Data Estel·lar petitona Divendres 20130329
He aquí alguna imagen de lo que el coleccionable Petete sacó hacia 1983.
Siempre fue una sorpresa encontrarse con ¡lo que fuera!
El recurso a los regalos ha sido una constante en las revistas infantiles y juveniles desde los años 70, y en las destinadas al público adulto, como las revistas de moda y adelgazamientos (bolsitos, chancletas, muestras de colonia, vídeos, DVDs, y otras cosas prácticas que no sirven para nada) desde finales de los 80 y a partir de los 90... de igual modo que pasa con la competencia entre Colacao y Nesquick, parece que sus botes grandes sólo despiertan el interés del consumidor por el regalo que contengan y no por el sabor del producto.
A partir de los años 80, los propios lectores enviaban cartas a las revistas donde se pedían regalos, tan sencillos como pegatinas o posters a doble página. Casi nunca se satisfizo esta necesidad. Se puede decir que el éxito de la revista Tele-Indiscreta, de 1985 en adelante, fue precisamente saber que había mucho público ansioso por tener pegatinas o cromos o posters (los hacían dobles, uno por detrás y otro por delante de la misma doble página central). En realidad, no deja de ser publicidad. ¿Tan caro era publicar algo así? Y luego las sempiternas tapas, que a mí me molestan bastante, porque eso implica ir a encuadernar (osea, que igual te pierden o te destrozan el contenido o el precio final es más caro que si te compras la enciclopedia Espasa a tocateja).
La revista Petete, sin embargo, y como la maginoteca suele repetir, no tuvo empacho en sacar álbums de cromos, o elementos con la etiqueta "colección revista Petete" por doquier. Al final, páginas y páginas de la revistas eran como colecciones separadas, separables, recortables o encuadernables por libre... posters o atlas o esquemas o ilustraciones con o sin texto que ocupaban una página o una doble página central o o una separata... o suplementos en bitono blanco+negro+color carne en papel un poco recio, seguramente más barato pero ¡era un regalo!
A partir de los años 90, pudimos ver revistas de Disney, de vídeojuegos o vinculadas a programas contenedor de dibujos animados -Megatrix, Club Super3- donde los regalos eran invariablemente cosas de la tele, vídeos o DVDs o productos de mercadeo de alguna cosa que convenía poner de moda para que la gente fuera a ver la última peli de Disney o algo así. Tendría su éxito, no lo voy a dudar, pero es muy pobre. Tanto que me compré una revista ya por el año 2002 con un vídeojuego del Capitán Trueno... no funcionaba en Windows XP, osea, que vendían algo estropeado, inútil. Gracias, Ediciones B-Grupo Zeta y a los comerciales que llevan esos temas. No fue un caso único.
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Para mí eso es pobre, sin imaginación ni interés, por repetitivo. El negociete rápido para fabricar consumidores tontos. Lo consiguieron. Sí, señor. Tan tontos que luego cayeron en la trampa de las hipotecas y demás, y en las de los mensajes de los móviles que te cobraban sin poder darte de baja. Buen trabajo, ultracapitalistas de las revistas infantiles, juveniles y de vídeojuegos de los años 90 y 00.
En la revista Petete, por contra, se habian exprimido la cabeza, cosa que está muy mal vista en España pero es que esto venía de Argentina, para ofrecer regalos ingeniosos.
Un ejemplo de todo ello es la particular Minibiblioteca de la Literatura Universal, impresa por la histórica Mateu Cromo, de Madrid.
83 milímetros de altura por 63 de anchura, un grosor de 4 milímetros, 30 páginas de novela resumida más las tapas de cartón amarillo por dentro y color por fuera, por tanto un total de 34 páginas, con ilustraciones de Juan Arancho en el interior y de Leandro Searego en las portadas... estamos ante toda un colección que te cabe entera en una mano, o en dos, puesto que hubo dos tandas.
La primera tanda de la colección comienza con Colmillo Blanco y con La Llamada de la Selva en su siguiente remesa. No parece una casualidad. Nótese la similitud de ambas portadas (o de ambas contraportadas, con el trineo).
Hemos puesto la contraportada dela novela de Paul Feval, El Jorobado o Enrique de Lagardère (hoy una empresa francesa de defensa y telecomunicaciones... osea, un eje del entramado del imperio francés).
Lo interesante es esa especie de humo o niebla (de lejos lo parece) pero que el resto de la pegatina plástica y translúcida con la que el librito estaba pegado a la portada, cosa que traía el accidente de romper parte del dibujo de liibrito o, más frecuentemente, de la portada, y siempre de dejar el pegamento en la portada. Es el aspecto negativo de la colección, y no sucedió apenas nunca más, pero uno quería que se acabara de una vez la cole para que no se rompieran más portadas.
En otra ocasión a ver si me acuerdo de colocar los títulos publicados.
La idea me recuerda mucho a la Colección Historias Infantil de Editorial Bruguera, de unos 13cm de altura y tapa dura, que surge en los 70 y resurge hacia 1984. La Minibiblioteca es mucho más pequeña. Por otro lado, a principios de los 00 se publicó un coleccionable de kiosko bastante caro con facsímiles deminicuentos de Calleja. No me extrañaría que la Minibiblioteca se basara en la antigua colección de inicios del siglo XX, la de Saturnino Calleja, que sería conocido por la frase popular "tener más cuento que Calleja". Vale, otra frase ignorada porque no contiene ninguna palabra malsonante.
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