20230715

Ibáñez: Día I

 Data Estel·lar fins sempre Dissabte 20230715

Fines de semana: día de no noticias para mí, porque suelo estar saturado. Así que escribo esto más allá de las 20h.

Entro para buscar una información de cosas mías y...  RESULTA QUE ES EL DÍA DE LA MUERTE DE LOS TEBEOS DE RISA EN ESPAÑA. La hora fue antes de las 15h.

Engancharé noticias sobre el fallecimiento de Ibáñez. ¿Qué queréis que ponga en La Maginoteca? Si tenemos un centener de artículos sobre sus personajes, sobre Ibáñez y sobre lo que lo rodea, desde aquel mítico ARTÍCULO CON EL QUE SE INICIABA LA MAGINOTECA... CON ESE NOMBRE, MAGIN... EL MAGO que asaltó el Bnco Hipotecario y Exprimidor, sucursal 1313 1214, vigilada con denuedo por el vigilante nocturno Marmotez...  en Colección Olé 89  Editorial Bruguera, 5ª edición 19821115, precio 100 pesetas, isbn 84-02-03342-3

Luego iremos a Latiacomforo... El Día I ha llegado

20060302 Si Valor y al toro fuera una aventura de Tintín ya tendríamos 10 libros analizándola

 Tenemos el

20190316 Retapado de 147 artículos maginotécnicos sobre Ibáñez y su obra

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15 de juliol 2023

Mor Francisco Ibáñez, el pare de Mortadel·lo i Filemó

El creador de personatges com Rompetechos o el Botones Sacarino ha mort a Barcelona als 87 anys

 

El dibuixant i vinyetista barceloní Francisco Ibáñez, creador de Mortadel·lo i Filemó, ha mort a Barcelona als 87 anys, segons ha informat la seva editorial, Penguin Random House, en un tuit.

"Acomiadem la figura més important del còmic espanyol. Ens deixa l'enorme llegat de la seva lucidesa, sentit de l'humor i més de 50.000 pàgines amb personatges memorables que han fet feliços un gran nombre de lectors", ha afegit l'editorial.

Entre els seus personatges més populars hi ha també Rompetechos, el seu favorit, o els veïns de "13, rue del Percebe" o altres sèries com "El botones Sacarino", "Pepe Gotera y Otilio" o "La familia Trapisonda".


Ibáñez formava part de la generació del 57 i de l'escola Bruguera.

L'any 1938, amb només 11 anys, va publicar el primer dibuix a la revista "Chicos" i va continuar enviant-hi col·laboracions imitant els èxits de l'època com "El guerrer de l'antifaç" o "Roberto Alcázar y Pedrín". Les primeres vinyetes com a professional les va fer a la dècada dels cinquanta i el 1958 va publicar la primera historieta de Mortadel·lo i Filemó a la revista "Pulgarcito", dins de l'editorial Bruguera.

La història que va fixar l'estil de dibuix, pròxim a l'escola belga, i la narrativa de Mortadel·lo i Filemó, va ser "El sulfat atòmic", de 1969.

A part d'aquesta informació extreta del 324, afegim la seva obra que s'ha publicat en català a la col·lecció Mestres de l'Humor, la versió en català de Magos de l'Humor, que actualment forma part del grup editorial Penguin Random House, des que l'abril de 2017 va comprar Ediciones B al Grupo Z, creant el segell B Cómic que el setembre de 2018 fou substituït pel nom de Bruguera, on s'inclou la col·lecció.

Mestres de l'Humor va néixer el 1987. Entre aquest any i el 1991, es publicaren 26 números d'aquesta col·lecció, on s'hi varen incloure, de manera intercalada, històries de Mortadel·lo i Filemó, de Francisco IbáñezZipi i Zape, de Josep Escobar, i Súper Llopis, de Francisco Pérez Navarro Efepé i Juan López Jan. Destaquem les obres de Franciso Ibáñez. La primera fou El sulfat atòmic i la darrera, Barcelona'92.

Sigo en El Periódico de Catalunya. Espero que sea la portada del domingo.  ¡ES LA PRIMERA NOTICIA DEL TRES VINT-I-QUATRE EN 3CAT24.C CAT

https://www.ccma.cat/324/mor-el-dibuixant-francisco-ibanez-el-pare-de-mortadello-i-filemo/noticia/3241115/

Mor el dibuixant Francisco Ibáñez, el creador de ‘Mortadel·lo i Filemó’

Francisco Ibáñez, un dels més icònics dibuixants i vinyetistes d’Espanya, ha mort aquest dissabte, segons ha confirmat el grup editorial Penguin Random House.

