Una vez lei que el dibujante, guionista, historietista, ninotaire, de tantas historietas y chistes, Gosset, había decidido separarse por completo de la historieta; eso tuvo que suceder una vez jubilado, en tanto que hay historietas suyas hasta el final de la etapa de las revistas de Ediciones B-Grupo Zeta. Si aquella noticia es cierta, es de lo peor que uno puede enterarse en el mundillo de la historieta. Lo cierto es que nunca hemos podido acceder a superhumores ni coleccionesole de sus series o chistes. No hay integrales, salvo el Clásicos del Humor RBA que Antoni Guiral tuvo a bien ofrecernos ¡en el 2008! Y esto lo escribo en el 2018. Fue de Hug el Troglodita pero nunca de Roquita, porque los personajes infantiles y dirigidos al público infantil tienen peor fama en el mundo intelectual hispano. ¿Cuántas películas u obras de teatro para niños se hacen en España de forma habitual y fuera del estricto circuito escolar? -y eso último va por lo del teatro-.
Es aún más incomprensible por cuanto me suena que hubo incluso cuadernos de pasatiempos vendidos a mediados de los años 1990 con Roquita... o igual es un recuerdo implantado que nunca sucedió; y yo pensaba que igual es que había interés editorial... aparte del autor. Pues no, y mi sensación es que Gosset quedó derrotado o harto. Si así fue, pues, una lástima...
El caso es que Gosset logró crear un gran personaje en una gran serie, que era una niña, puede que con algo de imitación de Mafalda por lo de la sopa, pero que tenía ganas de jugar como Zipi y Zape, que vivía en la Edad de Piedra como Hug el Troglodita, aunque no me consta que se encontraran nunca... ¡y eso es sorprendente! No sé si tuvo influencia de Los Pedrusquitos, unos niños prehistóricos que vivían aventuras en la revista Copito de Bruguera que usaba historietas de Hanna-Barbera hasta mediados de los años 1970... pero todos esos casos son tangenciales, es decir, que se les parecen por algún aspecto.
Seguramente que todo esto ya lo hemos dicho anteriormente en este blog que no tiene problemas en repetirse.
Roquita es única. Como único es su mundo, si excluimos el vínculo de una Edad de Piedra repleta de piedras y que lo une a Hug el Troglodita, del mismo autor, Gosset.
Con Hug. Gosset se harta de hacer paralelismos explícitos sobre la Sociedad de Consumo: los prehistóricos Hug y Pitákoras o quieren que llegue la Sociedad de Consumo o buscan avanzar científicamente para hacer que llegue la misma. mientras cazan dinosaurios, o pasan hambre por una escasez auténtica en un desierto de piedras con apenas una línea trazada en el horizonte y el mismo Sol de justicia que amenza a Facundo pero no tanto a Lío-lío Chin (lo recuerdo así pero siempre que reviso el dato me da: Lío Chin-Chin), que es más listillo que el occidental orgulloso de serlo y de chulear de ello continuamente.
Así que siempre hay un trasfondo sociológico o antropológico en Gosset. Y. como nos tememos que no se fía, pues lo suelta explícitamente.
Si Roquita no es única, a lo que podria parecerse es a Aníbal, la magistral serie de Roja$ de la Cámara. Va de un niño que juega en la calle. que fue algo muy habitual en las ciudades españolas de los años 1970 y 1980. Y aquí me refiero a calles y callejones ya construidos aunque con algunos descampados o solares, pero no a etapas anteriores o lugares menos urbanizados, con amplios campos. Esto son niños que juegan en la calle con la pelota, que llevan pantalones tejanos, que solamente ven a su madre cuando los llaman por la ventana, y que no se encuentran casi nunca en las historietas con los padres porque estará trabajando... aunque la sociología del regimen que explican en la universidad da la versión burguesa y pretendidamente feminista de que las mujeres no trabajaban, e ignoran que las mujeres de clase obrera y campesina básicamente trabajaban en fábricas, en el campo y de miñonas en las casas, y limpiando casas, y en tiendas... pero las tesis doctorales no te las dan si dices eso y si no eres del partido (que sea).
Y Gosset endiscurre bien endiscurrío: quita la pelota, las muñecas, las tapias, el gendarme Marcelo (bueno, no del todo), el asfalto, las aceras, los tejanos... y sigues teniendo niños modernos que quieren jugar en la calle, entendiendo por calle "lo que está fuera de la casa"...
No digo que se basara en Aníbal ni al revés. Es posible que Editorial Bruguera hiciera a ambos un encargo de "niños de hoy que juegan en la calle en los barrios". Y puede que cada cual lo interpretara de una manera distinta.
