Data Estel·lar misteriosa Dijous 20181004
¿De dónde saca usted las ideas? Parece ser que es una pregunta molesta para los creadores, y no sé por qué la verdad.
Y luego estamos los que buscamos de dónde salen las ideas. En la página 131 de este hilo de latiacomforo les ha pareceido que el accidente nuclear oculto de noviembre de 1970 pudo ser el origen de la divertida historieta de Mortadelo y Filemón titulada El Troncho-90... siendo, a su vez, una misteriosa historieta que parece ser una aventura mediolarga de varias páginas con varios episodios y que ha traído de cabeza a los aficionados e investigadores mortadeleros durante muchísimos años.
Por un lado, no parece que la idea surgiera de ese accidente, si pensamos que El País desvela un informe secreto pero lo hace en su edición del día 19941024, muchos años después de la publicación de la historieta y del propio suceso.
11.00 horas del 7 de noviembre de 1970. Técnicos del Centro de Energía Nuclear Juan Vigón [pero si suena a Técnicos de Investigación Aeroterráquea, oiga] de Madrid inician la operación de trasvase de 700 litros de desechos de alta radiactividad. A las 11.05, decenas de litros de ese líquido corren ya por los desagües de Madrid hacia el río Manzanares. Acaba de producirse la más grave contaminación radiactiva de la historia de España. Los habitantes de Madrid y sus alrededores no fueron informados del hecho y consumieron toneladas de verduras y hortalizas contaminadas. Ahora, 24 años más tarde, se han conocido por primera vez los informes confidenciales y secretos sobre el alcance de aquel suceso.
Todo ocurrió un sábado por la mañana, en el Centro de Energía Nuclear situado en la avenida Complutense. Los desechos radiactivos debían trasvasarse del tanque A-1 de la planta M-I, donde había un reactor nuclear, al depósito T-3 de la planta CIES, donde se trataban los residuos. Los litros de líquido radiactivo vertidos en el Manzanares contenían Estroncio-90, Cesio-137, Rutenio-106 y partículas de Plutonio. El río Manzanares lo llevó hasta el Jarama y, del jarama, al Tajo. Decenas de kilómetros cuadrados de huertas fueron regadas con aguas de esos ríos contaminando los productos que crecían en ellas."Impedir el consumo de los vegetales que crezcan en las parcelas contaminadas ( ... ) Impedir el riego con agua de los canales y ríos que contengan agua o fangos contaminados". Estas recomendaciones figuran en un informe confidencial que redactó el 14 de enero de 1971 la Comisión Asesora de Seguridad del Centro Nacional de Energía Nuclear Juan Vigón (JEN). En el mismo informe se pedía una evaluación de "los riesgos a causa de la ingestión de alimentos contaminados con Estroncio-90". Para entonces, ya habían pasado dos meses del suceso y, obviamente, ya se habían consumido hortalizas contaminadas.
Hortelanos engañados
No es extraño que se actuara con tanta lentitud si se tiene en cuenta que el mismo sábado del accidente, y cuando ya estaba detectado el mismo, los técnicos del Centro Nacional de Energía Nuclear se marcharon de fin de semana. "A las 2.45 horas aproximadamente cesaron las actividades relacionadas con el accidente y no se reanudaron hasta el lunes siguiente, día 9 de noviembre", se indica en el informe confidencial fechado el 18 de noviembre de 1970. Pero, además, los consejos de retirar hortalizas y prohibir el riego se cumplieron sólo en contadísimos casos, muy probablemente para no causar alarma entre la población, expuesta a una contaminación externa e interna por los efectos de la cantidad de líquido fugado (en un informe se habla de 40 litros y en otros de 80).
Benigno Girón, hortelano de 64 años., sigue hoy cuidando su huerta en Valcarrada Chica (Villaverde Bajo), a media docena de kilómetros del edificio del JEN.
Girón tenía 40 años cuando dos inspectores, acompañados de un policía, aparecieron por su campo, que linda con el río Manzanares. "Se llevaron dos o cuatro sacos de escarolas, lechugas y repollos; hicieron lo mismo dos semanas más tarde",-, recuerda Benigno Girón. "Nunca me dijeron qué pasaba y, como siempre, vendí todo en el mercado de Madrid".