El creador de personatges del còmic infantil i juvenil com Mortadel·lo i Filemó i Trencasostres, tenia 87 anys.

Notícies relacionades

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También es la noticia principal para el ABC, que siempre ha estado pendiente del humor gráfico: 

Muere Francisco Ibáñez, padre de Mortadelo y Filemón

El genial dibujante deja huérfanos, a los 87 años a inolvidables personajes como Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio y El Botones Sacarino

¡Hasta siempre, Paco!, por Antoni Guiral

Más allá de Mortadelo y Filemón: los otros personajes de Francisco Ibañez

Francisco Ibáñez, fotografiado en 2017 Oriol Campuzano
David Morán

David Morán

Barcelona

 

Y es la portada de RTVE 24 Horas

 

El dibujante e historietista Francisco Ibáñez ha fallecido este sábado en su Barcelona natal a los 87 años, según ha comunicado su grupo editorial Penguin Random House España. "Despedimos a la figura más importante del cómic español. Nos deja el enorme legado de su lucidez, sentido del humor y más de 50.000 páginas con personajes memorables que han hecho felices a un gran número de lectores", han escrito en su cuenta de Twitter.

Nacido en Barcelona en 1936, Francisco Ibáñez ha sido el creador de multitud de series humorísticas, entre las que destacan 'Mortadelo y Filemón' o 'Rompetechos' (su personaje favorito de todos los que creó), lo que le ha convertido en unas de las figuras más relevantes del cómic español y de habla hispana.

El 20 de enero de 1958, trabajando ya en exclusiva para Bruguera, y tras la aprobación del director artístico de la misma, Rafael González,​ Ibáñez publicó la primera entrega de Mortadelo y Filemón en la revista Pulgarcito el 20 de enero de 1958. A partir de esa publicación y durante la década de los años 1960, Ibáñez fue creando y adaptando algunas de sus mejores series para diferentes revistas de la editorial Bruguera: La familia Trapisonda, 13, Rue del Percebe, El botones Sacarino, Rompetechos y Pepe Gotera y Otilio.

 

El Mundo 

Muere a los 87 años Francisco Ibáñez, creador de Mortadelo y Filemón y maestro de la literatura picaresca  [POR FIN ALGUIEN LO DICE POR ESCRITO, POR FIN, OIGA]

Actualizado
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Vídeo: El Mundo

Francisco Ibáñez, barcelonés hijo de madre andaluza y padre alicantino, antiguo empleado bancario y meritorio de las historietas antes que autor, ha muerto a los 87 años como un nombre clave en la cultura popular española, con tesis doctorales dedicadas a su obra y sitio en los museos de arte contemporáneo. ¿Fue Francisco Ibáñez el gran escritor de narrativa picaresca de su tiempo? ¿O puede que fuese Vázquez, su némesis en la Barcelona de los 60, el verdadero genio del gonzo hispánico hecho dibujo? Por ampliar el símil de la literatura del siglo XVI, si Vázquez hubiese sido el Quevedo de su época, autodestructivo y genial, Ibáñez habría sido su Cervantes: amable y compasivo y querido hasta la muerte por su público gracias a unos personajes ridículos y sin embargo llenos de ternura, capaces de conmover por algo esencialmente humano.

Claro que si a Ibáñez le hubiesen dicho hace 60 años que su lugar hubiese estado en la historia de la literatura, el guionista y dibujante de Mortadelo y Filemón y 13, Rue del Percebe se hubiese reído. Ibáñez nació a la cultura española como un currante de un sistema industrial más bien precario en un país pobre y opresivo.

Para saber más

La historia personal de Ibáñez está contada mil veces. Aún de niño, se empleó como botones en el Banco Español de Crédito, una colocación que le dejaba tiempo libre. Para espantar al aburrimiento, Ibáñez dibujaba. Más interesante es recordar cuál era el medio en el que cayó aquel chico soñador. Bruguera, la editorial que le dio su primera oportunidad, tenía medio siglo de historia y estaba en su segunda generación después de haber cambiado su nombre original, Gato Negro, por el del apellido familiar. Su especialidad, a diferencia de sus equivalentes europeas, era la historieta, la historieta estrictamente infantil de factura humilde. España necesitaba ocio para los niños y la historieta era un producto barato y fácil de serializar. Los cómics belgas, ya en el camino de su ennoblecimiento cultural, estaban a años luz del humilde género de la historieta.

