20171014

Julio Verne decepcionante en La Invasión del mar

Data Estel·lar bassals Divendres 20171013

Generalmente, sé que un libro de Julio Verne al que llamaremos por su nombre oficial Jules Verne es algo del que sé lo que me puedo esperar: una mezcla de explicaciones geográficas, personajes bien contados, algo de humor y, a veces, lo de la ciencia ficción o la ciencia divulgativa...


Así que ha sido una novedad encontrarme con la decepcionante novla  La Invasión del mar que, fecha en 1905, tiene un título que nos lo anticipa todo y un contenido que no nos ofrece apenas nada.

Ciertamente me costó 1€ en la colección azul de Ediciones Orbis, s.a. de Barcelona, año 1988, a la sazón la mejor y más completa edición de este autor.

Me consta que existe otra de Emilio Salgari, de tapas verdes, pero de la que solamente he visto unos 5 números: uno que tengo y los demás que me ha parecido ver dispersos como las bolas de dragón.

Por un euro, ¿qué voy a pedir? Bueno, es un saldo. Pido lo mismo que si el precio fuera lo que valía nuevo... el estado es excelente, eso no se ha leído, ni una arruga, ni una mancha, huele a nuevo....pido una historia sobre un maremoto que repliega el Atlántico, se abren tierras, y diferentes países ribereños intentan hacerse con las nuevas riquezas exsubmarinas, para encontrarse con que la fertilidad de los suelos ha hecho crecer grandes bosques en pocos meses...

Si es muy fácil...


... pues no, se emperra Verne en llenar de agua una extensa zona entre Túnez y Argelia, de crear el mar del Sahara según projecto que sí que existía, porque Verne es así, y se basa siempre que puede en datos reales, el del capitán del estado mayor Roudaire del año 1874...  página 51. El proyecto se estudia de esa manera que se hacían las cosas en siglo XIX, y Verne da muchos detalles técnicos, de números, pero no se llevó a cabo...aunque parece como sí que se hubieran iniciado ciertos trabajos, ciertos rebajes del terreno.

Y ahí tenemos el primer atasco: no corresponde con mi idea de lo que tenía que ser el libro.
El segundo atasco es que ha necesitado 51 páginas para contarnos de qué va el libro...

¿Y qué ha pasado antes? Pues nos ha contado cuatro cosas de Argelia, del Sahara, de los chotts o depresiones salinas, y un poco de los tuareg (a los que denominan "tuaregs" y no quiero yo ver a Javier Nart enfadado porque el plural de targi, por más que los incultos, ignorantes y supremacistas de FundéuBBVA o de la RAE digan otra cosa)

Así, en p174 habla de la "hermosa presencia, fisonomía grave, actitud orgullosa, marcha lenta, llena de dignidad" de los hombres tuareg. De que llevan un anillo de serpentina verde que "daba mucho vigor a su brazo derecho". Visten con camisa blanca y azul de origen sudanés (la "gandura" del Sudán) y se tapan cabeza con un pañuelo en forma de turbante y un velo para la boca.

Las mujeres tienen ojos azules, cejas espesas, largas pestañas...

Tienen gran influencia los ifguna: vendedores de amuletos.
No lloran por sus muertos por temor a que se resuciten

Si os parece apresurado, así es como se cuenta entre la página 174 y 175. El escritor se ve obligado a contar su apartado cultural: vestimenta, aspecto y ocupaciones de los habitantes, así como el paisaje. Lo que ha realizado tantas veces de forma amena, aquí es un copipego de algún diccionario enciclopédico.

Habla de los chotts (llanuras salinas o de lagos salados) y de los tells (colinas) y de un lago Monzaleth que estaría en Egipto y que se habría llenado de agua pero que no encuentro más que con referencia a esta novela.

Al fin y al cabo, el libro no comienza mal: la huida de unos presos políticos tuareg... y como uno recuerda al Capitán Nemo piensa que será una historia descolonizadora... puesto que él usaba el oro obtenido en sus incursiones submarinas por pecios naufragados para ayudar a los pueblos oprimidos. ¿Le leyeron la cartilla pero bien a Jules Verne?

Cuando luego salen los militares coloniales franceses, a los que se les intenta dotar de manera vaga de rasgos cómicos pero valientes, uno piensa que se encontrarán ambos grupos, los tuareg y los franceses obligados a compartir ayudas para hacer frente a los peligros del desierto convertido en un mar indomable puesto que las aguas están entrando en modo película de catástrofes...

