Data Estel·lar felicidades Dilluns 20100405
Intento infructuosamente deshacerme de la pila de bloguear.
Fui al Corte Inglés (¿a dónde, si no al sitio donde seguro que está sin pamplinas ni malas caras) y me compré La España Revolucionaria. Es un libro que compendia una serie de artículos periodísticos de Karl Marx, realizados para el New York Daily Tribune.
A Marx le fascinaban los Estados Unidos de América. Saludó en su momento la abolición de la esclavitud que había hecho Abraham Lincoln. Siempre me ha parecido curioso la fascinación que ejerce ese país en tanta gente, Marx, Verne, Goscinny...
Por su parte, en Estados Unidos tienen claro que, si hay oportunidad, hay que dejar expresarse a las partes en conflicto. Recordemos que en otros países, el interés máximo es el de impedir la expresión de las opiniones por si pudieran ser discordantes. Sucedió en Sabadell, cuando el Referéndum por la Constitución Europea (o tal vez por algunas Elecciones Europeas): entonces, el Ayuntamiento (PSC (PSC-PSOE)) impidió la celebración de actos o conferencias en el Casal Pere Quart o en otras dependencias municipales. Y no me refiero a debates o mítines políticos sino a cualquier otra actividad de parloteo, de tal manera que hubo una mesa redonda sobre algo ajeno a las votaciones que se celebró en una sala oculta del Museo de Historia. Si eso fue a principios de la década 00. En el 2010, en la vecina localidad de Barberà del Vallès, sucede lo mismo: el representante de ERC dice que el gobierno de Barberà impide el uso de la sala de actos de la nueva biblioteca municipal a los partidos de la oposición. Otro día tendremos que hablar sobre cómo sólo entradoel siglo XXI se han montado bibliotecas públicas en condiciones en las ciudades industriales, y cómo cada una de ellas ha de dar servicio a varios barrios de varias decenas de miles de personas.
Parece un circunloquio innecesario, pero ejemplifica perfectamente el tipo de libro que tenemos ante nuestras manos: uno en el que se define, desde 1854, lo que es la España o la Catalunya actuales.
En los Estados Unidos, pese a la caricatura que desde el Este del Atlántico se tiene sobre su ignorancia en Geografía y demás, las élites intelectuales han tenido un interés constante sobre España. Si no porque era la potencia europea colonial a combatir en América, por su ayuda en la independencia de 1776, por algunas caracterísiticas de su cultura y tradiciones, o como enclave estratégico tanto para Eisenhower (cuando Franco le regaló la soberanía territorial, militar y de Relaciones Exteriores a la superpotencia) como para Obama. Hay que recordar las brigadas internacionales con participación estadounidense. En fin, un interés discontinuo pero real que alguien tendría que analizar y explicar alguna vez.
Ese interés deviene en que uno de los pronunciamientos del intenso siglo XIX, la Vicalvarada de 1854, lleva a contratar a Marx, de quien el editor, Jorge del Palacio, nos dice que España no le interesaba, para que explique lo que quiera, que es lo que iba a hacer. Como es habitual -véase El Capital o La Ideología Alemana- Marx pasa de responder a lo que se le pregunta para divagar sobre las revoluciones de 1812 (la Guerra de la Independencia pasa a ser tratada como una revolución en parte liberal y modernizadora y en parte nacional), y 1820 (cuando el dictador Fernando VII dijo lo de "Marchemos todos juntos, y yo el primero, por la senda constitucional").
En esas no-respuestas a lo que sucedía en 1854 en España, Marx responde a lo que ha sucedido después: la incapacidad de las autodenominadas fuerzas autodenominadas progresistas (no es un error, porque no suelen tener fuerza) para renovar o regenerar o impulsar el progreso. Entre otras cosas, porque suelen poner al frente, como hicieron en 1812, a gentuza de los sectores carcamales, que esperan la menor ocasión para traicionarlos. Ese "querer quedar bien" de las fuerzas progresistas les socava su base social y las pone a merced de las fuerzas retrogresivas, que suelen ser más capaces de articular discursos, ideas (véase la frasecita de Fernando VII o a Jiménez Losantos o a Intereconosuya) y de conecta con grupos a los que deberían tener en oposición.
Marx comenta [p39] sobre la descentralización tradicional de España -la división en reinos-. Llamadle Comunidades Autónomas y tendréis una aproximación a lo que dice sobre que va bien para unas cosas y mal para otras.
