20210607

Forrando libros: un ejemplo de error

 Data Estel·lar forrandiz Dilluns 20210607

Una de las cosas que siempre me ha molestado de sitios como la Universidad o tantos libros y cursillos es que te cuentan unos presuntos casos de éxito, generalmente inasumibles, porque son derivados de inmensas inversiones y de un poder omnímodo para llevarlos a cabo en administraciones públicas o en empresas gigantes estadounidenses. Cuando te cuentan cosas sobre países y sus economías, ídem. Nunca se cuentan casos mediocres o casos fallidos o ejemplos de intentos que no surtieron el efecto deseado, excepto que sea para decir "¿qué se puede esperar de esa gente?" La respuesta que suelen dar es que "hay que contar los éxitos para aprender de ellos" pero es insuficiente porque siempre falta información... y recursos intelectuales, logísticos, financieros, de capital humanos, dinero a paladas, espacio, capacidad de organización, mentalidad... En definitiva, no te cuentan lo que pasa a tu alrededor, no te cuentan casos y cosas normales y corrientes para decir: "mira, de aquí podemos aprender esto y se podría ir por allí". Más críticamente y más pesimísticamente (valga el vocablo, 30 años después de haberlo escuchado en universidades), es que no tienen ni idea de que hacer en los casos normales y corrientes. 

Así que me revuelvo contra eso y sí que pondremos un caso, qué menos que uno, de error en el bibliocolage de arreglo de libros. No es nada insalvable pero es molesto: se trata de un cacho de plástico adhesivo de forrar que se queda hecho un guiñapo en la mano con el riesgo de que se pegue al libro

La solución, PORQUE A ESO VAMOS, es cortar con las tijeras inmediatamente ese trozo.

Alejarlo lo más rápido del libro o libros a forrar. Por ejemplo, ponerlo sobre la parte blanca de donde ese u otro segmento de adhesivo se hubiera desenganchado. ¡Lejos! Porque se te pega donde no quieres en cuanto te despistas. 

Con flema inglesa, procédase a seguir forrando el libro con lo que se tuviera y pensar a optar por forrarlo por completo otra vez o la parte aún no forrada (hemos recortado el trozo arrugado).

Posteriormente a hacer todo el proceso completo de forrado, pase de un elemento rígido tipo una regla para evitar burbujas, pincharlas con un alfilercito o rasgarlas con tijeretazos, poner el libro aplastado bajo un peso o entre muchos libros en un estante durante horas o días... ya te puedes dedicar a ver si vale la pena salvar algo del adhesivo arrugado. 


Lo habitual es que no: incluso, y mira que soy de intentar guardar, lo más adecuado es hacer una pelota y tirarlo a la basura cuanto antes. 

Puedes guardar trocitos pequeños o tiras de adhesivo que no se hayan podido usar para forrar un tomo, pero un papel que se ha arrugado es un problema. 

No pasa mucho. Es una pena que suceda y uno siempre se queda pensando si se puede hacer algo para evitar una huella ecológica en el planeta.

En la foto tenemos también otro intento medio exitoso. Tomar un libro con décadas de uso, previamente forrado. El forro se había desenganchado. Es algo raro. El forro que uso no suele despegarse. Tampoco noto que amarille en exceso, por ejemplo, la parte interior de la tapa o las guardas. Debo decir que ese libro no lo forré yo e ignoro con qué marca de papel se forró.

El caso es que fuimos arrancando el papel de forrar antiguo. Con un poco de presión dáctil, con una regla, estirando hacia arriba, unas tijeras para ir cortando papel poco a poco como si fuera queso. Se hizo ese montón. Nótese que no se había acabado. Es un trabajazo porque siempre parece que nos vamos a quedar sin el color de la tapa.

Si se amplía la imagen, se nota que la parte inferior ya había perdido parte del color del código de barras y el amarillo. Se había ido con el papel de forrar, aunque no se notara en dichos trozos y no se notara a simple vista más que escudriñando porque sabemos que sucede. 

Es un riesgo. Lo importante es no perder lo relevante de vista. El objetivo es salvar las tapas, que soportan y protegen el contenido. Hay que robustecer las aristas y los bordes que chocan contra el suelo, contra otros libros, contra carpetas, libretas o maletas y mochilas. 

Es importante, igualmente, no perder el texto. Una buena opción es fotografiar o escanear la portada antes... problemo: que lo más seguro es que ya estuviera perjudicada antes, causa de forrarlo. Pero se puede intentar. En el peor de los casos se podría imprimir y pegar con pegamento, o imprimir sobre papel pegatina (tipo Apli y otras marcas). 

En este caso, no se perdió gran cosa. Con rotus de punta fina reconstruimos un poco el código de barras y alguna letra. 

El amarillo: suerte que es como el de plastidecor pero se puede usar el del fluorescente, sobretodo en los bordes, que es donde se nota menos su brillo. 

Otra opción es dejarlo como quedara que tampoco era tan estropicio pero, ya que estamos intentando reconstruir un libro para dejarlo lo más semejante a nuevo, pues vamos haciendo intentos.

La opción de tirarlo y comprar otro libro queda superada por la de tirarlo y no comprar ninguno. Es la mayoritaria pero La Maginoteca, que yo sepa porque Google no me paga, nunca ha sido mayoritaria.