: - A veces me tengo que hacer un autotrasplante de mi propio humor. Me ha pasado muchas veces despertarme en mitad de la noche y que se me ocurriera un nombre, un gag, algo, y como nunca se me ha ocurrido tener libreta y lápiz en la mesilla de noche, pues me tengo que levantar a todo correr a la mesa de dibujo y apuntarlo. Y esa idea trae otra, y esa otra, y… y al final oyes una vocecita que te dice desde la habitación: “¡Paco, ¿estás tonto o qué? Anda, vente a la cama!”.

Borja Hermoso: -De todas las opciones, ¿cómo se llegó a ese nombre extravagante, Mortadelo y Filemón? 

F*Ibáñez: -Bueno, el nombre no hace al personaje, ¿eh?, es el personaje el que hace el nombre. Les podía haber puesto Juan Pérez y Eladio Rodríguez, que no quiere decir nada, ¿se imagina? Pero al final, que si un detective con forma de mortadela, que si Filemón, que se parecía a filetón, pues ya está, ya lo tenía. [eso del filetón surge a raíz de la receta de venta de la peli de Fesser, y no me lo creo; Filemón es un nombre griego mitológico y también del Nuevo Testamento, y es uno de esos nombres de la alta cultura o de la cultura escolar que se incorpora a las historietas, o a la parte cómica, como tantos otros]

Borja Hermoso: Una persona con forma de mortadela… no era fácil… y menos en el cine. ¿Qué pensó cuando vio a Benito Pocino? [el funcionario de correos que encarnó a Mortadelo en la película La gran aventura de Mortadelo y Filemón, de Javier Fesser]. 

F*Ibáñez: -Estaba seguro de que no había nadie que pudiera hacer de un Mortadelo de carne y hueso. Me enseñaron unas imágenes en un monitor y me dijeron: “Este va a hacer de Mortadelo”. Era Pocino. Yo dije: “Este no va a hacer de Mortadelo. Este es Mortadelo”.

Borja Hermoso: -Picaresca española + Don Quijote + Torrente + gags = Mortadelo y Filemón. ¿Le vale esa ecuación?   [a mí no: Torrente va décadas después]

F*Ibáñez: -Algo hay de todo eso que dice, y también algo hay de la propia incultura de los personajes, los típicos tipos medios de la calle, pero tirando para abajo. O sea, son tipos que uno le dice al otro: “Oye, ¿qué te parece el Leonardo da Vinci?”, y el otro contesta: “¿Ese dónde está, en el Madrí o en el Aleti?”.
Ibáñez (padre de Mortadelo): “Se debe poder hacer humor de todo, y eso incluye al Rey y al Papa”
Borja Hermoso: -En Mortadelo y Filemón, o en Rompetechos, o en Pepe Gotera y Otilio, o en 13, Rue del Percebe…, el dibujo al fin y al cabo es el mismo siempre. Las historias siempre son distintas. ¿Qué prevalece, el guion o la ilustración? 

F*Ibáñez: - El guion, el guion. Yo ya puedo hacer una maravilla que sin historia… Mira, hay gente haciendo unas ilustraciones y unas viñetas de cómic que podían estar en el Prado, pero que no tienen alma. Sin un buen guion estás muerto. Yo no soy un gran dibujante, ya me habría gustado.

Borja Hermoso: -Bueno, si uno lee el álbum El sulfato atómico, se da cuenta de que Ibáñez sabe dibujar muy bien… 

F*Ibáñez: - Ah, bueno, sí, aquello de las aventuras en álbumes fue una idea del director de Bruguera, que decía que, de eso, los que sabían eran los franceses. Me trajo cantidad de material y me dijo que les copiara. Pero aquello no se hacía solo, yo dibujaba 7 páginas semanales y él quería 14. De todas formas, tampoco hace falta hacer cosas demasiado complicadas, ¿eh?, mira el de Mafalda, este…
Quino. El Quino, sí, pues mira cómo triunfó y mira lo sencillos que son sus personajes.