Benigno comenta que él también comió productos de aquella cosecha. Hace 14 años, este hombre fue operado de un cáncer de laringe. Nunca se sabrá si su enfermedad guarda o no relación con el accidente por una sencilla razón: jamás se hizo un estudio epidemiológico de las zonas afectadas.
En Perales del Río (Madrid), cerca ya del Jarama, el hortelano Luis Lafuente también recuerda "algo raro que ocurrió en aquel año". "Las hortalizas empezaron a secarse y tuvimos que dejar de regar varios días". "Nos dijeron que era por un vertido de gasoil". Las plantas que no se secaron fueron vendidas en el Mercado Central de Madrid."
Más abajo, en San Martín de la Vega, en plena vera del río Jarama, Celedonio Guijarro también demuestra buena memoria: "Se llevaron barro de las caceras (canales de riego) y meses después se comentó que el agua había bajado con átomos". Felipe Sevilla, uno de los principales propietarios del pueblo, le interrumpe: "¡Aquí hay que hablar con cuidado! No pasó nada. No se llevaron ni una de nuestras verduras, que son las mejores de España, y aquí no se ha muerto nadie, salvo por accidentes". "Todos estamos gordos y sanos", subraya Celedonio.
José Manuel Garayalde tenía entonces una finca en Gózquez de Abajo, perteneciente al municipio madrileño de San Martín de la Vega: "Vinieron unos técnicos de la Junta de Energía Nuclear, vestidos con batas blancas, y compraron -toda la cosecha de coliflor que teníamos. Dijeron que estaban haciendo investigaciones sobre un nuevo pienso para el ganado. Pagaron una señal de '10.000 pesetas y se llevaron una partida de las hortalizas en una furgoneta".
"Al cabo de un mes sin noticias", sigue Garayalde, "y cuando las coliflores se habían echado a perder, conseguimos que pagaran el precio convenido. Nunca pasaron a recoger el resto de las coliflores. Tampoco nos recomendaron que no se consumieran y nunca nos dijeron qué había pasado".
Otros testimonios sobre recogida de muestras han sido expuestos por Jesús Rodríguez, en Ciempozuelos, o Pablo Nieves García de la Vega, en Seseña, así como en otras localidades regadas por el Jarama. Escuchándoles que vendieron sus cosechas para el consumo podría deducirse que apenas hubo contaminación en la zona. Los informes señalan lo contrario.
Así, en un documento fechado el 21 de diciembre de 1970, se indica que ya han sido detecta das 48 parcelas con elevada contaminación, alguna de ellas con una radiactividad 20 veces supe rior a la permitida. Un mes más tarde, el 18 de enero, los datos debían ser más alarmantes, pero nunca se conocieron "por orden superior", como consta en un acta del 3 de febrero redactada por la Comisión Asesora de Seguridad Nuclear del Centro Nacional de Energía Nuclear Juan Vigón.
Pero de los datos reseñados en los informes secretos ahora desvelados se desprende que la contaminación era muy superior en el agua de los ríos o en los lodos de los canales de regadío.
Uno de los técnicos de la JEN que realizó inspecciones en el área afectada, y que aún hoy prefiere guardar el anonimato, cuenta que iba por la vega del Jarama con un detector de radiactividad del tipo SPP-2. "En muchas ocasiones", dice, "el contador subía al límite, que era 15.000 cuentas por segundo, cuando lo normal en el ambiente suele ser entre 100 y 120 cuentas por segundo". "La gente nos preguntaba qué hacíamos y les teníamos que mentir", añade.
Lechugas bajo Moncloa
Por los informes a los que ha tenido acceso este periódico -otros no se incluyeron al expediente "por orden superior"-, se sabe ahora que en la propia sede de la JEN, muy próxima a la Ciudad Universitaria, se midieron dosis de radiactividad un millón de veces superior a la tolerable a lo largo de todo un ano.
Diez días después del accidente, en el Manzanares y en el Jarama, y hasta en las inmediaciones de Toledo, se detectaron dosis de hasta 10.000 veces la permitida. En una zona de Aranjuez se midieron dosis 75.000 veces superiores a la permitida. Personal de la antigua JEN recuerda que la contaminación se detectó incluso en Lisboa, en la desembocadura del río Tajo, pero no hay referencia oficial al respecto. Pese a todo, en ningún momento se prohibió el uso del agua de esos ríos.