Aunque hay matices. En la familia Bruguera, igual que entre los trabajadores de la historieta, abundaban los derrotados en la Guerra Civil, de modo que un aire de fatalidad humorística, se escondía bajo capas de corrección franquista. Ibáñez fue siempre lo contrario de un escritor político, y puede que esa fuese su clave para perdurar en la cultura española durante la dictadura, la Transición, la democracia y sus sucesivas fases de encanto y desencanto, pero es muy fácil tomar sus historietas como un retrato crítico de la España de cada momento. De la retórica un poco boba del No-Do. De los tontos aires de cosmopolitismo de los españoles de su generación. De la tendencia a la chapuza. al mal humor y al gusto por el absurdo de los niños que se hicieron adultos después de la Guerra Civil.

Ibáñez, también está contado mil veces, llegó a Bruguera en una huelga de los dibujantes de la generación anterior (para algunos, ese fue su pecado original), y en seguida se convirtió en la estrella del sello/agencia. Inventó a Mortadelo y Filemón en 1958, y se convirtió en el el más reconocido de todos los autores que trabajaron en la Escuela Bruguera, término acuñado por Terenci Moix.

Al menos al principio, Ibáñez no era un bohemio como sus colegas; era una máquina de producir. No se emborrachaba ni llegaba tarde a los cierres. Sus personajes eran calvos porque así era más productivo. Tenía un don para el gag de porrazos pero también para la inventiva verbal: gaznápiro, alcornoque, animal de bellota... Pronto supo Ibáñez que su género era aún muy modesto y que lo mejor que podía hacer era agudizar su ingenio como guionista, antes que volverse un dibujante virtuoso.

"Al principio las historias eran muy infantiles, pero pasaban los años y a las firmas de álbumes venían adultos, y no niños. ¡Y era una diferencia grande, espantosa! Así que tuve que hacer algo más complicadito. La censura no era tan influyente, era impensable que te rompieran una página a menos que te propasaras mucho. Yo dibujaba con un ojo puesto en la página y otro en la censura, para curarme en salud", dijo Ibáñez en una entrevista publicada en EL MUNDO.

Con aquellas palabras, el historietista se refería a la edad de oro de Mortadelo y Filemón, los años que se abrieron después de El Sulfato Atómico (1969), la gran obra de Ibáñez junto a Valor... ¡Y al toro!. En ese momento, Mortadelo y Filemón sí que se parecieron a los personajes del cómic europeo, como si fuesen unos Hernández y Fernández cervantinos y el Doctor Bacterio fuese un Tornasol valleinclanesco. Ibáñez inventó para sus héroes un pequeño mundo: nació la agencia Técnicos de Investigación Aeroterráquea (TIA) y, con ella, el Superintendente Vicente. Los dibujos aparecieron mejor compuestos y dibujados, las historias empezaron a estar más apegadas a la realidad, y el humor se basó más en la sátira y en el absurdo que en los gags de porrazos y chichones... El Sulfato Atómico salió de España al mundo e hizo que Mortadelo y Filemón se convirtiesen en Mort & Phil.

Por esos años, Ibáñez amplió su repertorio. 13, Rue del Percebe nació como una adaptación de un formato que ya existía en el cómic europeo desde hace décadas. El guionista español le añadió una parte de negrura que se clavó en la memoria de los españoles. Aquí no hay quien viva sería inimaginable sin 13, Rue del Percebe. El botones Sacarino también nació (1963) como una adaptación de Spirou y de Gascón, dos personajes belgas que sirvieron para retratar el viaje de los años 60, desde el viejo mundo de los caballeros y las señoritas hasta el de la contracultura. Pepe Gotera y Otilio llegaron en 1966 para reflejar la proletarización de un país que vivía su éxodo rural. Cada historieta, aparentemente inocente, tenía su significado social. Sólo Rompetechos (nacido en 1964) era una reivindicación del humor más blanco. Para Ibáñez, aquel hombrecillo miope y patoso era su personaje preferido.