 [no sé si sencillos; ideas y frases geniales... pero díselo a los dibujantes españoles que entregaban 10 o más páginas semanales]

Borja Hermoso: -De todas formas, la sequía de buenas historias es recurrente en muchos campos: en el cine, en la televisión, en el periodismo… 

F*Ibáñez: - Mira, es una pena que en este país, donde la gente es muy graciosa en las reuniones, luego le pongas un folio en blanco y nadie sepa hacer nada. En Bruguera llegaron a poner anuncios en los periódicos pidiendo guionistas. Aparecían a cientos. Te leías lo que escribían y… en fin. No entiendo esta falta de ideas, como tampoco entiendo las pocas mujeres que ha habido en esto de la historieta. Pura Campos y dos o tres más, y para.

Borja Hermoso: -En cambio, sí que hubo bastantes personajes femeninos… Petra, criada para todo; Las hermanas Gilda, Ofelia… 

F*Ibáñez: -Sí, la Ofelia, que gusta mucho. Aunque me han acusado de que si me meto con la mujer, y tal y cual. Tonterías. Con el primero con el que me meto es ­conmigo mismo.

“Las historias siempre salen, y sin recurrir a las musas, ¿eh? Yo nunca he visto una musa sentada en mi mesa. Y el día que no salgan, cogeré una cerilla y ya está”

Borja Hermoso: -No tengo yo tan claro que hoy hubieran sido buenos tiempos para inventarse un personaje como Ofelia: gordita, tetona y rendida a los hombres… 

F*Ibáñez: -Probablemente no, pero la gente ya está acostumbrada a verla… El auténtico problema con los personajes de mujeres en época de Franco era la jodida censura. Si hacías un extra de verano, los señores podían ir en bañador. Las señoras tenían que ir en abrigo de pieles. Y lo peor es que caíamos en la autocensura.

Borja Hermoso: -Pero a los de la censura franquista, aquello de los tebeos les debía de despistar, ¿no? Estarían más al loro con las películas, los libros, el teatro, las canciones… 

F*Ibáñez: -Había uno, ¿cómo se llamaba?, un cura, ¡el padre Vázquez! [era el sacerdote y sociólogo dominico Jesús María Vázquez,] Era uno de los jefes de la censura. Un día le llamamos de la editorial para decirle: “Pero hombre, ¿cómo es que nos devuelven esto tachado con lápiz rojo?”. Y contesta: “¿Eso lo han censurado los de mi oficina? ¡Mira que son burros!”.

Borja Hermoso: -Se cumplen 60 años de Mortadelo y Filemón. Y algunos hemos cumplido 50 de lectores de Mortadelo y Filemón. Eso es toda una vida. 

F*Ibáñez: -Sí, pero algo ha cambiado. Antes era una cosa solo infantil y hoy hay cada vez más adultos. Yo creo que algunos padres usan a los niños de excusa para que yo les firme los tebeos.

Borja Hermoso: -¿Puede que uno de los secretos del éxito sea que los mamporros se los lleve siempre el mismo, o sea, Filemón? Eso es algo muy humano: que siempre le vaya mal al otro, no a nosotros… 

F*Ibáñez: -Hombre, ya, pero cuando se habla de que menudos mamporros y que menuda violencia y tal, pues no, eso no es así. Filemón se cae del Empire State y se mete un mamporro, sí, pero se queda como si nada. En la viñeta siguiente dice: “¡Coño, qué caída más tonta!”.

Borja Hermoso: -Justo lo que les pasa a los superhéroes. ¿Mortadelo y Filemón lo son? ¿O antihéroes, más bien? 

F*Ibáñez: -¡Ja, ja, ja! Son superhéroes pero de supercoña, y siempre la supercagan.

Borja Hermoso: -Cuando usted decidió cambiar su trabajo en el Banco Español de Crédito por esto de los tebeos, allá a finales de los cincuenta, también en su casa creyeron que la cagaba… 

F*Ibáñez: -¡Normal! Eran otros tiempos, es muy comprensible lo que opinaban mis padres de esto.

Borja Hermoso: -Aquella España de los cincuenta y los sesenta no era muy luminosa que digamos. Las historietas de los tebeos, sí. ¿Era como una realidad paralela? [¿seguro que no era luminosa?]
 