El silencio sepulcral sobre lo ocurrido sólo se rompió en marzo de 1971, cuando los periódicos de la época se hicieron eco de algunas filtraciones sobre el accidente. Para entonces, cosechas enteras ya habían sido consumidas y otras, regadas con agua contaminada, ya estaban crecidas. La JEN, además, difundió una nota tranquilizadora minimizando los hechos. Las cosechas de los años posteriores fueron también regadas con aguas que seguían contaminadas. Pese a ello, nunca se realizó un estudio médico para saber las repercusiones sanitarias sobre la población afectada.
"No se espera que el escape tenga consecuencias graves a largo plazo. En lo que concierne a las consecuencias a corto plazo, se carece de la información suficiente para llegar a una conclusión". Era ésta una de las resoluciones del informe redactado por la JEN el 5 de diciembre.
En julio de 1971, cinco miembros de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) visitaron las instalaciones del centro madrileño. En su informe posterior, la OIEA describe el accidente de noviembre de 1970 y reconoce que se produjo contaminación "en los lechos del Manzanares, Jarama y Tajo, así como en los canales de riego alimentados por esos ríos". El documento recomienda, entre otras cosas, mejorar los procedimientos para el manejo de los residuos procedentes del reactor nuclear JEN-1.
Pero las huellas de lo ocurrido todavía subsisten. Las cosechas de las huertas donde se detect6 el mayor nivel de radiactividad fueron compradas por la JEN. A la sede de la junta llegaron decenas de camiones con verduras contaminadas. La mayor parte de ellas fueron enterradas en un descampado del mismo centro de investigación, hoy conocido como Centro de Investigaciones Energéticas, Medio ambientales y Tecnológicas (CIEMAT), en plena Ciudad Universitaria, y concretamente en el número 22 de la avenida Complutense, muy cerca del palacio de La Moncloa. Las lechugas están hoy bajo un talud hecho al efecto junto al campo de fútbol del centro.
Miguel Yuste, de la Confederación General del Trabajo (CGT), miembro de la sección sindical del CIEMAT, sigue denunciando hoy la existencia de elementos radiactivos guardados o enterrados en el CIEMAT. El centro realiza periódicamente campañas de sondeos en el subsuelo de la zona, pero sus resultados son confidenciales.
Informe elaborado por Carlos Yárnoz y José Yoldi.* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 24 de octubre de 1994
Ahora bien, y sin descartar cualquier otro tipo de inspiración (las pelis de espías y las novelas iban llenas de radioactividad), resulta que en el ABC de 19710509 se hace una entrevista en la que el presidente de la siniestra Junta de Energía Nuclear, José María Otero Navascués, quien, cobardemente, delega en un "ayudante de su confianza" y anónimo todo lo que tenga que decir. Vamos, que el tal presidente era el típico indocumentado colocado a dedo en las alturas y el segundo era el tipico correveydile. La energía nuclear acababa de iniciar su andadura en España de la manera más lógica: con secretismo y accidentes. Dentro del secretismo estaba que el Franquismo buscaba fabricar bombas nucleares. cita el troncho digo el estroncio-90: http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1971/05/09/047.html
Tenemos otro enlace por ahí, de El Mundo, donde se habla de "la sabiduría" del militar Otero Navascués... Ya, claro, y lo basa en que su gran éxito en pro de la Humanidad fue que España no firmara el Tratado de No Proliferación Nuclear... cosa que se consigue, muerto Franco, con el gobierno elegido democráticamente del PSOE de Felipe González Márquez.
[quote="ABC"]Dice usted «liquido radioactivo>>... ¿Qué contenía, en realidad, ese líquido?
—Elementos radioactivos, es decir, para ser más concretos: Estroncio 90, Cesio, Cerio, Ruterio y algunos más... -
—¿En qué medida cada uno de ellos?
—Estroncio, Cesio y Cerio son siempre los que tienen más concentración.
El día 16 mencionan que el accidente fue en noviembre pero no localizo el vocablo "Estroncio" de donde deriva el chiste del elemento llamado "troncho":
Nótese que la misma página tiene un irónico "agradecimiento de la Asociación Española Contra el Cáncer". Por fuerza tuvo que ser a posta, como una protesta oculta. La radioactividad genera cáncer, y las estadísticas sobre el alcance y mortalidad están sellados en varias comarcas españolas con riesgo atómico.
