20100731

2010: El Año Que Casanyes Habló

Data Estel·lar demaniundesig Dissabte 20100731

En episodios posteriores 20210302 Muñoz Habla


A veces suelo comentar que el Año Tebeístico comienza para el Saló del Comic de Barcelona (si fuera al de Granada o de Gijón, el año comenzaría por ahí). Es decir, que el año tebeístico comienza en primavera, entre abril y mayo... pero lo que no solía comentar es que el Año Tebeístico acaba a finales de julio. Desde que hago blogadas lo noto más. Ya habréis visto la cantidad de mensajes a contrarreloj que he ido haciendo los últimos días.

Así que, a principios de año (abril-mayo) o a finales (julio-agosto) es un momento adecuado para señalar los acontecimientos tebeísticos fundamentales. Uno: este año, uno.

2010 ha sido el Año que Casanyes Habló. O Escribió. Qué más dará.

Veo con estupefacción cómo, a día de hoy, el tema maginotécnico sobre Casanyes aún está entre los cinco primeros del Google. Que dure, pero me sorprende. ¿Acaso nadie ha escrito nada más interesante o más completo? Puede que no. Pero no lo comprendo.

Casanyes aúna tres facetas que lo hacen sumamente interesante:

1.-Es el mejor negro de Ibáñez, en realidad, negro de Bruguera, y que solemos conocer también como "los apócrifos". Es el más reconocible, porque le permitieron firmar sus guiones ("guión: Casanyes, Ramon Maria Casanyes, etc." )

2.-Consiguió comenzar una serie -Paco Tecla y Lafayette- cuando Bruguera estaba a punto de cerrar y sus trabajadores estaban en lucha (enlace de latiacomforo enlazando con varios del blog de navarrobadia). Uno de los pocos apócrifos a los que se le habría permitido el sueño de todo dibujante. En Bruguera eran tan imbéciles como en la mayoría de empresas, y preferían hundir antes que promocionar a la gente con talento. Aunque ni todo el talento artístico hubiera salvado a Bruguera, puesto que sus problemas eran los típicos de una nefasta gestión por parte de una empresa familiar, donde los dueños, descendientes de los fundadores, habrían passssado de todo, cedida la gestión a unos juntanúmeros. Esta serie, Paco Tecla y Lafayette, además sería la principal de la revista bactriana Garibolo.

Recordaré que uso el concepto "bactriano" para referirme a las revistas que vinieron tras la muerte de Alejandro Magno, osea, tras la descomposición de Editorial Bruguera.

3.-Se reinventa y, a la vez, reinventa, al que será el icono de una marca de desayunos: el conejo Quicky. Pero, ni así conseguirán que me guste el Nesquick. Ya no hace gracia el ColaCao este que no tiene ni consistencia, ni color, ni sabor, ni grumos y que es el Original y NO es el Turbo.

Durante el 2010, en plena vorágina de listados, Excels, hojitas de cálculo... de varios foreros de latiacomforo, se intentó averiguar la autoría de algunos autores apócrifos. Entre ellos, Casanyes, que es el más claro y uno de los que parecía más prolíficos: eliminando a Ibáñez, Casanyes o Mart-Os (Martínez-Osete), el resto de historietas, podría ser más fácil de asociar a los otros apócrifos... hasta que uno ve la larga lista de apócrifos.

Sin embargo, logramos un pequeño éxito, tampoco nuevo (en Internet otra gente ya había anotado lo mismo): las historietas de Miguel Ratera (asociado a Mike Ratera hasta que no se demuestre lo contrario). Tanto aquí como en Casanyes, lo importante no era sólo listarlas sino ir marcando de la manera más exhaustiva (aburrida) posible las características por las cuales historietas no acreditadas podrían ser o no ser de tal dibujante (estilos de dibujo, de línea, trazo, fondos, ojos, dientes y otros detalles, tal vez algo del guión). La idea de desenmascarar a los apócrifos no es nada nueva: surge de los mismos inicios del foro, e incluso de mis primeras incursiones en Internet.

Por otro lado, el entorno es propicio a estas pequeñas investigaciones (pequeñas por sus resultados habituales pero no por las comidas de tarro: que es más fácil saber quién rotulaba las portadas de Hulk de 1964 que saber los nombres de los dibujantes de historietas españolas de los años 70, 80 y 90); Mortadelón ya nos desveló en el 2008 a Antoni Bancells, como el primer negro, el creador del taller y la máquina calcadora, y del primer estudio apócrifo para personajes de Ibáñez.