F*Ibáñez: - Sí, sí…, aunque había editores que te decían: “Mira, ahora no se puede hacer nada, pero cuando desaparezca este hombre —o sea, el jodido Franco— sacaré cosas buenas de verdad”. Y yo pensaba: “Pues si para sacar algo con gracia tienes que esperar a que se muera Franco, no serás capaz de hacerlo después”. 

Borja Hermoso: -¿Ibáñez fue antifranquista o no le daba tiempo? 

F*Ibáñez: -Como de todas formas no se podía hacer nada ni decir nada, me dedicaba todas las horas a dibujar y no me quedaba tiempo para nada más.

“El problema en época de Franco era la jodida censura. Si hacías un extra de verano, los señores podían ir en bañador. Las señoras tenían que ir en abrigo de pieles”

Borja Hermoso: -¿Ha tenido alguna vez la sensación de haber tirado la vida o de haberla gastado en el tablero de dibujo? 

F*Ibáñez: -No, todo lo que he hecho lo he hecho porque me gustaba y porque me di cuenta de que además le gustaba a mucha gente. Así que seguiré.

Borja Hermoso: -¿Hasta cuándo? 

F*Ibáñez: -Hasta cuando vaya a una sesión de firmas de esas y vea que en la cola hay tres personas. Llegará.

Borja Hermoso: -La legendaria editorial Bruguera era una especie de apisonadora para los autores, ¿no? ¿Le sangraban? 

F*Ibáñez: -Sí. Mira, dibujar 10 páginas a la semana era una salvajada; 15 ya era casi imposible. Yo dibujaba 20. Me iba a la editorial, llevaba las páginas, me tomaba algo y vuelta a dibujar.

 [¿pero se moría de hambre si entregaba 10 páginas o menos? ¿morían de hambre los demás dibujantes?]

Borja Hermoso: -Y los derechos de Mortadelo y Filemón y otros personajes eran de ellos, no de Ibáñez, ¿no? 
F*Ibáñez: - Sí, pero cuidado, eso era igual en todas las editoriales. La diferencia es que aquello era el gigante Bruguera, que te daba una proyección increíble… Si no, no me habría conocido ni Dios. Pero sí, la cosa funcionaba así. Y punto en boca.
 
Borja Hermoso: -Al final, recuperó los derechos cuando, tras el cierre de Bruguera en 1986 y su paso por Grijalbo, aterriza en Ediciones B en 1987, ¿no? 

F*Ibáñez: -Sí, aunque Bruguera, en los últimos meses, ya había intentado un acuerdo. A ver, yo era la piedra que mantenía aquello. Había momentos en que Mortadelo prácticamente mantenía la editorial Bruguera. Pero nada, me fui a Grijalbo. Allí creé los personajes de Chicha, Tato y Clodoveo de profesión sin empleo, y empezaron a pagarme derechos. Y luego en Ediciones B ya me pagaban todos los derechos religiosamente. Y así hemos seguido hasta ahora. Estoy contento, no aspiro a nada más. Los dibujantes de tebeos no somos Messi ni Cristiano Ronaldo, ni artistas de cine.

[Las aventuras de Mortadelo y Filemón las publica actualmente el sello Bruguera Clásica, perteneciente a Penguin Random House].

Borja Hermoso: -Es un poco injusto hablar tanto de Mortadelo y Filemón y nada de otros personajes suyos. Usted ha solido decir que su favorito es Rompetechos. ¿Ibáñez es Rompetechos?

F*Ibáñez: -  ¡Ja, ja, ja, ja! Un poco. Rompetechos ha gustado casi tanto como Mortadelo. Yo le tengo mucho cariño.

Borja Hermoso: -Rompetechos, a diferencia de sus otros personajes, que van por la vida en pareja o en grupo, está solito. 

F*Ibáñez: -Es que él no necesita a nadie. Vive en su mundo.

Borja Hermoso: -Al contrario de los mil y un vecinos de 13, Rue del Percebe…, antecedente ilustre de series como Aquí no hay quien viva o películas como La comunidad. Supongo que técnicamente era la serie más difícil, ¿no? 