En la misma página, por fin tengo a alguien que compara a España con Turquía, y es Marx. En las universidades de nuestro país no se compara jamás a España con los países que se le parecen: Corea del Sur (Sony lo hizo en marzo del 2010, al hilo de la piratería, pareja en ambos países), Turquía (y el paralelismo es histórico, desde el Renacimiento, cuando menos, hasta el siglo XXI), Marruecos y algún otro sitio. Claro, ya sabemos que molaría más ser comparados con Suecia, Noruega y Dinamarca, o con Alemania, pero no hay interés por parte de las élites, ni por buena parte de la sociedad, de ser como esos países en ningún aspecto. Enseguida, se les caricaturiza oponiendo el sol, la playa, la paella, el rioja o el jamón cinco jotas que nadie se ha comido nunca, con el trabajo, el frío, la oscuridad y que son muy rígidos y luego se emborrachan porque no saben hacer otra cosa (cosa que demuestra que, en ese punto, los españoles son muy nórdicos, porque la mayoría salen del trabajo y se van al bar o a las carpas a hacer barra libre).
La comparación dice que España y Turquía son una aglomeración de repúblicas mal administradasm, con un soberano nominal.. Comenta sobre el despotismo oriental, lo que en la Unión Europea, así pues, un despotismo oriental, se llama Principio de Subsidiariedad: se permite la autonomía municipal para evitarse la molestia de ejercer la administración por pate del poder central.
El apartado positivo es que Napoleón consideró que España era un cadáver, dice Marx, por eso no se esperaba que, si el continente estaba muerto, su contenido estuviera muy vivo y le diera la lata desde el momento en que derrotó al Ejército regular (inútil, innecesario, porque lo mandaban las élites aristocráticas y no fueron elegidos por mérito ni por capacidad).
Una vez leído, este libro lo veo al mismo nivel de facilidad de lectura y de interés que Qué es una Constitución, de Ferdinand Lassalle. En éste, Lassalle, explica por qué la Constitución de Alemania es la que es, aunque a él no le guste, en virtud del equilibrio de fuerzas existente. Puede mirar por detrás de las cortinas de letras y decir si el que manda es el Rey, la Corte, o la Bolsa, y si antes era así o no. Marx es aún más visceral, y no se calla cuando tiene que decir cosas como que Fernando VII es un cobarde despótico o que los revolucionarios mártires de 1812 fueron los traidores de 1820. Y además, es algo que se convierte en un modelo paralerlo a lo largo de las décadas posteriores.
En p122, dice que España el día anterior era un despotismo oriental. Al día siguiente iba a ser una democracia con un monarca. Y añade: "Tales cambios repentinos son muy propios de l a historia de España".
Ayer todos eran franquistas. Al día siguiente todos eran demócratas de toda la vida, o antifranquistas. Un día se va a hacer la Ley de Memoria Histórica, al siguiente se torpedea. Un día se le pide a un ministro, Caldera, que haga una Ley de la Dependencia que iba a cambiar el Estado de Bienestar (iba a ser la Cuarta Pata del Bienestar) y años después hay gente que se ha muerto esperando una ayuda miserable porque el dinero tenía que ir a los financieros y a los especuladores inmobiliarios; es decir, no se financia esa ley, y se la torpedea desde el Ministerio de Economía (Solbes por ideología neoliberal, Salgado porque se han fundido el dinero con los ricos y no les quedan para los pobres y tullidos, osea "por la crisis") y desde las Comunidades Autónomas del PP por interés electoral. Los grandes inmovilismos van seguidos de grandes cambios que se paran en seco. Ayer todos hacían chistes en la tele y en directo sobre homosexuales y al siguiente día es uno de los primeros países que legalizan el matrimonio homosexual. Pongo ejemplos de los años 00, pero es fácilmente repetible en otras épocas históricas. Asi, la Constitución de 1812, se pone a la cabeza de Europa, según Marx, al abolir el comercio de esclavos, por ejemplo. Luego sabemos que hay involución (los propios españoles serán tratados como esclavos por sus reyezuelos y sus latifundistas de medio pelo y media neurona).
El miedo de las fuerzas progresistas lo vemos continuamente, como explica Marx, para los hechos de 1812. Si en Catalunya gobiernan los ecologistas como parte de una coalición, será ese gobierno el que dé ayudas más antiecologistas por miedo al qué dirán (ayudas a los todoterrenos y coches de alta gama de Nissan, que no son los que me compraré yo ni los que suelen pagar impuestos con regularidad).
