Pour simplifier car il faut toujours simplifier
Georges Perec
Hice francés para ver si podía comprar livres et BD... pero Barcelona es una ciudad culturamente muerta por más que la propaganda diga lo contrario. Encontrar alguna librería con algo en francés es una tarea dura, ímproba, áspera y sin resultados. Por ahí tuve un artículo a medio hacer durante años con mis cuitas. Repitase lo mismo con el resto de lenguas y apenas se salva el inglés. Para leer La Catedral del Mar en inglés o francés no vale la pena aprender esos idiomas, señores empresarios de librerías.
El caso es que, por entonces, y durante años, la prensa barcelonesa estuvo haciendo publicidad sin medida de un tal Georges Perec. La primera vez que lo vi incluso recorté la noticia: "un Perec inolvidable" o algo así, y creo que del suplemento cultureta de La Vanguardia.
Harto de la basura que te hacen leer en la educación oficial, los libros de francés, por ejemplo sobre lo cual ya me explayé en su momento en el centro de idiomas; a los de después les dieron a leer un Astérix). La basura lectora en la educación formal o informal, oficial, obligada, está montada por criterios políticos catetos: te damos a leer algo que hable sobre lo malos que eran los nazis, con muchas vísceras pero no vomites que nos lo tomamos a mal. Un autor que sea de los nuestros, de los suyos... y te quitan las ganas de leer.
La verdad es que pensaba que ponía "Pérez". Me dije: "hombre, por fin". Pero no. La Unesco prohíbe a los escritores que se llamen Pérez.
Georges Perec es un escritor francés. ¿Qué significa eso? Que da igual lo que hagan que siempre habrá un ejército de proteccionismo económico que le dé capas y capas de baboseo, peloteo y barniz cultural. Así suede, exactamente, en las páginas finales de la edición de Hachette Littératures por Bernard Magné.
Y lo mismo lo he visto con sociólogos franceses o con comentarios a Tintín, con textos que hablan de la televisión, de la sociedad del ocio, de los embalses... Lo denomino: la verborrea francófona.
Se edulcora todo, se camufla todo error, se amplía cualquier pequeño hallazgo para convencernos de estar ante otra definitiva obra maestra porque lo dicen ellos.
Nos encontramos ante L'art e la manière d'aborder son chef de service pour lui demander une augmentation
De aquí en adelante, simplificaremos porque siempre conviene simplificar.
La idea es ese típico esquema que se ha hecho tan popular, pero que dudo que lo inventara él, y que se ha enviado por fax, por correo electrónico, por messenger, por facebook, por whasapp... sobre cómo pedir aumentos de sueldo.
Es el equivalente de aquel esquema o adagio de las reglas del jefe: "1. El jefe siempre tiene razón; 2. En caso contrario, aplíquese la regla número 1".
Por lo tanto, nos encontramos ante una enumeración cómica de un acto artificialmente cotidiano porque nadie pide aumentos de sueldo. Para eso están los sindicatos o para eso está la puerta, que es grande y por la que puedes largarte. Pero es un caso cómico típico en comedias, chistes gráficos, historietas, telecomedias... así que está bien encontrárselo en un libro.
Una idea que precede a la compra de este libro es la repetición machacona que voy a triturar a continuación: es una obra vanguardista que rompe lo establecido y por eso el autor se esfuerza en escribir sin signos de puntuación.
Es FALSO. Perec solamente se mata en poner o hacer que alguien ponga tipp-ex en los signos de puntuación, sean comas, puntos o puntos y comas. Eso no es ser innovador: eso es tener un enchufe en la editorial o poseer una editorial y poder publicarlo.
Innovador, ingenioso, complejo de crear es lo que yo quise comprar... 13.40€, precio barato para un libro en Catalunya pero que es mayor que el precio de contraportada para Francia, lo que pasa es que allí pagan en euros y hay que hacer la conversión: 12€ que al cambio en euros españoles son 12 euros. Comprendo que no es lo mismo.
Lo que yo quise comprar y pensé haber comprado era un libro que explicitaba los pasos para abordar al jefe de servicio y perdirle un aumento de sueldo de tal manera que el autor hubiera evitado al máximo los signos de puntuación, con frases artificiosamente alargadas, tal vez con comas pero nunca con puntos... Es factible, tanto que yo ya lo hice allá por 1995 aunque con menos páginas (me salían como 20 a letra Times News Roman 8, creo recordar).