F*Ibáñez: - No. Era el parto de los montes. En un personaje corriente haces tres o cuatro gags por página y ya está. Aquí había que hacer 28 gags por página. A veces me decía a mí mismo: “¿Qué coño pongo aquí?”. Pero a la gente le gustaba, yo creo que porque aquello tenía que ver mucho con la realidad de la vida.

Borja Hermoso: -El suyo es blanco, pero ¿entiende el humor negro? ¿El humor tiene que tener límites? 

F*Ibáñez: -Yo creo que no, es mejor que no. Hombre, cuando el humor es molestar a las personas despiadadamente o gamberrada sin gracia alguna, entonces ya…, pero no. Se debe poder hacer humor y criticar todo, y eso incluye al Rey y al Papa.

Borja Hermoso: -Cada palo que aguante su vela. 

F*Ibáñez: -Oye, si yo me he puesto a parir a mí mismo, ¿cómo no voy a criticar a los demás?

Borja Hermoso: -Ha convertido en carne de historieta muchos temas de actualidad, pero no el jaleo catalán. ¿Lo hará? 

F*Ibáñez: - Ay, no, no, no…, es que aquí algunos se lo toman como algo personal, y si no les gusta lo que dice el otro, ya le ven como enemigo acérrimo, y tal. La editorial está por medio. Y si un tebeo mío tiene 78.000 lectores, no les voy a dejar de repente con 30.000 porque a mí se me ocurra tratar ese tema e ir contra un bando u otro. No. 


Pues es triste esa autocensura política, económica y personal por culpa de los bobos. Es una regresión de la sociedad española si nos hace tener miedo para expresarnos... mientras otros ponen banderas por todos lados, con pocas rayas, con muchas rayas. con un tachón, con una estrella, con un lazo, pintando lazos, con corazones con banderas... pan poco, recetas muchas.

Esta otra es del 20150115 y es la entrevista de "hace 4 años" que se cuenta en la anterior entrevista:

Ibáñez, el rey del tebeo

El padre de Mortadelo y Filemón ha dibujado unas 50.000 páginas de esta pareja de cómic que ha marcado a varias generaciones de españoles.

Su obra es también una especie de crónica de un país teñida de ficción y realidad a partes iguales.

Hoy sigue empuñando el rotulador, asegura, porque siente el cariño de la gente. Visitamos en su guarida a un veterano mago del humor.


Francisco Ibáñez lleva 56 de sus 78 años dando vida a Mortadelo y Filemón, de los que calcula que habrá dibujado unas 50.000 páginas. Así que cuando uno pulsa el timbre y espera a que le abran la puerta en este bloque corriente y moliente de un barrio corriente y moliente de Barcelona, no puede pensar en otras cosas que las relacionadas con el estajanovismo, la producción en cadena y las laboriosas hormigas. Lo primero que ve el visitante son unas gafas; detrás de ellas, un señor simpático, socarrón y vehemente, y detrás de él, estanterías reventadas de tebeos. Ah, y la mesa. La mesa de dibujo. La mesa de dibujo inclinada, junto a la ventana, poblada de plumillas, lápices, bolígrafos, trozos de papel y –aunque no se vean– mundos extraños y pobres diablos protagonistas de cosas que somos todos: la emoción, la tristeza, la impotencia, el dolor y el fulgor, gama/disparate.
Por ahí pululan, por este saloncito años setenta donde pasa sus tardes Francisco Ibáñez, los disfraces de Mortadelo y los mamporros de Filemón. Mortadelo, trasunto en viñetas de la vertiente picaresca de la vida, cruce de caminos entre el Quijote, el Lazarillo y el expolicía Torrente. Filemón, retrato matemático, cruel, de cierto españolito de cuando entonces, que sigue siendo el de ahora, animoso, resignado, victimista y con mala uva. Mortadelo y Filemón, agencia de información, paridos por la mano de Ibáñez en 1958 en el número 1.394 de la revista Pulgarcito, historieta hecha leyenda o, como tituló Antoni Guiral de forma certera su fantástico libro:  la escuela Bruguera (1945-1963), Cuando los cómics se llamaban tebeos.

