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De toda la vida tengo guardado un folleto de tapas rojas titulado Prevención Accidentes Infantiles. Es de 1980. Está realizado por una empresa llamada Mejoral Infantil, de la cual solamente encuentro algo parecido en Argentina, donde ponen que son pastillas tipo paracetamol: "a línea antifebril y analgésica que acompaña las distintas edades de la vida infantil. Se presenta en comprimidos masticables y gotas de agradable sabor frutal. Lea atentamente el prospecto. Ante la menor duda, consulte a su médico y/o farmacéutico."
El caso es que llama bastante a engaño por esa contraportada: MINISTERIO DE SANIDAD Y SEGURIDAD SOCIAL.
En pequeñajo antecede Con autorización de
Así que no lo hace ningún ministerio sino que lo autoriza pero la lectura usual es que sí que lo hace un organismo oficial. Son esas mentiras de la industria médica y farmacéutica que tantos problemas de salud han traído a la sociedad. "Ay, son tan buena gente que les voy a comprar más pastillas, más comprimidos, más supositorios y más jarabes".
El librito no está mal en cuanto a la idea pero es más pesado de leer de lo que parece.
Lo gracioso son los dibujitos. A ver si alguien es capaz de averiguar al autor. Parece pero no es ni Mingote para niños ni el entonces famoso televisivo José Ramón Sánchez. Supongo que es la moda de los tiempos y que los dibujantes imitan a los de éxito. Digo yo.
Yo pensaba: ay, qué bien, chistes... pero, al mirarlos bien, hay demasiada desesperación en esas expresiones, como pasa en la portada con esa madre setona que permite que su hija esté toquiteando el cazo, y se pone a correr en sentido contrario, en vez apagar el fuego, arrancar a su hija de un manotazo de al lado del fuego y pegarle un broncazo... todo muy en contra de esa esclavitud de lujo masterchefaza de niños y niñas convertidos en cocineros y que tanto baboseo provoca en mujeres como las del grupo de docentes. Que trabajen los menores, que trabajen los inferiores, que cocinar y limpiar no me gusta.
Paredes altas y que no se suban, pero fíjense que los niños están sin vigilancia materna ni paterna ni abuelerna.
Cuidado con los andadores o tacatacas: pues no los vendáis.
Es uno de los ¿primeros? folletos modernos y en colores y todo de riesgos domésticos, de vigilancia, de lo que luego se han denominado en el ámbito profesional: "riesgos laborales".
El contexto social y económico creo que vale la pena reseñarlo: para 1980, se mezclan generaciones que venían de un fogoncito de carbón rodeadas de todo tipo de trastos tanto de butano, propano, gas natural o gas ciudad como eléctrico en bloques de pisos de alturas increíbles, con 6, 8, 10, 14 o 16 o 20 plantas, y la ausencia, si es que había servido de algo antaño, de la vigilancia colectiva tanto de la tribu, del pueblo, del barrio como de una familia amplia. Esos pisos, que van de modernos, básicamente, con materiales y diseños industriales y baratos y no hablo ya del fibrocemento y del amianto sino de unas barandillas o o barandas de balcones por donde caben todas las manos, brazos y piernas, cabezas y orejas de los niños y niñas del país, sin que ninguna autoridad impidera su instalación. Pocas muertes hubieron por caídas o por ahogos entre los años 1970 y 2000, la verdad, con unos padres y madres que se pasan el día o trabajando fuera en las fábricas y luego huntados de bebercio en los bares, o en la cocina y limpiando mucho para que las vecinas no vayan a decir que no se limpia, sin enterarse de lo que hacen sus hijos, entre los colegios, los parques, calles cada vez con más coches y con más peligros navajeros, y esos pisos pequeños llenos de espitas de gas, enchufes y cosas que las madres y padres estaban descubriendo a la vez que sus hijos e hijas.
Un mundo verdaderamente en cambio, de la pobreza económica (pocos productos o muebles) a llenarse todo de trastos y de electromésticos y otras cosas en pocos años, de la postguerra al desarrollismo no entre 1953 a 1980 sino entre 1974 y 1980 para millones de personas, adultos sin estudios, con pocos estudios o que, simplemente, llegan a un nuevo mundo de inventos nuevos, de elementos ajenos a su existencia y la existencia tradicional de las abuelas.
Así que ese contexto social y económico y cultural es en el que hay que enmarcar esa iniciativa.
En el 2000-2023, cuando parece que todo quisque sabe de todo, desde programar microondas hasta cambiar el aceite del coche, hay que recordar que siguen llegando, puede que más pero de forma más oculta porque "parece que ahora los críos nacen enseñados y nos dan mil vueltas" y eso lo dice gente que también chulea de que autoaprenden cómo usar ordenadores, software, apps obligadas por bancos e inmorales administraciones públicas pero que son superados por pirateos, robos de datos, alarmas que se desconectan y todo tipo de elementos inestables y tecnológicamente peligrosos como esos motores eléctricos que pueden arder sin posibilidad de ser apagados en coches o patinetes o lo que sea.
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