Salen un perro y un caballo a los que Verne no logra dotar de características aceptables para hacerlos inolvidables. Que si son amigos, que si son inseparables... es como si Jules Verne estuviera desganado. Es meritorio que, ¿por primera vez en la literatura popular? saque a animales pre-humanizados, como tantos perros y tantos caballos y tantos lo que sea que ayudarán a los humanos en el siglo XX, desde Milú hasta Lassie o Rex o... pero es insuficiente. No les insufla del suficiente carisma.

Ni a los humanos tampoco.

En realidad, la historia no se sabe por qué derroteros toma, más allá de los puramente geográficos, y nos faltaria un mapa para seguirla bien.



Rápidamente, todo lo rápido que es que un libro de 240 páginas no haya comenzado hasta la 60, tenemos un libro de Verne que ha matado del todo al libertador Capitán Nemo. Los tuareg son malos y morirán porque se oponen al progreso... pero, ojo, es un progreso no exento de riesgos ecológicos, que puede afectar a los cultivos de dátiles, que altera o destruye la vida de los autóctonos, y todo esto no se lo calla Verne pero es incapaz de resistirse a la fase depredadora del capitalismo colonial con su optimismo impenitente: recorren Argelia, el Sahara, en un decir Abú, no pasan más calor ni más sudor del necesario y los tuareg huidos y los que los siguen no tienen más que un momento para ser ahogados por las olas del nuevo mar de manera inmisericorde. No se le puede perdonar a Jules Verne que la solución para acabar con la oposición políticas de los tuareg que han sido invadidos por los imperialistas franceses se la de ser aniquilados de forma genocida pero, con la excusa de "no he sido yo" sino que ha sido la naturaleza, porque esa naturaleza no es tal, sino una inmensa obra de ingeniería.

Realmente, Verne se pone del lado únicamente de los explotadores y no tiene ninguna empatía, más allá del primer o del segundo episodio, con los pueblos autóctonos ni con sus intereses políticos, sociales o culturales. La democracia no le ha llegado, eso es claro, por más que se haya pasado décadas desgatiñándose sobre lo bien que está América.

El mar interior del Sahara del colonialismo como forma superior del Capitalismo Julivernista.

No se cuenta con los habitantes de Argelia en absoluto para esta obra faraónica, ni siquiera teniendo en cuenta que es una novela, no fuera a ser que se les despertarse alguna conciencia de participación, colectiva y no de mente colonizada.

El optimismo julivernista va reduciendo los problemas: de 10 años para hacer las obras y llenar el espacio con agua del Mediterráneo que, por cierto, anegaría acuíferos de agua dulce, todo se dice, en sucesivos diálogos que puede ser en menos años, hasta que todo sucede en pocos días.

p160: Sin embargo, no nay que olvidar que la obra se calculó que duraría diez años en los comienzos del proyecto; aunque después de un detenido estudio del terreno, este período fue reducido a la mitad.
En p161, por cierto, aparece el dibujo de una grúa y una especie de vagón que parece el remolque de un camión, que nos ofrece un escenario muy moderno, muy del siglo XX avanzado más que del XIX.

Continuamente se habla de una ruta comercial marítima, por supuesto francesa, que evitaría que los tuareg robasen... no se plantea nunca que la flota o parte de la misma sea argelina o tuareg, o que participen del comercio en vez dedicarse a robar. La civilización francesa pasa por la supresión de esas tribus que molestan a los tribunos de la burguesía capitalista francesa.

p54: uno de los objetivos es aumentar la influencia francesa en África. Recordemos que los proyectos imperialistas pretendían, para cada potencia, unir los territorios entre dos mares, de norte a sur, de este a oeste... solamente lo conseguirán un poco los portugueses que estaban por allí desde el siglo XIV.

p65: ¿y cómo lo iban a atacar los tuaregs?... Era la ruina en breve plazo: la ruina de los hamâmma de los souafa, de los benizid, de los nememcha, de los omaghama, de todas las tribus que vivían de la piratería y del pillaje. 

Se comprenderá, pues, qué irritación sorda habíase producido entre estos africanos. Sus sacerdotes les excitaban a la rebelión. En más de una ocasión los obreros árabes empleados en las obras del canal fueron asaltados por las bandas sobreexcitadas , y fue necesario que las tropas argelinas los protegieran.

Nótese la maldad colonial: los argelinos matan a los argelinos (ataques terroristas, ¿os suena?) y son respondidos, no por tropas coloniales francesas, sino por tropas argelinas, y de nuevo argelinos matan a argelinos a mayor gloria del imperio francés y de la alta burguesía que gobierna desde París. Ellos hacen grandes negocios y los obreros y soldados argelinos pueden cobrar en plomo o lo justo para ir viviendo... pero no ser harán ricos, no.