Para cuando murió Franco, Ibáñez ya había entrado en la segunda mitad de su carrera, en parte la más sencilla y en parte la más complicada. Con el éxito, las condiciones de trabajo de Ibáñez se enrarecieron. "A partir de Valor... ¡Y al toro! nos propusimos hacer productos más acabados... En vez de dibujar mangas con dos rayas, les poníamos hasta las arrugas, pero la producción iba más lenta, salían menos álbumes, y me dijeron que hiciera las cosas como siempre. '¡Ibáñez, produzca!'", explicaba Ibáñez a EL MUNDO en 2017. "Yo no pretendía trabajar menos horas, pero sí hacer menos páginas para recrearme más. Pero no había manera. En la antigua editorial [así es como siempre se refería a Bruguera] cada vez querían lanzar más tebeos y empezaron con una línea de historias largas. Me decían: '¡Ibáñez, usted produzca, produzca, que se vende todo!'. Pero no todo valía, y no se vendía todo, y ahí fue cuando empezó a irse la editorial a hacer puñetas".

En 1985 ocurrió lo inimaginable: Ibáñez salió de Bruguera por las malas y perdió los derechos intelectuales de sus personajes durante dos años, hasta que la Justicia falló en su favor. Desde entonces y hasta ahora, Mortadelo y Filemón, dos señores calvos, uno vestido con una extraña levita y el otro, con pantalón rojo y pajarita, vivieron casi 40 años más sin llegar a ser nunca un anacronismo. Hubo series y películas y no estuvieron mal y hubo sesiones de firmas asombrosamente largas en ferias del libro y días de Sant Jordi. Ibáñez ha muerto y miles de españoles de entre 70 y 10 años han pensado eso de que algo le deben, de que una parte de su infancia la modeló aquel señor de Barcelona.

 

 

Luto en la T.I.A. Banderas a media asta en 13 rue del Percebe. Francisco Ibáñez, historietista incansable y mago del humor con una chistera repleta disparates y gags memorables, ha entregado el lápiz. Ha dejado caer las armas. Mortadelo y Filemón lo lloran desconsolados. Rompetechos y El Botones Sacarino se suman al coro. Y en su piso de Barcelona, humilde morada en La Verneda en la que la magia cobraba forma, sólo silencio. «Mi mujer sabe que estoy vivo porque escucha de vez en cuando los lápices moverse», decía con sorna, achinando los ojos como sólo él sabía y riéndose a trompicones, con arreones como de motor asmático recién salido de una de sus viñetas. Ahora ya ni eso. Ni lápices ni movimiento.

«Con enorme tristeza comunicamos que esta mañana ha fallecido en Barcelona el gran dibujante e historietista Francisco Ibáñez», ha anunciado este sábado la editorial Penguin Random House, hogar del dibujante desde que adquirió Ediciones B. Tenía 87 años y llevaba décadas fantaseando con una jubilación con la que, en realidad, tampoco habría sabido muy bien qué hacer. «A veces me preguntan por mis memorias. ¡Por favor! Mis memorias caben en dos líneas: 'Ibáñez fue un gilipollas que trabajó, trabajó y trabajó'», decía. En este caso, decir que trabajó hasta el final no es ninguna exageración: hace pocos días que apareció el álbum de Mortadelo y Filemón dedicado al Mundial de Baloncesto 2023. «A pesar de poner toda su voluntad, desgraciadamente la aportación de los dos agentes de la T.I.A. solamente servirá para complicar mucho más las cosas», anunciaba la editorial. Un clásico, vamos.

Mortadelo y Filemón, creación de Ibáñez ABC

Quietos ya los lápices, sólo queda el recuerdo. La memoria. Y, sobre todo, la imponente estampa de Francisco Ibáñez Talavera (Barcelona, 1936) como cordón umbilical entre el tebeo y la literatura; como una de las pocas constantes culturales y sentimentales que se han repetido generación tras generación. «El caso es que aún no me lo explico. ¿Qué tendré yo que sigue gustando a la gente?», solía preguntarse un dibujante al que siempre le gustó ceder casi todo el protagonismo a sus personajes. «No he tenido aventuras en mi vida, las he vivido a través de ellos», repetía siempre que tenía ocasión.

Artista con vocación de monje trapense y firme defensor de que el mejor matrimonio era el de sus posaderas con el taburete, su vocación se destapó pronto. Prontísimo, vaya. Con 11 años ya publicó su primer dibujo en la revista 'Chicos'. El año, 1947. El dibujo, la cara un indio americano. Un pequeño paso para aquel crío que devoraba los tebeos de 'El guerrero del antifaz' y 'Pulgarcito' pero un paso gigantesco para la historieta española.