Siempre he tenido curiosidad por saber quiénes fueron y qué fue de ellos. Lo normal es que, tras unos años en la clandestinidad creativa, hubieran pasado a tener sus series o, al menos, su nombre en series dibujadas o guionizadas por ellos. Sólo lo debió conseguir, en Bruguera, y por poquísimo tiempo, Casanyes, precisamente. Los demás, o quedarán siempre en el anonimato (caso Muñoz para Mortadelo y Filemón: el dibujante de más éxito de ventas y con menos popularidad) o se perdieron en el olvido (caso de la coautora Lurdes Martín -nombre posible-, que estuvo en las historietas largas del Botones Sacarino, las que hacían reír: El País del Petrodólar, etc.)... y luego está el grupito de dibujantes que, como Casanyes indica en su documento, sacado de su web, del que voy a extraer algunos fragmentos para comentarlos, que hicieron cosas excelentes pero que en Bruguera se negaron a publicarlos, y se fueron a otros sitios: Tha, que fue entintador del Raf de Sir Tim O'theo, el único dibujante que indicaba "y equipo", es decir, que mencionaba que aquello no lo había hecho él sólo. No sé si antes o después, pero yo había visto dibujos de Tha que me recordaba a Raf, siendo diferentes en idea y dibujo. ¿Influencia? ¿Lo eligieron por eso? ¿Me lo pareció pero no se parecían en nada?

Lo bueno de Casanyes, cosa que no me extraña nada, como lector suyo que he sido, es que no se calla ni bajo agua. De todos modos, me niego a tomar como hechos absolutamente correctos lo que él explica, porque la memoria, las fechas y los datos no suelen ser una buena mezcla:



en el reverso de una página original de “El sulfato atómico” -del que no nos
dejaban copiar por considerar su estilo demasiado elaborado-, había una nota de color
indicando cómo se podía colorear un chichón


Eso indicaría que Ibáñez sí que estaba muy implicado en El Sulfato Atómico, frente a la versión oficial de que a él eso no le iba, que era una tontería malgastar tanto tiempo en un álbum, pudiendo hacer más. Una cosa es que haciendo más cobrase más, y eso le interesase personalmente; pero habría sido  una decisión editorial, puesto que, viendo los excelentes resultados y que van más allá del cortapega de dibujos y gags de Spirous de Franquin+Jidèhem+Greg y demás o de elementos del estudio de Peyo de Benoît Brisefer (Valentín Acero/Benito Sansón; Benet Tallaferro) o incluso, como nos señalaba el colega Chespirot, Gil Pupila de M.Tillieux, a quien cierto tintinólogo aeronáutico, de cuyo nombre no puedo acodarme, calificaba del mejor dibujante de coches, así que, incluso para copiar, hay que saber de quién hacerlo.


Creo que las cuatro tiras no fueron autorizadas hasta 10 años después, en el álbum “A por el niño”. Pero para entonces, ese regalo sólo sirvió para que los personajes crecieran un poco más.


Curiosamente, cita una aventura larga generalmente atribuida por el fandom al propio Casanyes.
Es decir, que Casanyes consideraba que el paso a las cuatro tiras de manera definitiva, hacia 1980, llegó tarde. No sirvió ya tanto para mejorar la serie como simplemente para imitar a la pantalla televisiva y sus primeros planos o sus figuras grandes. Es posible, pero Ibáñez consigue, en parte gracias a las viñetas más grandes, una mayor expresividad de sus personajes entre 1983 y 1985. El desastre ulterior, desde mi punto de vista, tiene mucho que ver, con el desastre de gestión editorial (en Ediciones B-Grupo Zeta les da igual Ibáñez, como si no dibujaba nunca, que ellos ya tenían montado su Equipo B, y ya tenían el negociete trincaete), y sospecho que una cuestión psicológica por los altibajos editoriales, empresariales y de derechos de autor. ¿Vale la pena realmente dibujar y guionizar muy bien para que luego te digan que eso no es tuyo?

estaban Joan Gómez, que dibujaba y pintaba unas historietas deliciosas de Tamibú, El niño del bosque”; Jaume Esteve, que elaboraba unas páginas de “El pirata Xocolata” increíbles, tocadas con anilinas y lápices de colores.