Francisco Ibáñez sigue ahí, asomado a la mesa, al dulce potro de tortura, dando a la imprenta páginas y más páginas y álbumes y más álbumes, el último de ellos Mortadelo y Filemón contra Jimmy el cachondo, versión papel de la película del mismo título dirigida por Javier Fesser y recientemente estrenada con el éxito de público que se le auguraba (la tercera, tras La gran historia de Mortadelo y Filemón, del propio Fesser, y Mortadelo y Filemón: misión, salvar la tierra, de Miguel Bardem). ¿Por qué seguir después de 56 años?

Borja Hermoso: –¿Es que, si lo dejara, se aburriría?

F*Ibáñez: -–Pues… sí, desde luego a este paso parece que voy a acabar yo antes que los personajes, ¿no? No sé, hay momentos que ya… no sé, uno está cansado, y dices, ¿y para qué?, pero claro, entonces vuelves a ver que la cosa le gusta a la gente y entonces sigues.

Se llama la irresistible inercia del éxito popular, o quién sabe, la irresistible inercia a secas.
Bien lo sabe el padre de Mortadelo, y de Pepe Gotera, y del botones Sacarino, y de 13, Rue del Percebe, y sobre todo de Rompetechos –“mi favorito”, deja caer Ibáñez sin vacilar–, exponente supremo del eterno tebeo español, ese fenómeno de masas que balbucea a mediados de los cincuenta en cabeceras como La Risa o Paseo Infantil, que eclosiona y estalla en los primeros sesenta de la mano de los hermanos Francisco y Pantaleón Bruguera (el uno, republicano; el otro, franquista, ambos empresarios de corte paternalista y absolutamente seguros de lo que perseguían: edificar un imperio y aplastar a la competencia en el sector del tebeo) y que desemboca en el mismísimo hoy: Barcelona, 2014, Ibáñez dibujando, a punto de cumplir 79 años, a Jimmy el Cachondo, el profesor Bacterio, el Súper, Ofelia y nuestros inefables agentes secretos de la T.I.A.
Ibáñez sostiene en su mesa de trabajo una prueba de la última aventura protagonizada por sus héroes del tebeo más famoso, Mortadelo y Filemón.
Ibáñez sostiene en su mesa de trabajo una prueba de la última aventura protagonizada por sus héroes del tebeo más famoso, Mortadelo y Filemón.
En tiempos no ya de perenne metamorfosis sino de progresiva derrota de lo tangencial y lo analógico a manos de lo virtual y lo digital, bien puede decirse que nada o prácticamente nada ha cambiado para Francisco Ibáñez Talavera (Barcelona, 1936). Sus lapiceros, sus hojas de papel, sus tintas, su imaginación… Nada ha sido fácil en una vida dedicada a construir mundos imaginarios a golpe de viñeta: “Ahí sigo, igual que siempre, bueno, igual no, porque con el paso del tiempo… Mira, en la profesión mía, hacer cinco páginas a la semana es lo normal. Hacer 10 es una heroicidad. Hacer 15 ya es increíble. Y yo durante muchos años hice 20 páginas a la semana. De día, de noche, fines de semana, sin vacaciones, nada, nada, a dibujar todo el rato. La verdad es que en aquellos tiempos la editorial Bruguera nos tenía bastante esclavizados. Era sencillo: querían producir y producir, y producir masivamente, y así reventaban el mercado, reventaban la competencia, que no podía seguir aquel ritmo”.
Ha evitado, hasta donde ha sido posible, figurar en primera línea de fuego en la promoción de la película de Javier Fesser, “se lo ha tenido que comer casi todo el Fesser, el pobre”, comenta no sin que una risilla asome en sus ojos de niño grande. Mortadelo y Filemón, agencia de información (a los que en un principio iba a llamar Mister Cloro y Mister Yesca, agencia detectivesca, o Lentejo y Fideíno, detectives finos)  [¿De verdad se cree eso, señor periodista?] son importantes, pero aún lo es más la familia y la salud. Alerta roja. Y así son hoy las mañanas de Ibáñez: “Por la mañana salgo un rato a pasear, por prescripción facultativa más que nada, porque me dijo el médico que estaba jodidillo y que eso de quedarme quieto todo el día en casa que no podía ser. Así que me puse con el deporte. Me apunté a una piscina de esas de barrio y oye, me hacía 40 piscinas, pero era aburridísimo. El caso es que cuando ya me creía un Mark Spitz, un día, en la calle de al lado, vi cómo una chiquita se hacía cuatro largos en el tiempo en que yo me hacía uno. Me desanimé y lo dejé. Y ahora salgo a caminar, tres cuartos de hora más o menos, y bien”.