Aunque leo lo de febrero en la entrevista y leo en El País lo de que algunos diarios (amplío: Informaciones y ABC) publican la noticia en febrero, la fecha más antigua que localizo en el ABC es 19710502 ¡en la edición de las 4 DE LA MADRUGADA!, lo que sospecho que es un camuflaje para hacerla desaparecer a lo largo del día, aunque la pusieran entonces en lo que parece una portada:
Del ABC: 197105202. Determinados tramos de ribera de los ríos Manzanares, Jarama y Tajo contienen cesio y Estroncio en cantidades superiores a lo tolerable, según se ha afirmado en medios científicos relacionados con la investigación nuclear, "según estas fuentes, el limo de las riberas de estos ríos ha mostrado un contenido de cesio 137 y de Estroncio 90, «superior a lo tolerable» normalmente y suficiente para considerar contaminadas estas zonas.
Puesto al habla un redactor de Pyresa con un investigador de la Junta de Energía Nuclear, se le ha informado, sin embargo, que la presencia de ambos elementos radiactivos en las riberas de los tres ríos no alcanza tales proporciones, aunque
no se ha especificado en cuáles se ha detectado.
«Las aguas del Tajo, hasta Toledo, son aguas contaminadas, pero no por productos radiactivos, sino químicos-», se ha afir-mado en relación con este hecho. «Son, en realidad, aguas "con-trahigiénicas", es decir, plenamente contaminadas e inadecua-
das para permitir la vida en ellas. Los peces muertos que se observan en sus orillas son una muestra. Pero no precisamente por contaminación nuclear. Nosotros —prosigue el investigadorconsultado - realizamos periódicamente análisis y desde luego nos mantenemos en los márgenes permitidos vor los organismos internacionales, como la E. N.E.A. .
El propio investigador ha manifestado que, aunque la primavera y el otoño son épocas más propicias para que la radiactividad se incremente, desde la primera alarma —el 1 de noviembre—hasta hoy ha decrecido notablemente la contaminación radiactiva en las orillas de los tres ríos. La Junta de Energía Nuclear, cuyo centro de investigaciones Juan Vigón vierte sus aguas en el Manzanares, estudia en la actualidad procedimientos para evitar la contaminación por esta causa
Proyecto Islero: Sobre la bomba nuclear franquista a fabricar en Lubia, pueblo de Soria, de Franco, Juan Vigón (quien inicia el proceso de donde deriva el nombre del centro de investigaciones) y Carrero Blanco en el mismo ABC
Quien parece ser el mayor experto en el tema, el historiador Luis Castro Berrojo, que era militante de base del PCE y, sin embargo, antinuclear (porque la cúpula era más idiota) y ecologista, más bien sitúa la bomba atómica de Matas de Lubia como un proyecto (¿o continuación del anterior u otro proyecto? tambiénen Soria pero en la Transición y desde 1976. Así aparece en la revista El Ecologista número 88 con fecha 20160301, boletín de Ecologistas en Acción.
Aquí, de una entrevista de, entiendo, Enric Llopis, en Rebelion.org. Lo que pasa es que desde 1972 y no nos habla de antes. Sirve para saber sobr la locura de tipos incluso con cara de buena gente como Areilza... tanto católico de salón que quiere bombas para matar...
¿La aspiración al armamento nuclear fue sólo una ambición del franquismo, o es extensible a los gobiernos de la Transición?
Es una idea del final de la dictadura que luego se intenta desarrollar en la primera etapa de la Transición hasta 1981. La decisión política sobre el CIN II la tomó el último gobierno de Franco, pero el asunto fue uno de tantos que tuvieron continuidad en la democracia incipiente; de hecho las obras de infraestructura del Centro empezaron en 1977.
Los primeros estudios se hicieron en los años sesenta, bajo los auspicios del general Muñoz Grandes, entonces número dos del régimen, de Carrero y, probablemente [siempre digo: "pues pruébalo"], del propio Franco. Ciertos mandos militares franquistas, sobre todo de la Armada, controlaron la Junta de Energía Nuclear desde el principio y patrocinaron la I + D nuclear con fines energéticos, sin descartar a más largo plazo el uso militar. Para ellos, un arsenal nuclear táctico sería útil ante posibles conflictos en el Mediterráneo y en Marruecos, a la vez que daría una mayor influencia internacional y capacidad de negociación ante EE.UU.