Previamente ha citado a Blas Sanchís (el de Don Tacañete y, sobretodo, para mí, de Gatín; no confunir, como me pasa a mí, con el otro J.Sanchís, autor de la inconmesurable serie Robin Robot (creador de todo un mundo de aventuras y gags en dos páginas, siempre distinto y siempre fiel a sí mismo).  Sí, bueno, el mismo de Pumby, pero a ver quién es el guapito capaz de encontrar alguna edición de Pumby por ahí. Que el rollito de ladronzuelos asociados a los derechos de los tebeos valencianos molesta por lo cruel y lo innecesario. ¿Reediciones de Pumby? Jamás. ¿De Robin Robot? Quia (signifique lo signifique esta expresión).

También ha citado a Martínez Osete, a quien califica de "encantador", veterano dibujante que entonces entintaba. Aunque eso puede significar que lo que en latiacomforo se ha dado en llamar "los remakes de Martínez Osete" serían historietas, previamente de Mortadelo y Filemón, Agencia de Información, del Ibañez de entre 1958 y 1961, con dibujo de un apócrifo desconocido, y con tinta de Mart-Os...y por eso nos parece su dibujo, porque su trazo sería muy marcado. Eso admitiendo que él no dibujara el lápiz.


El currículum de Joan Gómez nos habla sobre Tamibú. Ahí nos explica sus sinsabores con Bruguera: llegando con ilusión (era la editorial conocida, de la que todos habían leído historietas), y los echaron sa la calle porque uno pidió sus derechos (y en Bruguera eran de izquierdas, nos dice la leyenda negra). Resulta que paso a Tretzevents, uno de esos dinosaurios de la historieta en catalán que uno no comprende cómo duran y perduran... a menos que leamos las palabras de Joan Gómez:

o parar de colaborar durante años en la revista TRETZEVENTS, no me llegaba ni para comprar Tampax
Ese dibujante también hizo historietas pacifistas y ecologistas (años 70).

Pero lo más destacable son los dibujos para Vicens-Vives, que prácticamente han llegado hasta los libros de texto de hoy en día. Para los que lo recuerden: el famoso castillo bien dibujado por dentro, que parece el castillo de los famobiles/playmobiles con una pared seccionada. Y dibujos semejantes. Algún día, y sabieno quién es el autor, igual los pondremos. Al fin y al cabo, bien que pagamos a precio de agua aquellos libros de texto.

Jaume Esteve sí que dibujo para Bruguera, en concreto, para la revista Mortadelo, en 1974: Agripino, cocinero fino. Por supuesto, sólo me suena el nombre del personaje. No tengo claro que sea el mismo de la iniciativa Spidercat (iniciativa que acabo de conocer ahora mismo, por cierto, lo cual dice poco sobre la capacidad de extensión de estas ideas, o sobre como "ens ho diem entre nosaltres i prou").

Había alguien, tal vez Ana Maria Palé, famosa por sus caricaturas en algunas historietas de Mortadelo y Filemón, que se dedicaba a triturar originales... Y cito el nombre porque se nos dice que tuvo un cargo elevado en la redacción y porque la descripción de su porte se asemeja a la caricatura de los tebeos: siempre lo puede desmentir. Casanyes tiene clara la función de la personaja, y estoy absolutamente de acuerdo: guerra psicológica contra los autores, por si las moscas. Se trituran los originales de grandes dibujantes ante sus ojos, para decirles: esto no vale nada. E incluso se dan como con condescencia ("¿los quieres?"):

sacó unas tijeras enormes y empezó a cortar aquellos originales. Hizo pedazos obras de Enrich, Segura, Raf, Conti, Ibañez

 una maniobra para domesticar nuestro espíritu.Nos estaban diciendo que todo lo que generásemos les pertenecía y que una vez impreso ya no tenía ningún valor.

No me extraña que los años le llevaran a crear al genio Trosky y ese tipo de humor tan vitriólico, si se me utilizar esta expresión.

Proceso de trabajo: primero dibujo y luego guión, como aquella leyenda que cuenta lo mismo sobre Vázquez, explicada incluso por Cera (¿o por Ramis?): que llegó un día Vázquez, lo obligaron a dibujar, lo sentaron al lado suyo -tal vez la única vez que coincidieron juntos-  y le dijo: "aprende,chaval:  primero el dibujo y luego el guión".:

Para que tanto trabajo fuese soportable, y no notar las horas de mesa, tenía que dibujar primero las historias y escribirlas después. Nunca sabía lo que iba a pasar cinco viñetas más allá.

