Un cross-over es un palabro en inglés estadounidense que literalmente significa "cruce sobre". Me sirve: es un cruce sobre varias series o colecciones, en los tebeos, que es donde uno ha visto más veces y antes que en ningún otro sitio escrita la palabra, gracias a los correeros de Comics Forum, que publicaban tebeyos de Marvel.
Un cross-over es un cruce.
Sé que los megaconocedores del tema lo saben, pero si sólo escribiera lo que no saben los que lo saben no escribiría nada ni sería necesario que nadie más lo hiciera o lo expresara oral o mímicamente.
En los primeros tiempos de la Editorial Bruguera de la postguerra civil (pues tuvo una larga etapa de preguerra), la revista Pulgarcito desarrolló a los personajes que luego serían tan conocidos (Zipi y Zape, Las Hermanas Gilda, etc.) pero además dio cabida a historietas con personajes invitadosde otras series. Carpanta podía aparecer en Las Hermanas Gilda. Incluso medio se institucionalizó la historieta de doble título: Gordito Relleno con Don Berrinche, por un poner. Un personaje trozo de pan (de payés) con uno más malo que la tiña.
Curiosamente, esto se acabó con la llegada de la periodicidad permitida hacia 1951. Desde 1945 hasta 1951, había que pedir un permiso para cada número y se cambiaba el título. Se puede reseguir qué revista es anterior y posterior, por el número colocado en la contraportada. Sospecho que hicieron la vista gorda, cada vez más desde finales de los años 40, aunque formalmente la numeración, por tanto, periodicidad (un "por tanto" algo raro) se establece desde principios de los años 50.
Pero seguramente lo que se había acabado era la falta de compañerismo. Los jefecillos de Bruguera, los hermanos B y Rafael González, su director editorial, tuvieron la nefasta idea, pero tan típica de una empresa catalana o española, de impedir que los trabajadores congraciaran entre ellos, así que les obligaron a que dejaran de rondar por la redacción, con gran chasco por parte de alguno de ellos que habían ayudado mucho en la redacción, fuera a hacer trabajos de oficina y no meramente hacer guiones o dibujos.
Moraleja: no ayudes a una empresa que no sea la tuya, porque el empresario tiene la suela más puntiaguda.
Los dibujantes se fueron a casa o a estudios, osea que fueron física y eográficamente deslocalizados (otro hito de gestión empresarial para Editorial Bruguera, que es un compendio de casos de gestión empresarial pionera). E iban a la editorial a entregar trabajos y a cobrar.
Progresivamente, los dibujantes originales vieron cómo la Editorial Bruguera se quedaba con todo: los nombres y físico de los personajes -las marcas registradas en el Registro de la Propiedad Industrial-, las ideas, se imponía la censura interna y se inducía a la auto-censura... las páginas se hacían más aburridas...
Todo eso lleva a finales de los años 50 a la creación del Tio Vivo, por parte de ese primer grupo de dibujantes: Escobar, Peñarroya, Conti, Giner...
Pero ya antes había conllevado el final de los crossovers: cada personaje lo hará su dibujante, y nada de homenajes. Y además, cada dibujante se dedicará a historietas autoconclusivas con escasas referencias a otros de sus personajes.
En definitiva, en Bruguera optaron por ir hacia el adocenamiento, y hacia el aburrimiento. Ciertamente un aburrimiento menor que el de otras opciones de la época o posteriores, pero sí que era aburrimiento si vemos que un lector ya nunca más se encontraría con una historieta donde ¡oh, sorpresa! se encontrara con personajes de otras series. Al revés que en los tebeos de Disney de la época y posteriores, con grandes planteles de personajes siempre dispuestos a aparecer para dotar de colorido a la historieta, o al revés de la tendencia que DC marcará desde los años finales-50 o Marvel desde 1961. En fin, otra ocasión perdida. Y van...
Aquí tenemos la p2 del Pulgarcito 99. Aparecen no menos de cuatro personajes: Heliodoro Hipotenuso (de Vázquez), Gordito Relleno (de Peñarroya)... y dos más que os dejo para que los adivinéis.
Por lo visto fue Manuel Vázquez el que más usó esta técnica. Ya en sus primeros tiempos tenía esa capacidad soberbia de crear diversión con un trozo de papel y una pluma entintada.
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