Como recordaba hace unos años el historiador del cómic Antoni Guiral, «nadie ha tenido tanto impacto cultural, mediático, social o económico». ¿Exagerado? Para nada. Hubo una época en la que sus tebeos representaban hasta el 20 por ciento de los ingresos del cómic en España.

Nada de eso podía imaginarse el pequeño Francisco, hijo de padre alicantino y madre andaluza, mientras aprovechaba que el quiosquero del barrio guardaba la mercancía en casa de sus padres para darse un atracón de tebeos de y revistas. La vida le intentaría llevar por otro lado y, como aquello de los dibujitos no parecía serio, le llevó por el lado gris y seguro: estudios de perito mercantil, hojas de contabilidad y trabajo en un banco, primero como botones, luego como contable. Banco Español de Crédito. Palabras mayores para la época.

Caricatura de Francisco Ibáñez, por JM. Nieto ABC

De tapadillo, sin embargo, seguía dibujando. Nunca dejó de hacerlo. «¡Pero, Ibáñez, otra vez!», le decían cada vez que le descubrían haciendo garabatos entre los papeles del trabajo. Pero él ni caso. Hasta que se fue del banco y empezó a trabajar para la editorial Marco. Fue en Bruguera, sin embargo, donde Ibáñez se convirtió en maestro del humor y artesano del gag desopilante. Ahí llegó en 1957 para cubrir el vacío dejado por Escobar, Conti, Peñarroya, Cifré y Giner y en apenas un año ya había hecho historia sacándose de la chistera a 'Mortadelo y Filemón, agencia de información'. Era, diría más tarde, una serie para salir del paso, un par de dibujillos simpáticos para cubrir el expediente. Un par de detectives calamitosos, el colmo de la ineptitud, que se acabaron convirtiendo en héroes de varias generaciones. Ahí estaba todo: el gag afilado, la onomatopeya disparatada, el guion como base de casi todo… «Yo no soy un gran dibujante, ya me habría gustado», decía cuando quería quitarse importancia.

La fórmula, ese arreón de amor absurdo e historias delirantes, no tardó en cuajar y, sin dejar nunca a sus hijos predilectos, esos Mortadelo y Filemón que se han pasado más de seis décadas a su lado, Ibáñez creó en los sesenta otros personajes y series como 'La familia Trapisonda, un grupito que es la monda', '13, Rue del Percebe'; 'Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio'; 'Rompetechos' y 'El botones Sacarino'. «No he tenido aventuras en mi vida, las he vivido a través de mis personajes. ¡Ojalá fuera ellos!», insistía.

13, Rue del Percebe ABC

Y a través de sus personajes pasó revista también a la actualidad, redibujándola del derecho y del revés y ajustándola al tamaño de la viñeta. Así, desde que se estrenaron de largo con 'El sulfato atómico' en 1968, Mortadelo y Filemón han alternado misiones a cual más disparatadas con Juegos Olímpicos, Mundiales de Fútbol y Baloncesto, elecciones, tijeretezos, jubilaciones imposibles y corruptelas variadas.

«Si tuviese treinta años menos te diría que me gustaría buscar nuevas estructuras o algo así, pero ahora es cuando me digo: 'Tito, esto se acaba'. Ya me lo dice la gente: 'trabaja, trabaja y no te mueras'», bromeaba hace unos años, en una de sus últimas entrevistas con este diario. Y sí, esto se acaba. Se acabó. Atrás quedan los más de cien millones de álbumes despachados, los problemas y desencuentros con Bruguera, el nacimiento de series menores aunque igualmente entrañables como 'Ocarino y Lentejo' y 'Yo y yo' cuando perdió los derechos de sus personajes, los niños en los quioscos debatiéndose entre «el Mortadelo bueno y el Mortadelo malo» y, en fin, esa candidatura al premio Princesa de Asturias que ya no podrá ser.

«Cuando tengo un nubarrón encima y me quedo atascado, cojo un álbum mío de los antiguos y me hago una autotransfusión de humor», decía Ibáñez. La risa como remedio infalible. Mortadelo y Filemón como antidepresivos naturales. Al final, sin embargo, los nubarrones fueron otros y tampoco hace tanto, a finales de la década pasada, a Ibáñez se le empezó a afear públicamente que no acreditase ni reconociese el trabajo de sus ayudantes, mancha en un expediente que si por algo destaca es por haber enseñado a leer y a reír a millones de niños y no tan niños.