Luego explica que en la cabeza se montaba la película, la dibujaba y luego pasaba el guón a máquina. ¿Es posible que le pagasen por el guión mecanografiado? Y de ahí lo de: "guión: Casanyes".

Bruguera sólo quería negros, no autores, ni dibujantes con proyectos propios. A la primera de cambio que pide algo, le endosan un contrato imposible de cumplir por la cantidad de trabajo. Bruguera, avanzadilla de tantas empresas, organizaciones, fundaciones, agencias y administraciones públicas, quiere esclavillos, números, no gente preparada. Quiere obedecedores.

Atención: los negros del negro. Esto lo llevaba diciendo en latiacomforo algunas semanas. Hay dibujos que parecen de Casanyes. ¿Puede ser que la editorial pidiera que lo imitaran al ver que tenía éxito? Pues no exactamente la editorial, sino el propio Casanyes se busca la vida: más páginas, más dinero.


Y... Compré calcadoras como las que utilizaban el Bruguera-Equip y todos los colaboradores de la editorial, y puse un anuncio en un periódico buscando ayudantes. En un día desfilaron 30 personas por mi casa. Escogí a 3: Arturo, Isabel y Lurdes. Arturo duró poco. En cambio, con las dos chicas la cosa fue diferente

Es posible que esa Lurdes sea la dibujanta de las divertidas historietas largas de Sacarino, cuyo dibujo tiene una retirada al de Casanyes, pero sin sus sonrisas de mala idea.

No me extrañaría que, de estos dibujantes, salgan algunos de los subtipos casanyescos que algunos identifican, o simplemente el que a mi me interesa: el "dibujante de los flequillos negros", alguien que dibuja personajes con frentes tapadas por sombra negra o mancha negra de tinta o flequillos que cubre dichas frentes. Y con guiones apenas distinguibles de los casanyescos de la época. Con ellas intentaron hacer Rompetechos.

Que sí, que hay muchas cosas de las que preocuparse en la vida, pero esto es lo que hay


Atentos a la parte dineraria:
cualquier cosa fuera de los Mortadelos, era un lujo que no pagaba facturas
El texto de Casanyes se realiza a instancias de una especie de encuesta-entrevista enviada por uno de los foreros más valientes de la tiacomforo (es decir, yo no), como se puede ver en los enlaces del principio del mensaje. Por eso, seguramente, ese texto incide en un nuevo apócrifo, desconocido para los lectores un mes antes: Lurdes:

en un año y medio, [consigue]dibujar Mortadelos con una relativa soltura
(...)tenía una memoria de elefante para recordar, de entre los montones de Olés que teníamos archivados, donde encontrar las poses existentes que le podían ser útiles.
El ingenio de Casanyes, me alegra decirlo, ya lo conocía, así que su estrategia para que fuera de las pocas apócrifas que firmaba una página en Bruguera la celebro:

en uno de los diálogos de la historia que estábamos dibujando improvise un texto. Mortadelo o Filemón –no recuerdo quien de los dos-, le decía al otro: “Primero llegaremos a santa Lourdes del volante, luego giraremos hacia san Martin del freno roto y finalmente acabaremos en san Gimeno de la torta.” Lurdes Martin Gimeno, una de los pocos “negros” que le coló una página firmada a Bruguera.


Con ese dato, y el google a mano, puedo pensar que sea una ilustradora de Editorial Susaeta: libros de mediados de los años 00: Conoce los Animales, Conoce los Colores, Conoce los Números, etc.

En cualquier caso, otra lamentable pérdida de la historieta.

Mi tema es: ¿cómo habrían evolucionado esta gente? Sabemos cómo ha evolucionado el hijo de Romita: el que se lo crea, se lo crea, pero está ahí por ser el hijo de su padre y a fuerza de dale que te pego, pues aprendes, a la fuerza, ahorcan, y el otro se convierte en el padre de Romita... como en todas las empresas... y, lo mismo pero al revés, te expulsan del mercado si no eres quien tienes que ser, y te tienes que buscar la vida en otro sitio. Pues mal: porque nos perdimos a una historietista de comics de humor, igual que perdimos a Casanyes.