Sin tontos registros de nostalgia, pero con mucho respeto y mucho cariño hacia una época y los nombres y apellidos que la habitaron (sus compañeros en Bruguera, Escobar, Peñarroya, Cifré, Vázquez, Raf…), aquel antiguo empleado del Banco Español de Crédito reconvertido en dibujante de chistes para gran cabreo y preocupación de su padre recuerda la vida de entonces. “A las ocho o nueve de la mañana ya me llamaban los de la editorial: ‘¡Ibáñez! ¿Cómo van esas páginas?’. Y cuando las tenía acabadas, pues nada, me metía la carpeta debajo del brazo y me acercaba a entregarlas, un poco como la modista que va a entregar el vestido que ha hecho durante la semana; me pagaban el trabajo de la semana anterior y listos. A veces aprovechaba para comer o tomar algo con algún otro compañero del trabajo que estuviera por allí y luego, hala, vuelta a casa, a volver a sentarte en el taburete y a seguir dibujando”.
Los chisteros de la prensa hacen a la gente reflexionar sobre la realidad. Yo les hago evadirse de ella”
–Es increíble el ritmo que llevó durante aquellos años sesenta y setenta, y es increíble que siga trabajando con esa intensidad. ¿No se sintió Francisco Ibáñez explotado, algo así como una vaca lechera a la que le exprimen las ubres sin descanso, o como la gallina de los huevos de oro a la que no se deja descansar?
–En Bruguera así fue, claramente, pero nunca me quejé, nunca dije que me estaban explotando, yo seguía allí sencillamente porque quería. Eso sí, Bruguera siempre se negó a que los autores tuviéramos los derechos de nuestros personajes, se negó en redondo. Los dueños pusieron cláusulas en los contratos que decían que aquellos personajes eran “herramientas de trabajo en poder de la editorial, que pagaba por ello a sus autores”. O sea, que nosotros no teníamos derecho absolutamente a nada. Te decían: “Oiga, Ibáñez, aquí se trata de producir, ¿eh?, y si no lo hace usted, pues lo hará otro, ya sabe”.
Era un tiempo en el que centenares de miles de niños españoles acometían, sin saberlo, su primera iniciación a la lectura desde las páginas de aquellas revistillas que costaban cinco pesetas, que se llamaban Tio Vivo, DDT, Pulgarcito o Din Dan, y que alcanzaban tiradas de 350.000 ejemplaressemanales. Luego vendrían Mortadelo Especial, Mortadelo Gigante, Súper Mortadelo…, había que estrujar a la gallina de los huevos de oro. Otros personajes de autores rivales, como Zipi y Zape, Anacleto, agente secreto, Las hermanas Gilda, Carpanta o Sir Tim O’Theo también triunfaban…, pero la comparación con Mortadelo y Filemón era inviable. Una era, definitivamente, ida. “Todo eso acabó, los tebeos han desaparecido. Hubo un tiempo en el que en los quioscos veías decenas de colecciones. En la historieta realista estaban El Capitán Relámpago, El Capitán Tormenta, El Capitán Trueno… ¡Cada fenómeno atmosférico tenía su propio capitán en forma de tebeo! Y en la cosa cómica, el Pulgarcito, el DDT, el Tio Vivo, el Din Dan, había una cantidad tremenda de títulos y personajes. Hoy no hay nada. Ha desaparecido todo. Sólo han quedado las revistas esas, ¿cómo les llaman? Románticas. De autores de tebeos sólo quedamos Jan, que hace el Superlópez, y yo. Pero de mi época, sólo yo, claro, no queda nadie, coño. Me he quedado solo. Es un poco triste”.
