Inicio de campaña electoral municipal y autonómica (en 13 comunidades autónomas).
Por ahora no digamos qué hay que votar. Es dificilillo.
Fijémonos qué no votar: no se puede votar a los partidos sucios. El eje suciedad-limpieza debería comenzar a ser considerado como el principal en la lucha partidista.
Un partido sucio es un partido que promueve el regalo de relojes de lujo entre sus alcaldes, que ya cobran miles y miles de euros al mes, como para comprar relojerías enteras, y luego dice que no, que es que "me lo daba de una entidad municipalista pero de derecho privado". Tergiversar la ley para que el leviatán del dinero a la saca se salte las vallas del control público es un acto sucio.
La corrupción también forma parte de la suciedad.
Cuando dicen que son discretos y por eso no informan a la ciudadanía de negociaciones, pactos o reuniones, eso también es suciedad. Los partidos que cenan en lugares inaccesibles junto a lobbies.
Un lobby es un grupo de presión, un empresario, grupo de empresas, unos amigos con pasta que intentan influir, muchas veces con éxito, en conseguir leyes o normativa que los beneficie individualmente y no al colectivo de la sociedad, aunque luego sus amiguitos periodistas suelten que es bueno para todos. Constructores, "hoteleros de cadenas de empresas familiares" (ja), inversores de casinos, etc. Aquí funciona a tope la puerta giratoria, osea, el concejal, conseller o ministro que pasa del cargo político al cargo empresarial, el cuñado, la prima empresaria, lo que sea.
Otro caso suciedad-limpieza es el de la ecología y la energía. ¿Está el partido político o candidatura de manera clara por las energías limpias, renovables, descentralizadas, y de instalación transparente? Claro, la eólica no transparente, como se ha puesto durante años en comunidades peperas como Navarra, Castilla y León o Galicia, es triste: pero han convertido en sucia una energía limpia.
Los partidos que, pudiendo haber impulsado tejados solares no lo han hecho. Los que pudiendo haber hecho en públicas empresas del oligopolio privatizado antes público y que funciona sin personal y con subcontratas a cual más chunga, pues mal. Los que han privatizado el Sol, como el PP, y los que han criminalizado la energía solar fotovoltaica, cuando en Alemania tienen más paneles que en todo el Sur de Europa... pues fatal.
Los que privatizaron y permitieron que la luz subiera un 80%, miraron para otro lado, aprovecharon para subir el transporte público como el metro o las cercanías de trenes (Renfe, FGC) que funcionan con electricidad. O, cuando gobernaron, caso PSOE, no tuvieron interés en acabar con esa injusticia, pues mal.
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