Posteriormente, se rompe el contacto entre Casanyes y Lurdes.


Y un clásico de la Gestión Empresarial en Catalunya, en la versión que no te explican el IESE ni ESADE pero que ellos dan por sobreentendida. A partir de 1982:

La señora Manostijeras, personalmente salía a rogarme que mantuviese la producción una temporada pero cobrando la mitad del sueldo.
Entonces me dijo, textualmente: Así… ¿no vas a hacerlo por mí? ¿Pues sabes que, Ramón?... No hace falta que vuelvas más por aquí.


Y lo despidieron... sin necesidad de reforma laboral de Felipe González, ni de Aznar ni de Zapatero.  Si todo es cuestión de voluntad y menos leyes...

Atención. Un secreto a voces:

a Ibañez nunca le conocí.
Cuando le hice protagonista de una historieta, le situé en el papel de víctima frente a la editorial, tal como me sentía yo.

De hecho, cuando los apócrifos hacen referencia a Ibáñez, suelen hacerlo con honores, dentro de la comicidad y la reverencia al gag. Es el gran Ibáñez. Pocas veces se ve algo realmente negativo, no ya en Casanyes sino en otros dibujantes que utilicen caricaturas del creador de Mortadelo o frases referidas a él. Se puede pensar que, si no es negativo, sería porque existiría control empresarial o censura interna, pero yo dudo que ni se leyeran la mitad de las historietas, o que hiciesen caso de algo así.

Para los amantes de las estadísticas:

Por encargo de Bruguera, de mi estudio salieron unas dos mil y pico de páginas y unas cuantas portadas.

Yo lo llamo satifacción:

A veces, cuando acababa de dibujar una historieta, bajaba para que mi padre pasase a máquina el guión. Mientras yo se lo dictaba, el hombre iba soltando carcajadas con el pitillo en la boca, esparciendo ceniza por todo el teclado.

El hecho de que en 1986 vuelva a una Bruguera ya sin Ibáñez, y también sin Anna Maria Palé, ésta directora de la nueva revista Guai! (ver el nº1 de esa revista; Ediciones Junior, SA-Grupo Editorial Grijalbo), y que quien vuelva a contratar a Casanyes sea Montse Vives, y a falta de más nombres femeninos en las referencias brugueriles de la redaccón, me hace pensar lo que ya he escrito antes, y otros antes que yo: que Anna Maria Palé fuera, no sólo la Señora Manostijeras (que podemos aceptar como parte de ser un trabajo de mandada) sino como la típica (h)arpía de las oficinas, impresentable incluso a la hora de despedir gente o de rebajarles a la mitad el sueldo.

[Montse Vives] Sólo puso dos condiciones: las nuevas historietas tenían que parecerse a las de Mortadelo y Filemón, y también tenía que colaborar haciendo algunas portadas de Mortadelos. Por supuesto, acepté. En breve se anunció la inminente aparición de los reporteros Paco Tecla y Lafayette.

Por lo tanto, el estilo de dibujo no fue una decisión suya, ni le habrían permitido elegirlo, ni fue un proyecto suyo que él presentara por libre y, precisamente con un estilo ibañezco en vez de probar con cosas diferentes, como se le ha acusado con palabras como "cuando tuvo oportunidad, hizo lo mismo que Ibáñez". Ni tuvo oportunidad ni yo veo malo hacer el mismo estilo de Ibáñez (aunque hay gente que lee entrelíneas críticas a Ibáñez y a su estilo de historietas en algunas parodias como el Mortalelo).

Incluso la historieta inicial, con páginas y gags, que se mueven entre lo excelente y lo insuperable, es alterada al llegar a la etapa de Garibolo, donde, de nuevo, no eligió él sino que, como hace años que vengo diciendo, le impusieron el estilo y el género: ibañezco y con agentes secretos: repetir mortadelos. Cualquiera vería que no es la mejor opción pero las empresas españolas, y catalanas, en concreto, son fosos de malas opciones incuestionables:

Garibolo pretendía suplir las revistas “Bruguera”. Ya nadie quería que me anduviese con ambigüedades. Paco Tecla y Lafayette tenían que ocupar el espacio que habían dejado Mortadelo y Filemón. Así que, olvidé el tema del periodismo, les convertí en agentes


Aquí se ganaba dinero porque les puso una pensión (dinero, no un hotel) a sus padres y todo:
Seis páginas semanales, por el doble de lo que cobraba por los Mortadelos
 Malos colores, mala realización: el desánimo cunde:
en las últimas páginas de Bebitos como bidones, mi segundo álbum, el desanimo era tal, que ya no podía más y empecé a trabajar a tres tiras para acabar cuanto antes.
Y aquí tenemos el mito que Casanyes no sabe que creó:
desenterré Trapicheo en el Cairo, y la rehíce para que se ajustase a la nueva identidad de los personajes.