 

 

El Punt Avui 

Mor el dibuixant Francisco Ibáñez, creador de Mortadel·lo i Filemó

El dibuixant Francisco Ibáñez, creador de la sèrie Mortadel·lo i Filemó, ha mort aquest dissabte al matí a Barcelona als 87 anys, segons ha comunicat el grup editorial Penguin Random House.

Nascut a Barcelona al març de 1936, quatre mesos abans de l’esclat de la Guerra Civil, Ibáñez es va aficionar als tebeos a la infantesa. A començaments dels als anys 50 va començar a col·laborar amb revistes humorístiques, una activitat que compaginava amb la seva feina a un banc. El 1957 va prendre l’arriscada aposta de dedicar-se a les historietes a temps complet i va entrar a la plantilla de l’editorial Bruguera, que necessitava nous dibuixants després que els seus principals artistes marxessin a Tio Vivo. Així va arrencar una prolífica i inesgotable carrera que el va acabar convertint en el dibuixant i guionista de còmics més reconegut i publicat de l’Estat espanyol, amb més de 50.000 pàgines dibuixades al llarg de set dècades i més de 100 milions d’exemplars venuts. La mort l’ha sorprès quan ja treballava en una propera edició que havia de sortir l’any vinent.

Al gener de 1958 van aparèixer a la revista Pulgarcito les primeres vinyetes de la sèrie Mortadel·lo i Filemó, els dos maldestres detectius de l’agència TIA que van arrencar el somriure diverses generacions amb el seu humor.

Ibáñez també crear personatges icònics com Rompetechos, el botones Sacarino, Pepe Gotera i Otilio, la família Trapisonda o els surrealistes veïns de la 13, Rue del Percebe, entre els quals el llogater de l’àtic, Manolo, un personatge que sovint s’ha identificat com una paròdia del dibuixant Manuel Vázquez, un dels referents d’Ibáñez.

El 1994 va rebre el Gran Premi del Saló del Còmic de Barcelona per la seva trajectòria i el 2002 la Medalla d’Or al Mèrit a les Belles Arts 2001. Al febrer del 2022 l’Ajuntament de Barcelona va decidir honorar Ibáñez “per la seva incansable i intensa trajectòria creativa, com a referent del món de l’humor i del còmic”.

El president de la Generalitat, Pere Aragonès, ha recordat l’artista com un “dibuixant d’imaginació desbordant”, “referent de l’humor i l’ironia” i “creador d’un món que ha marcat moltes generacions”.

El president del govern espanyol, Pedro Sánchez, ha destacat que Ibáñez va fer que la vida fos “molt més divertida per a diverses generacions”.

El )

3 comentaris:

Anònim ha dit...

Descanse en paz, él y el tebeo de humor español.
Su modestia en la respuesta sobre publicar sus memorias resulta refrescante entre tanto "artista", tanto llorón porque el público no consume sus rollos y echa la culpa a las nuevas tecnologías.
Pues bien Ibáñez logró conectar con un montón de generaciones, como hizo Escobar el de Zipi y Zape.
Ahora con los 2 muertos, estoy de acuerdo totalmente con lo de la muerte de los tebeos de risa en España.
Además Ibáñez sí quería a sus personajes.
Sacaba a Mortadelo y Filemon, con Pepe Gotera y Otilio en la cola del paro en Chicha , Tato y Clodoveo.
Se acordaba del pobre Rompetechos, no como otros diciendo que sus personajes eran una excusa para contar una historia ( al final ni historia ni personajes ni nada).
Nadie va a volver a conectar tanto con la gente como Ibáñez.

Debe ser una de las personas que más ha hecho por la lectura en castellano.

Agradecerle que siguiese con sus personajes hasta el final y todas esas risas.

Anònim ha dit...

Sólo este triste suceso podía hacerte escribir en sábado...¡sniff
Es curiosa la similitud de la duración de la vida de Escobar e Ibáñez, si bien el Alzheimer hizo que la vida útil del primero fuese mucho más corta.
carlos

Anònim ha dit...

A mí me llama la atención el no hacer más que oír (e incluso estudiar en su momento) sobre el alargamiento de la esperanza de vida en España pero que no me cuadra... Por cierto, escribo esto con 36 lecturas del artículo sabiendo que Ibáñez nació en 1936, "que ya son ganas de presenciar acontecimientos históricos".