20200602

Patentes e Inventos

Data Estel·lar poliestirada Dimarts 20200602

Por si alguien aún no se ha fijado, este blog hace un tiempo que ha evolucionado en algo pintoresco que ya se verá lo que dura: por un lado, los mensajes o artículos; por el otro un diálogo con uno o dos comentaristas habituales. 

En uno de los últimos artículos, sobre inventos de los que salen uno tras otro en el Manual de Tarconi, de Editorial Montena de 1977, saco el tema de las patentes. En uno de los comentarios: pero es más romántico, más tradicional, más noble pensar en el inventor y no tanto en la patente o el uso industrial. Es una idea que nos habían imbuido en el siglo XX.


De una manera indirecta, ese artículo y el libro en su conjunto (a veces de manera expresa) pide patentar inventos, en el improbable caso de que el lector desarrolle una gran idea. 



Recuerdo una idea aún más vulgar que de la patente: una cámara de comercio e industria hacía unas jornada allá por el 2009 sobre cómo crear una empresa para venderla a Google y pegar un pelotazo. Me quedé planchaíco con el anzuelo que lanzaban. La empresa no era para ganar dinero con lo que se se producía, sino un mero resorte financiero. Dudo que hubiera mucho éxito. Vamos, no creo yo que el Google compre las birrias que suelo ver por estas comarcas pero la idea de "a ver si un fondo de inversiones compra esta sociedad anónima que tengo por aquí" es temible, y que eso lo haga una institución tan de tocar como la cámara de "comercio" (en principio, las tiendas) e industria (tan físico, tan apegado al terruño o que debería estarlo porque suele hacer referencia a industrias locales o comarcales).

El caso es que lo de las patentes no lo decía yo por nada, sino porque el libro lo menciona ora sí, ora también. 

La causa supongo que son esos inventos que no se suelen atribuir a italianos que los han inventado. Si lo miramos bien, es nacionalismo. Sin más. Que el inventor sea italiano no redunda de manera directa ni indirecta en beneficio para su economía local ni para sus paisanos. De hecho, el florentino de origen Meucci vivía en Estados Unidos.

El ejemplo claro es: el autogiro de Juan de la Cierva... ¿Qué? ¡Humo! No sirvió ni como invento ni como palanca para desarrollar una industria aeronáutica, de ingeniería, de construcción mecánica, automovilística, ni de motores ni de rotores ni de aumentar la capacidad de invención. Nada es nada.
Eso sí: "el inventor español". Pues vale. Con eso y un chicle de menta, refresco mi boca.

Ya tenía preparada esta página, porque seguramente es la clave: Antonio Meucci, inventor del teléfono. Pero siempre nos decían que era Graham Bell. El libro de 1977 aduce que ya se reconoció en 1866  la paternidad a Meucci pero yo recuerdo, no sé, entrado el siglo XXI, hacia el 2011 aprox (puede que antes), una noticia que todo el mundo comentaba que que "ahora decían que Graham Bell no inventó el teléfono sino que fue un italiano". "Ya, claro, ¿y qué más?" Y yo, que ya comenzaba con mi idea de "es que eso de que un invento lo hace uno solo no suele ser verdad: hay muchas manos". Eso sí: entretanto, la crítica pasa y la ganancia queda.

El racismo va implícito: los arios y sus descendientes pueden y deben inventar; los demás, miran.

Sobre el diálogo: que haya habido muchos esfuerzos en fabricar un aparato que le roba las monedas a un individuo, no implica que haya que respetarlo; al contrario: lo han hecho mal y tiene que quedar evidencia y compensación al sufrido usuario o cliente. Así que no estoy de acuerdo con lo que dice Tarconi

Recordemos que el registro de la propiedad industrial fue la vileza que usaron los empresarios editoriales de España y de todo el mundo para poner a su nombre las creaciones de dibujantes, guionistas o diseñadores. Ideas, marcas, personajes, series que ahora están en manos de un minúsculo oligopolio global: Disney, Penguin y no se crean que hay mucho más.

3 comentaris:

Anònim ha dit...

Tú hablabas de que, en definitiva, los inventos no brotan de una mente así por la genialidad de esa mente, sino que son el resultado de un proceso colectivo en el que ese inventor era el último eslabón que recogía el saber previo y lo aplicaba; hoy en día en el que son equipos de investigación, aún queda más olvidada la figura del inventor como individuo...mi modelo es Arquímedes de Siracusa, que entregaba a la polis su sabiduría y sus aplicaciones para vencer a los romanos... romántico, pero ambos, Estado e inventor,salían beneficiados.
carlos

Anònim ha dit...

Y, a todo esto, Tarconi no era un pato en un mundo de patos...¿es que los pollos son más listos que los patos?
carlos

maginelmago ha dit...

Hum. Busca por ahí la fundación de Patoburgo o Patópolis, sobre la Juventud del Tío Gilito y sobre las relaciones familiares de los patos y del resto de palmídemos de esas historietas.