Así que, en su afán de simplificar, de borrar todo lo que sobra, en plan Diógenes (ah Milú. pero tú no sabes quién fue Diógenes), Gosset elimina lo superfluo: no hay más niños ni más familias. Es la Edad de Piedra... vivia poca gente, así que basta con una niña, una madre que hace la comida (la olla con la sopa como plato único), una cueva (la casa que protege del exterior, concepto éste último muy importante en la serie), y un desierto sin árboles, de piedras, con algún dolmen... y una niña (protagonista femenino, cuidado, que esto no se destaca nunca porque, total, si es una serie "pá críoh", pues los intelectuales pasan de eso), y la niña con una madre (nunca sale el padre así que estamos ante una familia monoparental y nadie pareció haberse dado cuenta nunca de eso)... la niña tiene dos objetivos:
Objetivo 1: jugar fuera de la cueva (o en la calle que dirían los lectores de la revista donde se publican sus historietas)
Objetivo 2: evitar comer sopa. Porque no le gusta, porque le aburre comer siempre lo mismo, porque quiere jugar y eso pasa por encima de alimentarse... Son las décadas de decir que los niños no comen espinacas ni otras yerbas... para principios del siglo XXI, lo habitual es que a los niños se los atiborre en los ranchos de los comedores escolares y en sus casas de hortalizas y legumbres congeladas con campañas publicitarias espantosas... coartada para que las madres extiendan su locura por las dietas de adelgazamiento al resto de la parentala, y los padres lo aceptan y lo implanten... eso sí, luego a pedir comida basura al telepizza, a los chinos y al Madonashking.
Que las cosas cambian en las sociedades postindustriales postfordistas y mediopostmaterialistas.
Gosset usa un mínimo de elementos. Al principio, una hormiga o una tortuga (Marilenta, creo) son usadas como elementos de juego por Roquita. Cierto tiempo después, Gosset incorpora la Araña. Doña Araña (el nombre se altera) y que dice que también es madre así que se pone del lado de Ma, que es la madre; pero es que luego se saca de la manga al perro guardián (¿el guardia Marcelo?) Pocaspulgas... quien se convierte en coprotagonista y toma los elementos tanto de los polis de las pelis mudas como de aquellas amenazas de las madres suavonas ("se lo voy a decí a tu padre", convirtiendo en ogro a alguien que virtualmente no existía) y también toma rasgos de los perros (contra gatos) y gatos (contra ratones) de los dibujos animados en cuanto a su tenacidad: tiene una misión que cumplir que se convirte en obsesiva, y que es evitar que la niña salga de casa.
Cuando llega el momento en que parece que se agota el grupito de personajes o de situaciones, pues saca otro mínimo elemento.
Allá por los años 1990, no sé si ya en 1992, aparece el primo Roco, que es como Zipi en la Edad de Piedra, así, rubio y retaco.
Y las historietas se convierten también en pasatiempos. Ambos juegan y hacen jugar a Pocaspulgas en los pasatiempos y además a los lectores. Y ahí vuelve lo del recuerdo implantado de revistas de pasatiempos de Roquita. Los planes se convierten en más complejos y tienden hacia una especie de grandes inventos de TBO.
La serie incluso cambia el título por el de Roquita y Roco.
Como no nos cansamos de repetir. -es mentira: sí nos cansamos porque las editoriales nos han cansado... - nos merecíamos haber tenido recopilatorios. coleccionesole y superhumores de Roquita.
La pregunta de Roquita es:
-¡Mamáaa! ¿Por qué no puedo salir a jugar?
La respuesta de Ma es clara y, por cierto, opuesta a lo que se daba en la vida real setentera, ochentera y protonoventera:
-Porque en la Edad de Piedra, la calle es muy peligrosa, hija. ¡Está llena de diplodocus!
Entretanto, en el mundo real ya había comenzado el peligro en forma de drogas, de meter a los "chavales" en las juventudes hitlerianas de los entrenamientos de fútbol haciendo creer a padres y niños que iban a hacerse ricos con el balompié, y luego ya lo de las escuelas de música municipales que es muy de ayuntamiento progre y que no veo aún que haya servido para generar más cultura.
En la década de los 1990, motos y coches de los antiguos niños jugones se enseñorean de asfalto y de aceras, aparecen las primeras placas de "prohibido jugar a pelota" en plazas y espacios lógicos, se ponen límites de edad a los parques, y en el año 2001 ya se ve lo de los bancos con peste a marihuana (al poco llegaría a los balcones y a los salones de los vecinos). Se había dado la vuelta: se había privatizado la calle y se habia expulsado a peatones y a niños juguetone pero ya no habría tebeos que nos contaran lo que estaba sucediendo ni en broma ni en serio.
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