Data Estel·lar textual Dilluns 20210802
Alguna vez, pero no muchas, he puesto artículos completos sobre salones. No sé si es habitual mencionar o no antiguos salones o ferias ni sé si es o no habitual poner artículos completos. Si no lo hago más es o porque no encuentro suficientes o no los veo relevantes y eso mezclado con si habrá derechos de autor o si le interesará al escritor. El caso es que, a veces, como hoy, prima mi interés por la información.
El texto lo firma un tal MGS (¿Magefesa? ¿Miguel G. Saavedra? ¿G de maGefesa?): VI Salón del Comic de Oviedo Manteniendo aAlto el Listón.
Resumen: el Salón de Oviedo está muy bien. No se le hace caso frente a Barcelona o Madrid (la verdad es que yo me entero ahora de que entonces había un salón madrileño). Los Premios Haxtur son prestigiosos y aparecen en las biografías de los artistas estadounidenses: ¿de todos, de alguno?
En alguna revista de Forum tipo NewWarriors hacia 1991 o 1992 tendremos algún texto similar sobre un salón de Barcelona que no tira como debería y un salón asturiano que ofrece mucho para el presupuesto que tiene. Estuve pensando si escanear ese tipo de artículos pero lo descarte por lo que escribí al principio. Semanas después me encuentro con el texto del Capitán Atom número 3, 150 pesetas, Ediciones Zincomarzo 1989.
Como mínimo, por aquel entonces, 1989, el Salón de Oviedo era VARIADO, mientras que el de Barcelona de 1988 y 1989 era un demoledor cutrerío de nuevos amigos que entraban en un negocio siempre mirando hacia el mundo de los adultos, con lo más sucio y repugnante, el olvido total (con responsable directo del Grupo Zeta i de Cavall Fort) de las revistas infantiles y juveniles y para todos los públicos. Eso con un presupuesto de lujo. Por poco que se lo propusieran, el Salón de Oviedo o de Cartagonova tenía que ser mejor. No cabía duda. No había superhéroes más que en los carteles o los tenderetes. Las exposiciones y los textos de la revista eran para lo que a los editores les molaba: sus amigos, sus adulteces, sus diseñadores montados en el vacío, y el interés, siempre ese interés que hace tan pequeño el mundo-mundillo del comic de expulsar del mercado a los demás, no sea que les coman terreno, cuando se reduce el mercado por el hecho de reducir la variedad, pero eso no se va a entender en España.
Supongamos que sea él:
Zinco, como todas las empresas, funcionaba gracias a la labor de muchas personas. Todos importantes y relevantes, como Sergi Gras, sin el que Zinco no hubiera podido llegar a ser lo que fue. No importaba si su trabajo estaba no directamente relacionado con la propia edición de los cómics, era importante dentro del engranaje empresarial y permitía que todo funcionase. Pero entre la estupenda labor que todos desarrollaron, brilla por encima, por tener una faceta más pública, la de Miguel G. Saavedra. Articulista, encargado de múltiples secciones de correo, redactor de las noticias, coordinador de colecciones… y quien sabe cuántas cosas más, ninguna de ellas acreditadas como tales, ya que en las ediciones de Zinco no se detallaban las personas que había detrás de cada cómic DC editado en España. Con el tiempo empezarían a indicar el nombre del rotulista, traductor o coordinador de la colección para la edición española, pero a eso se reduciría toda la información editorial de Zinco en sus cómics.
Como decía, y sin desmerecer la labor de muchos profesionales que estaban en aquellos momentos trabajando en Zinco, la figura de Miguel G. Saavedra brilla como un faro en medio de la tormenta. Y entre todas sus labores había una que le permitía estar en contacto con los lectores: el correo.
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