Lógicamente mi idea era sencilla pero el reto que le pido a un intelectual por cuya obra pago es que haga algo mínimente igual y, preferiblemente, superior, pero Perec no lo consigue, así que decide simplemente poner frases cerradas, oraciones al uso pero con la mínima complejidad para el lector al faltar los signos de puntuación porque se han borrado. Como ejercicio de clase de Lenguaje se podrían volver a poner.
Lo demás es un esquema preestablecido y algo bobo, con frecuentes alusiones a la hora de la comida, y a la Carême (Cuaresma, porque el viernes se come pescado y no carne), a la rougeole (sarampión, aunque yo pensaba que era rubeola, cosa que no afecta al texto), y poco más.
El postfacista Bernard Magné hace el postfacio (texto posterior a la novela) y nos intenta convencer de que parecen usarse frases iguales pero que hay divergencias, que donde pone "el trabajo donde pasas los días" se convierte en "el trabajo donde os explotan" o "el trabajo donde os sentís realizados" pero eso no acalla ni tapa lo básico: Perec no se ha matado en hacer esta obra.
Hay que acusar a los propagandistas que han conseguido acceso, durante años, a la prensa escrita, a sus suplementos de cultura, para decirnos que Perec c'est la poira porque no lo es. Compararlo con otro autor francés que hace lo mismo con flechas o con rayas o con preguntas binarias no es mejorar el libro.
La idea está bien pero, aunque lo parezca, no está trabajada.
Es un monólogo del Club de la Comedia, es el chiste de la cocacola sin signos de puntuación ("si nace un hijo pueden pasar dos cosas que sea niña o que sea niño si es niña no pasa nada pero si es niño pueden pasar dos cosas...").
No es que esté pasado de moda. Es que la idea podría estar bien si se hubiera molestado en hacer una larguísima oración lo suficiente extensa y de difícil comprensión que nos dicen que es uno de sus objetivos. Podría haber usado, como al inicio, estructuras con gerundio, enumeraciones, construcciones adverbiales, complementos circunstanciales, oraciones de relativo, puesto que hay mil formas pero no... montados en el dólar de la intelectualidad, ¿para qué matarse? Metes un chiste fácil, lo alargas 100 páginas y le borras las comas... sospecho, y al menos en eso me gustaría equivocarme, que las borraría una secretaria administrativa, porque sospecho que ese mundo es como el de los grandes arquitectos que no tocan un saco'cemento, o el de los escultores que dicen como tiene que se la pieza, la cobran y la funde y la monta un obrero de una fundición a precio de obrero de fundición y no a precio de gran artista.
Me tiró para atrás notar el truco que lo he tenido en barbecho unos años.
Tal vez yo lo veo más como un Elige tu propia aventura, que tampoco eran ninguna maravilla porque había una solución correcta, 20 tan incorrectas que siempre acaban con la muerte del lector protagonista y 2 o 3 mediocres... digamos que lo opuesto a lo que proponían de otorgar capacidad de decisión a los lectores bajo un prisma ideológico liberal o neoliberal... "si decides tal cosa, vuelve a la página X, si no, sigue adelante..."
El libro se deja leer. Es curioso. Es un tema vagamente cotidiano y lo que sucede es algo no tratado en la literatura porque, eso sí es un hallazgo, el gran viaje no es irse a dar la vuelta al mundo en 80 días o la gran aventura no es evitar que se inunde el valle del Mississipi, o acabar con una conspiración vaticana, o parlotear sobre el honor y la guerra (oxímoron) o contarnos la vida de los reyezuelos... lo relevante en un mundo de masas es qué pasa con el aumento de sueldo (punto algo positivo) o qué pasa con la renovación del contrato o si la empresa nos nos va tirar a todos a la basura (punto más bien negativillo). Eso sí es un gran hallazgo en este libro de Augmentation escrito por Perec.
Lo mejor del libro, sin embargo, como suele suceder, es una frase, lástima que poco aprovechada (bastante usada pero poco aprovechada por los acontecimientos):
Pour simplifier car il faut toujours simplifier
Georges Perec
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