Estos ataques se vuelven a contar en p138-139. Repite mucho las cosas porque no sabe con qué más rellenar, como si hiciera este blog, oiga, pero cobrando mucho y acrecentando su nombre.

p138: Estos indígenas, bereberes, o de origen beréber, ocupan el país del Icham, región comprendida enre el Tuat al norte, Timbuctú al sur, el Níger al oeste, yk el Fezzan al norte. Sus tribus son numerosas: arzschers, ahaggars, mahingas, thagimas; casi siempre en lucha con los árabes [que habían sido los invasores previos, cosa que nadie quiere recordar], y principalmente con los chambas argelinos, sus mayores enemigos.
 (...)p139 Varios centenares de nómadas, soliviantados por sus jefes, habíanse arrojado sobre los obreros en el momento que éstos se disponían a reanudar el trabajo. Conductores de caravanas, veían que su oficio peligraba con el proyecto del mar del Sahara, pues entonces sería la marina mercante la que hiciese todo el tráfico interior de Argelia y de Tunicia. 

Por tanto, ya no estamos ante bandidos del desierto sino ante comerciantes del desierto. En realidad, ese mar afecta a toda la forma de vida social y cultural, y no solamente económica, procede del exterior, no ha sido propuesto desde la comunidad afectada, ni es consultada ni incorporada.

Estamos ante una visión de los pueblos argelinos que nos recuerda mucho a las de los indios. ¿Estaba Verne creando un subgénero literario tipo el de las novelas del Oeste americano? No lo consiguió, si esa era la intención.

¿O era la visión que se tenía de los indígenas o de los autóctonos? Que se tenían que someter o que ser suprmidos y castigados.

Pasado el siglo XX, hemos visto que lo habitual ha sido mover poblaciones locales cuando se han hecho embalses o pantanos. Jesús Moncada lo explica en sus cuentos y novelas, Històries de la Mà Esquerra o Camí de Sirga... siempre hay algún pueblo del que solamente sobresale un campanario bajo el agua, y el nuevo son unos bloques feos de los años 1950 o 1960.

Pero eran casos aparentemente locales y con una justificación de un bienestar general, para la mayoría de la población, sea real o no.

En el caso del mar de Argelia es un caso de apropiación de Locke y Hume: de permitir robar grandes cantidades para acumular capital para una clase capitalista que necesita tener gente pobre a la que humillar, seguir robando y explotar. Lo de Rusia desde Boris Yeltsin y sus sucesores...

El ejemplo que más nos recuerda al caso novelesco y de proyecto real fallido del Roudaire, y que no es local es del embalse de las 3 Gargantas de China, con el desplazamiento forzado de un millón de habitantes de la zona.

Podemos poner ejemplos de comunidades indígenas acosadas, asesinadas y/o desplazadas en América del Sur de manera habitual, con proyectos que superan el ámbito local para tener un espacio superior.

Al margen de estar en desacuerdo con el planteamiento que Jules Verne da, de proteger los intereses coloniales frente a la población, es que además no existe ninguna historia, no tenemos nada más que una huida del tuareg Hadjar, una valiente y heroica huida si fuera un hombre blanco, inglés, francés, estadounidense o ruso como hemos visto en sus otras novelas, pero que aquí, conforme pasan las páginas, es un desastre que haya sucedido. Tampoco hay nada más que diálogos insulsos sobre metros cúbicos y sobre los años que se tardará en realizar el canal de agua entre los militares, el criado y el ingeniero. El perro tiene un papel importante de salvamento pero sus características no son desarrolladas, ni las del caballo, ni la supuesta amistad entre ambos, ni vemos ninguna incidencia, la que hay no llega ni a cómica, sobre el personaje que siempre se está afeitando cuidadosamente. Son un montón de elementos tirados sobre la novela sin más que nos hacen ver más la chunga ideología que apuntala la novela.

Aunque Jules Verne tienen en cuenta la oposición del pueblo tuareg, y los posibles cambios ecológicos que pueden ocasionar, entre ellos el cambio de las producciones agrícolas, el cambio de sabor de cultivos punteros como el del dátil (que sería menos competitivo con respecto al de otros sitios), el desplazamiento de poblaciones, o el cambio de hábitos por circunstancias sobrevenidas, todo eso no sirve para que tenga clemencia con los tuareg.
Nemo ha muerto y Verne se ha puesto claramente Ante la Bandera (novela de 1896), una que es injusta y cruel.