Ibáñez, en su mesa de trabajo. “Durante años hice 20 páginas de tebeo a la semana”, recuerda. 
Ibáñez, en su mesa de trabajo. “Durante años hice 20 páginas de tebeo a la semana”, recuerda.
–Bueno, yo no diría que es el último superviviente de los tebeos clásicos; usted es más que eso, es el último superviviente de toda una época y de toda una forma de cultura popular. Usted hizo reír al franquismo, al antifranquismo, al tardofranquismo, al posfranquismo, a la Transición, a la democracia…
–¡Je, je, je! Sí, es un poco así, sí. Y la verdad es que guardo buenos recuerdos de aquellos primeros años, a pesar del franquismo; coño, hoy mucha gente dice: “Qué horror, qué mal está todo”. Pero yo les diría: “Joder, pues menos mal que no tuvisteis que vivir el franquismo, que aquello sí que…”. Pero da igual derecha que izquierda, yo he hecho reír igual a todos. Y también les he metido en las historietas, pero con cuidado, ¿eh?, sin intención de molestar.
–Y además, siempre tocando temas de actualidad. En ese sentido, ha sido usted en cierto modo un poco periodista, ¿no?
–Pues sí, pero estoy pensando que voy a dejar este sistema. Es que en un periódico, pum, pasa algo hoy y mañana ya sale publicado. Pero aquí no, a mí hacer un álbum me cuesta dos meses, entre que lo dibujas, lo entintas, lo mandas a imprimir, etcétera. Así que cuando eso sale a la calle, aquel suceso del que he hablado a lo mejor ya no interesa porque mientras tanto han ocurrido 28.000 cosas más. O directamente el personaje en cuestión se ha ido de este mundo. Una vez hice un álbum que, parodiando lo de El señor de los anillos, se tituló El señor de los ladrillos. El protagonista era un señor muy gordo que vivía en Andalucía y que tenía un equipo de fútbol y un caballo que se llamaba Imperioso…, y cuando estaba en las últimas páginas una mañana veo en el periódico que se ha muerto. ¡Hostia, que se ha muerto! Y ya no lo saqué, claro.
A punto de los 79 años –los cumplirá en marzo–, “a lo que uno aspira es a no molestar demasiado a los demás”, sostiene Francisco Ibáñez, que se esfuerza en quitar hierro a la cosa y en no salirse de madre con respecto a la trascendencia a su obra: “El trabajo mío nunca ha sido de crítica social, económica o política; nada de eso, para eso ya están los que hacen los chistes de los periódicos, que por cierto lo hacen magníficamente, aunque poco a poco también esa tradición va desapareciendo. Yo he hecho y hago historietas. Y les gustan. Los chisteros de la prensa hacen a la gente reflexionar sobre la realidad. Yo les hago evadirse de la realidad”.
Mucho más guionista que dibujante según su propia apreciación de sí mismo, hay algo que le llama la atención: la endémica escasez de buenos contadores de historias en un país que, asegura, en teoría está especialmente dotado para ello. “Hoy ya no hay buenos guionistas. Y me choca, coño, vivimos en un país de gente graciosa, tú vas a una reunión y siempre hay el típico tío con una memoria prodigiosa que te cuenta 48 chistes con una gracia que te despatarras de risa, pero yo no sé qué pasa que luego a la gente le das un lápiz y le pones delante de un papel y ¡pssssst! Y es una cosa general, yo creo que en el cine y en la televisión también pasa esto. Y en la literatura. Hay gente con un estilo literario tremendo…, pero un coñazo. Yo creo que Harold Bloom exagera cuando dice que desde Beckett no hay nada nuevo…, pero es verdad que yo ahora mismo no encuentro nada que me interese demasiado”. Y prosigue en su reivindicación a ultranza de los contadores de historias: “Yo nunca he sido un buen dibujante, ¿eh?, a veces me dicen: ‘Mira, Ibáñez, el dibujante’; y no, a