20110131

Escobar C1: los mayores ven los dibujos

Data Estel·lar metamorfoseada 20110131

No sé si he puesto alguna vez esta portada.

Es de la revista Zipi y Zape, número 196.

De hacia 1976, cuando daban la Heidi por primera vez. Era en TVE-1. En la mayoría de sitios ni siquiera se pillaba TVE-2, que era conocido como el UHF o uhacheefe, porque emitía por la banda UHF, mientras que el primer canal lo hacía por la VHF, y así fue hasta finales de los años 90 cuando menos: todos los canales emitían por UHF, pero la primera se sintonizaba en la VHF, aunque al final también por la UHF, y yo me pregunto qué será de esos lugares enigmáticos tras la TDT.

El exitazo de la serie japonesa Heidi, junto a la de Marco, es para ponerse a temblar sobre la necesidad y el extraño placer que siente la gente de este país por ponerse a llorar ante la tele. Así, grandes éxitos de la tele han ido a unirse a grandes tragedias y miserias varias. Cada vez que sale llorando la brevona de la exexposa de un asesino de toros, o cada vez que sale una cantante sin voz soltando lágrimas, o cuando te sacan funerales, cuando la gente no va ni a los de sus familiares, el público se reencuentra con la Heidi japonesa, a su vez, tan cercana a aquellas parodias en dos viñetas que salian de los guiones de Escobar sobre la huerfanita y el conde malvado, basada en culebrones radiofónicos y en folletines por entregas de varios años antes.

Pero... ¿quién convierte algo en un éxito? ¿Acaso es sólo su público objetivo? ¿Tienen los niños, y antiguamente, tenían los mismos, tanto poder?

Según esta portada, no: los primeros que ven esas cosas son los padres y madres, los mayores, los que dictan la pauta. Así, fenómenos como Bob Esponja y tantos otros tienen esa dualidad de público. Uno es su público objetivo y el otro legitima estúpidamente y le da coartada intelectual y escapista: "es bueno porque lo ven los mayores"... cuando eso es precisamente lo que lo hace sospechoso.


Atención: los mismos padres o los mismos mayorzotes que dicen esas pavadas como que "los niños de hoy en día ya no saben jugar" son los mismos que les dan la espalda para ver la tele y no echar una partida de parchís, porque ahí está el sacrosanto elemento que los tiene hipnotizados.


Esta portada me ratifica el refrán: de aquellos polvos estos lodos. Ya en 1976 sucedía o comenzaba a suceder lo que años después pasaría: la consagración de lo audiovisual frente a otros ocios, y esto se transmitió eficazmente de dilectos padres y madres a los báculos de su vejez.



Y a ver si me compro un scanner en condiciones de una vez.