Desconoce la publicación en Guai! y comenta que en Alemania sí que estuvieron interesados, pero que cortaron el contrato cuando el dibujo pasó a Esegé. Que aquí hay nula visión de negocio: si se hubieran puesto a dibujar en serio para Alemania, hoy existiría una línea ibañezco-bruguera-garibola implantada en Europa, y con ramificaciones en la animación, los videojuegos, el merchandising y demás.

Habla de una serie de animación desconocida, tal vez no emitida, sobre las Olimpiadas, precedida de un comic, tampoco terminado, sobre lo mismo. Una de esas cosa que hacen que me pregunten de qué viven las empresas: que hacen comics, o libros, o pelis o dibujos animados, y a la mitad dejan el proyecto a la mitad. Pero se supone que han ido pagando. ¿Qué rollos empresariales deben de ser? Todo eso es lo que le lleva a los anuncios de Cheetos (hum, habría que revisarlos... recuerdo que tenía bastante ritmo aquello de  los masqueseros, unos ratones previos al gato que hay hoy en día)

Y el mundo real del que hemos leído tantas veces:

la publicidad estaba espléndidamente remunerada en comparación con lo que se percibía en el mundo del comic. 
Si Norma Comics me había estado pagando 7.000 pesetas por una página de ocho viñetas, por cada viñeta de los storyboards publicitarios, percibía 6.000 pesetas. Y en ocasiones se llegaban a hacer de 8 a 15 viñetas diarias. Viñetas que eran simples bocetos y no las virguerías que se hacían en los comics.
Blanco y en botella: pintura.

1993: Ahora conoce el mercado publicitario y el de la historieta: en Ediciones B le pasan los datos a Nesquik,  cuyo responsable es aficionado a los comics, y le permite desde pintar las viñetas hasta cederle los derechos al cabo de diez años, siete meses por tomo de Quicky de 44 páginas (Mortadelo: 44 páginas en 7 semanas), y además:

tapas duras, páginas satinadas, e incluso estaba dispuesto a cederme la iniciativa en el guión.

¡Aplica el esquema de Ben-Hur! (Esto lo estoy leyendo ahora mismo: con eso no se puede fallar):
cinco minutos de pesebre al principio y diez minutos de crucifixión al final; el resto de las tres horas y pico: traiciones, venganzas, batallas navales, carreras de cuadrigas…

Y lo traduce en Nesquik al principio y brindis al final, y aventuras en el medio, para que no sea todo un rollo publicitario.

Y esto no lo sabía yo: siguen sus trapicheos en El Cairo:

para sacarme una espina, hice que parte de la historia transcurriese en el Cairo, por supuesto.

El resultado es una tirada inicial de 50000, ampliada a 75000. Y, aunque no se diga, el comienzo de una batalla comercial a base de juguetes, muñecos y dibujos en los potes entre Nesquik y ColaCao, de manera seria. Fuera quedan el resto de competidores.

En 1994, comienza la Era Informática, y el coloreado con Adobe Photoshop, que nadie sabía cómo funcionaba. Por entonces, Casanyes es nombrado el Dibujante Oficial de Quicky por Nestlé, para unificar el personaje-marca en todos sus mercados. Y la documentación comienza a hacerse a base de cientos de fotos (claro, con ese presupuesto).

Muy interesante el texto de Casanyes.  Gracias, señor.

Dos ideas: recuperación de Casanyes y de Lurdes Martín para la historieta.

1 comentari:

Anònim ha dit...

Ayer mismo leí el documento de Casanyes y una entrevista a Lurdes Martín; me parecieron interesantísimas, sobre todo el relato de Ramón Casanyes, muy emocionante cuando cuenta el difícil periodo en que su padre le acogió en su casa y le mantuvo a él y a su familia.
carlos