20150302

Ucrania: la tierra y el hambre

Data Estel·lar pastulenta Dilluns 20150302

Es posible que algunos de los lectores que me conozcan -yo mismo, sin ir más lejos- se pregunten por qué no hablo de Ucrania.

"Tanto que dices que te gustan las Relaciones Internacionales, majo, y lo poquico-poquico que te pronuncias sobre Ucrania".

La razón es simple: soy plenamente consciente de que todos los medios comunicación y propaganda mienten sobre Ucrania. No tengo capacidad de saber lo que sucede. Ya me perdí en la "macrosagamarveliana" anterior: la de la Plaza Maidan. No creo que nadie la comprendiera, más que como otra revolución de colores y, por tanto, falsa. Mafias con armas, chusma gobernante que acapara la mitad del PIB, el problema del gas cuando debería haber optado Europa por las energías renovables del Sol, el Viento y demás... independencias de sitios que ya se habían autoproclamados independientes en 1991, como Crimea, conquista del nuevo imperio ruso, donde se pone la luz para más gente cada vez, repúblicas populares siervas del capitalismo, lenguas en trance de ser prohibidas...

Y siempre la gran pregunta: ¿para qué demonios les sirvió a esa gente el comunismo? ¿No aprendieron nada? ¿Lo olvidaron todo? ¿Eran tan corruptos y falsos como ahora? ¿Es más fácil el robo que el reparto igualitario de la riqueza o nunca existió tal reparto? ¿De concordia e internacionalización nanay?

Así que paso de Ucrania. Pero resulta que Ucrania está ahí. Belarus también. Cada vez que uno busca información sobre los varegos, sobre los mongoles... aparecen las estepas y aparecen las tierras de los cereales que el vulgo ignora porque no se les ha explicado. Bueno, está el Supermán Rojo, aquel tebeo que explica como el kriptoniano cayó en esa zona cerealística, en tanto que equivalente a la centrral de Estados Unidos de América.

Sin embargo, un viernes 20150227, Gustavo Duch, director de la revista Soberanía Alimentaria, escribe en El Periódico de Catalunya el revelador artículo Sé quién ganará en Ucrania. Desvela los actores reales del conflicto. No ya el gas natural del corrupto oligopolio (¿y cuál no?) Gazprom, no los interesese imperiales de la OTAN, sino ¡tachán-tachán! las macroempresas que controlan nuestra comida y están fabricando el hambre invisible (los tomates sin gusto, el pan sin sustancia, la comida que no sacia).

Él ya había advertido sobre la existencia de guerras agrarias. En realidad, nuevas guerras agrarias. Porque, ¿Qué fue la Guerra Civil y el Franquismo y qué fueron las dictaduras sudamericanas alias repúblicas bananeras y qué fueron los openfields y sus excedentes de pobres convertidos en manos de obra industrial británica sino guerras agrarias?

Escribe Duch, :

Estamos siendo testigos de la puesta en práctica de unas viejas y clásicas imposiciones liberalizadoras que, acabe como acabe el conflicto, nos dejará una terrible fotografía donde la agricultura y alimentación del pueblo ucraniano estarán bajo soberanía ajena. Estarán controlada, por grandes corporaciones mundiales del sector, como Monsanto, Cargill o Dupont, y fondos de inversión especializados en agricultura. Para sus negocios, la tierra fértil es un imán irresistible.

La UE y la Alemania de Angela Merkel (CDU + FDP) son agentes a favor del trío de la especulación alimentaria y de la agricultura transgénica y de la vida (ADN) privatizada. Así lo son el expolio minero y ecológico en Grecia (compra de islas y minas a precio de saldo)... y eso que uno ve esas pelis alemanas que dan en TVE, Antena 3 y otras cadenas y se cree que los alemanes ricos ansían la ecología y luchan contra la destrucción de la Naturaleza en todos los paraísos.

El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), el Banco Mundial (BM) y el Bankengruppe KfW han dado créditos que han permitidoo que 12 oligarcas locales y corporaciones extranjeras o fondos de inversión internacionales se hayan apropiado de 1,6 millones de hectáreas
, de tal manera que

 más de la mitad de las tierras ucranianas están acaparadas al servicio de una agroindustria de exportación que exclusivamente beneficia a las empresas de suministro de semillas o fertilizantes, a las comercializadoras del grano.

Aragón y Catalunya son las dos autonomías de toda Europa con mayor cantidad de agricultura transgénica. La derecha y la autodenominada izquierda lo han permitido durante décadas. Dicho sea porque lo siguiente no afecta tanto: nuestros estómagos ya están podridos y las estadísticas de cáncer estarán lo suficiente falseadas para que no se sepa nada a medio plazo... ¿no os habéis fijado en la gran cantidad de personas que fallecen con 66-67 años, la edad de jubilación instaurada por el PSOE en el 2010? ¡Qué casualidad!, ¿verdad? Revisad las lápidas de los cementerios.

Así pues, lo siguiente es que esas empresas transgénicas buscan usar de ariete contra la Naturaleza, contra el sentido común, contra la alimentación y contra la biología, y contra la ecología, contra la oposición de la población europea, la plantación de millones de hectáreas transgénicas ucranianas, para penetrar en el mercado europeo:

el acuerdo entre Kiev y la UE detectaremos que en el artículo 404 dedicado a la agricultura se compromete a las dos partes a cooperar para «extender el uso de biotecnologías» en el país. Si hasta ahora Ucrania no aceptaba la producción de alimentos genéticamente modificados, con este pacto se puede ver obligada a hacerlo. Y las Monsanto, Dupont o Syngenta obtendrán de esas tierras fértiles lo que anhelaban: ampliar sus cultivos transgénicos para desde ahí y con las barreras comerciales desmanteladas alcanzar el gran mercado en Europa que tanto les está costando conseguir.

Ya sé que eso importa poco, catalanes, españoles, que odían todo lo que tiene que ver con la ecología y el medio ambiente porque sospechan que eso afecta a tener algún día un FerrariTestarrossa... pero había que decirlo.

Ya sabemos que la guerra de Ucrania la ganan los malos. Y la perdemos los demás.