Estos temas fueron siempre secretos pero, ya en la Transición, hubo manifestaciones oficiales favorables a la bomba atómica española, como las de los ministros [José María de ]Areilza y [Carlos] Franco Iribarnegaray en 1976. Hasta 1981 la prensa recoge bastantes declaraciones de autoridades con un sentido análogo: España tiene capacidad técnica para fabricar el arma atómica y no descarta que ello pueda ser una realidad en el futuro.
Según la página no oficial, el Troncho-90 historieta de Mortadelo y Filemón se publica con fecha 19720207 a lo que yo suelo restar 2 o 3 meses de confección de la revista, guión, dibujo y tinta: eso nos sitúa en noviembre o diciembre de 1971, o incluso octubre de 1971.
Si Ibáñez hubiera optado por contar estas cosas en alguna entrevista, en algún libro tipo el de Entrevista con Hergé por Numa Sadoul o en alguna serie de reportajillos en Top Comic o ¡más diver, en entrevista hablada radiofónica o de vídeo... que hubiera podido no excluir el humor... pues hubiéramos obtenido todos más información pero también más diversión. Por ejemplo, sabríamos si ese estilo de dibujo ya "clásico", que no es ni el de la Agencia ni el del Sulfato ni el de los Seriales... estaba inventado ya en 1972 o en 1971 o en 1970.
Carlos Yárnoz, co-autor del reportaje clave de El País recuperaba la informaciónen 20180916 ¡un mes antes apenas de escribir sobre esto!:
Omertá nuclear
El problema de esconder un vertido como el del Jarama tanto tiempo es que nunca llega el momento de descubrir a los responsables ni de satisfacer a las víctimas
La obligación de un periodista es publicar eso que el poder quiere ocultar; pero, cuando la noticia se difunde 24 años después, el informador contribuye más a la historia que al periodismo. El problema de esconder algo tanto tiempo es que nunca llega el momento de descubrir a los responsables ni de satisfacer a las víctimas. Eso ha ocurrido con el peor accidente nuclear en España, que se produjo en 1970 en Madrid. El franquismo lo ocultó, pero aún hoy sigue habiendo graves lagunas y escaso interés por esclarecerlas. Hubo que esperar un cuarto de siglo para valorar públicamente el desastre. Fue el 24 de octubre de 1994 cuando EL PAÍS difundió por vez primera el informe secreto de la Junta de Energía Nuclear (JEN) sobre los entre 40 y 80 litros del líquido altamente radiactivo que acabaron en el alcantarillado de Madrid para dejar un rastro letal por el Manzanares, el Jarama y el Tajo.
Muchos ciudadanos se enteraron entonces de que ellos y sus familias habían consumido verduras regadas con agua radiactiva. El informe decía, por ejemplo, que la JEN había detectado en Aranjuez un nivel de radiactividad hasta 75.000 veces superior al normal. Imposible olvidar las caras de los agricultores aquellos días de 1994 cuando les contamos datos del informe. Benigno Girón, azada en mano, fue el primero con quien hablamos en su huerta de Valcarra Chica. Recordaba que, sin explicación alguna, unos agentes se llevaron sacos de lechugas de su campo en el otoño de 1970. Tenía entonces 40 años. A los 50, sufrió un cáncer de laringe. ¿Tuvo algo que ver el consumo de hortalizas contaminadas? Nunca lo sabremos, y ese es el capítulo más grave de esta historia, porque ni entonces, ni 24 años después, ni tampoco con posterioridad se ha hecho un estudio epidemiológico de la zona. [NI SE PIENSA HACER O ¿ES QUE SOMOS TONTOS?] Ocultar un hecho tan brutal es propio de una dictadura, pero Franco murió solo cinco años más tarde y, por tanto, es incompresible que nadie reaccionara cuando aún había margen para paliar el desastre, asistir a las víctimas y futuras víctimas de cánceres, retirar tierras contaminadas, prohibir el consumo de productos de esas huertas, indemnizar a los campesinos...
Nada se hizo. Al contrario. La ley del silencio se mantuvo hasta que EL PAÍS la rompió. Y aun así, la reacción de las autoridades fue casi inexistente. El fiscal Emilio Valerio fue el único que se interesó. Hasta ahora. Han pasado 50 años y todas las cuentas siguen pendientes. ¿Mejor seguir en silencio? ¿También en esto?