Para 1809, Marx nos dice que la Junta Central ("revolucionaria", según Marx) crea un poder contrarrevolucionario. Era leerlo y notar que todo seguía con la misma música de fondo. Haremos esto, pero cuidado no se nos enfaden los otros, quienes acaban aprovechando para torpedera y, al final, destruir la poca obra realizada. Cuando llegan al poder, machacan lo que pueden (1814, 1823). Ejemplo: se cmpensa a la Iglesia por la abolición de diezmos, y ésta, taimada, vota a favor para luego oponerse. Es continuo: se intenta pactar con varias instituciones que sólo esperan poder dar puñaladas traperas. Ejemplo: Fernando VII fusila a los líderes guerrilleros Porlier y Lacy y envía a galeras a otros, es decir, a los que lucharon y a los que le permitieron volver. En 1820-1823, p126, uno se plantea por qué las fuerzas progresistas o de cambio o revolucionarias o liberales optaron por mantener en el trono a un traidor que torpedeaba al gobierno continuamente con medidas absurdas que recuerdan al rollito ese de tener un Tribunal Constitucional lleno de jubilados que no tendrían que estar ya allí, o un Poder Judicial inoperante excepto para enviar autos que suenan muy bonitos cuando los lee un director de un diario pero que no sirven para la vida del día a día.
El libro también permite sobreentender el origen de los pronunciamientos: la propia debilidad de la Junta Central, con un apoyo político muy limitado (el territorio está en manos francesas), hace que se apoye en una especie de pretorianismo militar [p78] durante la Guerra de la Independencia que luego se convertirá en los pronunciamientos de años posteriores (un militar que lee un manifiesto, es decir, se pronuncia, y pide al pueblo que le siga)
p81: Marx pone a Covadonga como origen de la España del siglo XIX. ¿Qué significa eso? Pues que España es la culminación del Estado castellano de origen visigótico. Elude cualquier otro origen, el de la Marca Hispánica (condados catalanes-->Corona de Aragón). Es decir, que a mediados del siglo XIX, ya está clara está idea que historiadores catalanistas combaten o cuya idea se utiliza para destacar la idea uniformizadora de una España imperial, ideal e inexistente, que suplanta cualquier otra legitimidad.
Por otro lado, mira qué habré leído veces sobre el internacionalismo obrero y sobre el nacionalismo como invento burgués y superable. Sin embargo, Marx habla de Nación como si nada, y no critica en ningún momento nada.
La misma p81 y p114 nos hablan sobre un fenómeno muy conocido: se desea lo nuevo por oposición a lo que hay. Como Carlos IV y Godoy eran dos corruptos inútiles, se vio bien que Fernando VII les hiciera un complot. Se vio bien la Constitución de 1812 contra los franceses. Como ésta no solucionaba los problemas con magia, el chaqueterismo hizo que se llevara en volandas, según Marx, casi literalmente, hasta su trono a Fernando VII El Deseado. Y se apoyó la revolución de 1820 por la dictadura e ineptitud de éste (Hacienda Pública en quiebra. Es decir, el voto en contra, el voto en negativo. Durante el 2008-2010, los articulistas y tertulianos suelen comentar que se vota más contra tal partido que a favor de algo.
Se vota más contra el Franquismo que a favor de algo nuevo; se votó contra Aznar, de ahí la gran cantidad de escaño que obtuvo Carod-Rovira con ERC, que a favor del proyecto independentista de este partido en el 2004 (debe de ser duro que te voten para que no hagas lo que te dice tu ideología ni tu programa). Y la megacoalición de fuerzas progresistas que no progresaban con Zapatero gobernaban todas contra la marea del PP, quien había gobernado sus 8 años anteriores contra Felipe González (era un gobierno-oposicióndelanterior y así se reflejaba en sus declaraciones). ZP llega al poder, no por sus ideas ni por su programa (que no tenía ninguno), sino porque familias enteras, barrios enteros odiaban ver cada día el bigote de Aznar, y más desde sus chapapotes y sus guerras imperiales (en palabras que se podían escuchar muchas veces: "cuando sale el Aznar, mi padre/madre/abuela/yo/tal persona cambia de canal para no verlo"). Para las Elecciones Catalanas del 2010 se espera que los votantes se pronuncien contra el Tripartito (o Govern d'Entesa) y no a favor de los fachilongos de CiU. Se espera que haya un voto de castigo en Ciutadans, PlataformaXCatalunya o lo de Carretero, pero no para que se hagan sus políticas por ellos, sino contra los otros. La versión favorable a los partidos políticos actuales es que la gente se quede en casa o en Port Aventura y no vaya a votar, pero esa abstención también será por despecho, una abstención a la contra, en un porcentaje elevado.
Para finalizar, el libro se lee bien,de forma rápida, y podemos ver de forma subterránea el sentido del humor que gastaba Karl Marx. Aunque La Ideología Alenana es aún más humorística. Y no quiero decir que te tengas que reír.
20100406
MarXemos todos juntos
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