lo sumo Ibáñez, el historietista. Hay gente que sí, que hace viñetas que podían colgarse en el Museo del Prado, o en el Louvre, o en la National Gallery, a mí se me cae la baba viendo lo que hacen. No es mi caso. Pero en cambio, a mí se me han dado siempre bien los guiones, contar historias. Y eso es muy dificilillo, ¿eh? Lo más importante en una historieta es el guion, es lo que atrapa al público. Tú puedes dibujar una página bestial, imponente, barroca, magnífica, pero si el guion no engancha, eso no funcionará. Lo que pasa es que después de 60 años… los temas se agotan. Antes cogías un lápiz y un bloc, te inventabas cuatro sketches y cuatro gags, los ligabas y tenías la historia. Ahora te pones delante del papel en blanco y te preguntas: ‘¿Y qué pongo?”.
Cuando toque corneta la evidencia del paso del tiempo y la llegada del descanso, a Ibáñez le quedarán sus criaturas, lo inventado, lo plasmado en papel y lápiz, tantas mañanas, tantas tardes y tantas noches a bordo del tablero de dibujo. Y más cosas, pero sobre todo una: sus lectores, los de antes y los de ahora, los de siempre, incluidos esos padres que compran tebeos a sus nenes para leerlos ellos. Recuerdos, homenajes al público: “Cuando empecé a hacer sesiones de firma de libros casi todos los que venían eran niños; ahora eso ha cambiado mucho, yo me atrevería a decir casi que vienen más adultos que niños, qué curioso, ¿verdad? Vienen médicos, abogados, arquitectos… y me cuentan cómo, algunos días de esos de nubarrones en la cabeza, se meten por la noche en la cama y cogen un albumito de los míos y acaban el día felices. Yo a veces pienso que a Mortadelo y Filemón los deberían vender en las farmacias, en tubitos, como somníferos”.
Se ve caer ya la tarde frente a la ventana de Francisco Ibáñez, por donde muere la Gran Vía y por donde Barcelona enciende sus luces. Debajo de su casa hay un bar de los de siempre y con lo de siempre, Los Porrillos, se llama, que ya es llamarse. Allí se acodará Ibáñez junto a Mortadelo y junto a Filemón Pi, el putilla y el eterno perdedor. A tomar algo y a preguntarse cosas. Cosas como por qué los vejestorios (o jovenzuelos) gerifaltes de la alta cultura nunca pudieron con los tebeos. “Ha habido siempre un desprecio total hacia los tebeos por parte de la alta cultura; yo me acuerdo de una vez que mi editor me hizo ir al Café Gijón a un encuentro de los autores más vendidos. Yo le dije: ‘No me jodas, ¿qué pinto yo en el Gijón, tú sabes qué autores estarán allí?’. Y bueno, bah, al final fui. Y todavía me acuerdo de ver cómo pasó delante de mí aquel autor de teatro, Buero Vallejo, y me miró como diciendo: ‘Pero ¿qué hace este desgraciao aquí?’. ¡Qué caras ponían al verme!”.
Pero oigan: que le quiten lo bailao, que levante el dedo el que haya vendido en este país más libros que Francisco Ibáñez. Que levante el dedo el que haya propiciado más nuevos lectores que él. Que se levante y se reivindique quien crea que ha llegado a más corazones que Mortadelo.

2 comentaris:

Anònim ha dit...

¡Geniales las entrevistas, (aunque se repitan algo)! ¡Muchas gracias!
carlos

maginelmago ha dit...

Las entrevistas de Ibáñez son repetitivas en cuanto a preguntas (salvo en este caso) y en cuanto a respuestas. Pero pasa lo mismo para cantantes, escritores, actores... Como digo, las estoy usando para ver la evolución de responderlas para alguien que inicialmente no estaba en ese mundo del espectáculo/entrevistas. Si tienes oportunidad, carlos, escucha alguna de las que hay por ahí: es fascinante la velocidad a la que habla y piensa el señor Ibáñez, a la vez que es muy divertido. No es un entrevistado típico. Es como alguien normal que hable y además como Ibáñez-eldelostebeos hablando.