¿Y Bruce Banner qué pensará de todo esto? Porque, según recoge y reemite Palestradigital en 20110318:
Por cierto, según el Consejo de Seguridad Nuclear, en las cercanías del CIEMAT se registran a diario los valores de rayos gamma más altos de España. ¿Qué son los rayos gamma?
La radiación gamma o rayos gamma(γ) es un tipo de radiación electromagnética, y por tanto formada porfotones, producida generalmente por elementos radiactivos o procesos subatómicos como la aniquilación de un par positrón–electrón. […] Generalmente asociada con la energía nuclear y los reactores nucleares.
Parece lejano pero las centrales nucleares con fecha de caducidad eterna, el silencio, la opacidad, las palmaditas en las espalda a a criminales que ganan dinero generando terremotitos, o el argumentar miserablemente que hay que hacer bombas para crear empleo, como se vio en partidos ¿humanistas, progresistas de cambio social y cultural, de las plazas, radicales? en verano del 2018 es demasiado habitual.
Curiosidad que leo el 20181005, tras haber enviado este artículo: el diario Público inserta la nota el mismo 20181005 titulada: España reconoce por primera vez sus zonas afectadas por contaminación radiactiva
Y cita al diario El País:
Así que el mismo día que nos enteramos vía noticia de 1994 y que publicamos todo esto, el diario Público saca esa noticia.
En El País de 20180915 ponen hasta un mapa de la zona: .Los márgenes del Jarama esconden desde 1970 restos de un escape radiactivo clandestino y vuelven enviar a su noticia del año 1994. No sé si es casual o si son formas de dirigirnos hacia tal o cual información.
Parece lejano pero las centrales nucleares con fecha de caducidad eterna, el silencio, la opacidad, las palmaditas en las espalda a a criminales que ganan dinero generando terremotitos, o el argumentar miserablemente que hay que hacer bombas para crear empleo, como se vio en partidos ¿humanistas, progresistas de cambio social y cultural, de las plazas, radicales? en verano del 2018 es demasiado habitual.
Curiosidad que leo el 20181005, tras haber enviado este artículo: el diario Público inserta la nota el mismo 20181005 titulada: España reconoce por primera vez sus zonas afectadas por contaminación radiactiva
Y cita al diario El País:
No obstante, entre las zonas señaladas por el organismo se incluyen ocho zanjas en las márgenes del canal del Jarama que nunca habían sido señaladas públicamente hasta que el diario El País desveló su existencia hace unas semanas.
Además de la pedanía de Palomares (40 hectáreas con presencia de plutonio y americio), y las ocho zanjas del Jarama, el CSN incluye también en su listado las Marismas de Mendaña, en el estuario de río Tinto, (un terreno de 1.600 metros cuadrados conocido como CRI-9 con presencia de cesio); la balsa de fosfoyesos de Huelva ( 1.200 haectáreas con presencia de radio); el paraje de El Hondón, en Cartagena (con unos depósitos de lodos de fosfatos en 108 hectáreas con presencia de uranio); y el embalse del río Ebro en la localidad de Flix, donde había unos lodos de fosfatos con presencia de uranio que ya han sido retirados.
Así que el mismo día que nos enteramos vía noticia de 1994 y que publicamos todo esto, el diario Público saca esa noticia.
En El País de 20180915 ponen hasta un mapa de la zona: .Los márgenes del Jarama esconden desde 1970 restos de un escape radiactivo clandestino y vuelven enviar a su noticia del año 1994. No sé si es casual o si son formas de dirigirnos hacia tal o cual información.
Y anotan que la suciedad del río se la llevaron a el llamado cementerio nuclear y antigua mina de El Cabril, entre Hornachuelos y la Fuente Obejuna (la del teatro, comúnmente denominada Fuenteovejuna), en Córdoba... ¿habrá alguna incidencia mayor de la habitual en esa región? Esa mina ya fue descubierta como radioactiva por Antonio Carbonell Trillo-Figueroa, nieto de los del aceite Carbonell y el segundo apellido... a saber si emparentado con el del político del PP. Biografía del ingeniero de minas, erudito, esperantista e intelectual, por cierto, adicto al golpe militar de Franco como no podría haber sido de otra manera. De hecho, en su minería participaron italianos (=aliados de Franco) durante la Guerra Civil.
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