Seguramente tendríamos que estar dedicándonos a tareas importantes pero tanto el hecho de desconocerlas como el de haber abierto el Pulgarcito 2209 con fecha 19730910, nos ha hecho irnos por otro camino.
Veo que Google, esa empresa que, pobrecita, tiene pérdidas en España, porque apenas nadie entra en su buscador, correo electrónico ni otros servicios, lamentablemente deficitarios, ha puesto este dibujiño sobre los 100 años del Tour de France:
A estos dibujiños que alteran el logo de la empresa, talmente como el de la revista Mortadelo en Bruguera, copiado por otras revistas posteriores, se les llama Doodle, como cierta cosa puesta de moda durante el 2013 para componer citas colectivas de manera telemática. "Se les llama"... lo llaman ellos, porque para la maginoteca son "dibujiños".
100 años del Tour de Francia (cien ediciones, aunque se concibe hacia 1903; las guerras mundiales impidieron la realización de algunas convocatorias) nos coloca en un momento importante: la era de los deportes, asociada al culto al cuerpo, a la existencia de un ocio burgués ajeno a la cultura del trabajo pero hipócritamente vinculado a la cultura del esfuerzo, y fácticamente vinculado a la conquista del planeta por parte de la raza blanca europea (los mares, los polos, las montañas sólo son descubiertas y conquistadas por el hombre cuando éste es occidental), de cultura anglosajona, de economía industrial, de ideología capitalista, de cultura antropológica patriarcal, de raíz judeocristiana, y basada en presupuestos de cuatro zanganicos de la antigua Grecia, gente que tampoco trabajaban porque no eran los esclavos, la era de los deportes, sí, ya tiene plenamente un siglo de vida. La Era Moderna, la Era Industrial, el Fordismo, el Capitalismo de las grandes empresas que permite que los vástagos de sus grandes accionistas o ellos mismos dispongan de demasiado tiempo llibre para complotar o para jugar mientras exigen a los demás que trabajen, ya no es tan moderna por contraposición a lo antiguo. Ya está establecida, con sus templos en forma de estadios ansiados por alcaldes-constructores, patrocinados y desgravados fiscalmente por marcas comerciales, subvencionados por Estados y en funcionamiento en momentos que el poder establecido considera peligrosos: partidos de fútbol el 1 de Mayo por si acaso y cosas así.
El Tour de France es el mayor acontecimiento turístico del mundo. Se recorre toda Francia cada día durante semanas con apariciones en la radio, la prensa y, sobretodo, la televisión. Se mencionan sin parar los nombres de pueblos de una calle, establecidos entre sus paisajes campestres -la herencia de la Revolución liberal Francesa fue una reforma agraria de pequeños o medianos propietarios frente a los latifundios españoles o los openfields británicos-. Monumentos y edificios que parecen majos pasan por encima de los ciclistas continuamente para que el teleespectador considere que es un buen sitio para hacer turismo.
El turismo es otra baza de la cultura del ocio creada por la burguesía ociosa -la parte ociosa entre las denominadas capas productivas- y luego extendida por la cultura de masas y las políticas fiscales keynesianas, es decir, el capitalismo de demanda, hacia una mayoría de la población de los países del Norte (Europa, Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia).
Tampoco el turismo es nuevo ya. Podríamos decir que "pese a que" la mayoría de la gente lleva viajando o yéndose de viaje o "escapaditas" (puaj, qué asco de palabro) desde que se cayeron las Torres Gemelas (20010911... ¿golpe de Estado o terrorismo islamista?), cuando dijeron que lo de los aviones provocaria una caída en los viajes... y fue lo contrario. Cuando subió el precio del petróleo por la reactivación de la OPEP gracias al líder Hugo Chávez, pero bajaron los pasajes de avión y surgieron las líneas aéreas de bajo coste (low-cost) y cuando pusieron más trabas al embarque de maletas (por el presunto peligro terrorista y para cobrar más por facturar) y cuando pusieorn más trabas al tránsito de personas, mediante visados o tarifas de acceso (cantidades de dinero mínimas pero cada vez más elevadas para estancias en tal o cual destino) para impedir la inmigración (denuncia y por tanto eliminación de convenios y tratados entre España y la mayoría de países iberoamericanos con los cuales no se sabe cuántos lazos de unión tenían... hasta que el lazo de unión era el salario) y para impedir, gran recurso y poca imaginación, el terrorismo. Evidentemente, no se consigue ningún objetivo. Cada vez hay más movimientro transmigrante, y los atentados suceden cuando el plan está bien planificado. Entre tanto, los turistas aumentan, sus viajes y también su huella ecológica. Pero de estos nuevos turistas pocos querrán voluntariamente recordar que ellos son los primeros de su familia extensa que han roto las fronteras. Lo ven como algo normal. Lo anormal es no haber efectado esos viajes. Dudo que la mente y conversaciones de muchos se planteen ni comprendan que hasta entrados los años 90 el turismo a otros países era algo minoritario y que ellos o sus familiares NO estaban en esa minoría.
El Tour de Francia, con los años, también se ha convertido, cómo no podía ser de otra cosa, desde el ascenso del turbocapitalismo, del ganar hoy y ahora, del vencedor de hoy es el vendedor de todo mañana, en la gran feria de la droga. El dopaje, osea, la droga a los deportistas, se ha convertdo, en uno de los atractivos de este tipo de festivales deportivos, entre los cuales el Tour es el máximo exponente. Un gran negocio, el de la venta de relojes, de yogures para estar sano, de bicicletas, de ropa, de marcas comerciales y bebidas de todo tipo, se fusiona con otro gran negocio, el de la droga y la farmacia occidental capitalista que palia enfermedades inexistentes en tanto no investiga enfermedades reales, porque unas son para ricos de países ricos y las otras son para pobres de países pobres.
Un siglo de cosas que antes no sucedían: deportes y turismo. Por tanto, el siglo del Tour de Francia es un acontecimiento tan relevante como para preguntarse por qué hay tan pocos tebeos sobre ciclismo. No los hay en países ciclistas o cicloturistas o o ciclocinéticos o ciclostilados como Países Bajos, Bélgica o Francia. Hay personajes que van en bicicleta ocasionalmente. Pero, si comparamos con el número de referencias automobilísticas, las bicicletas aparecen muy poco. Y menos como deporte. Nos queremos hacer pesados en relación con la marca de clase social, pero el automobilismo o las motos son de mayor categoría social -más caros- que el ciclismo. Pueden suceder las mismas cosas, la intensidad cinética y de movimiento en la bande dessinée puede ser la misma, e incluso el origen social de los deportistas casi nunca será de una banlieu y no lo es en el mundo real, pero viste, vende y les mola más el deporte con motor, pero cuya grasa no salpica al campeón, antes que el ciclismo.
En España tampoco hemos visto gran cosa sobre el ciclismo, salvo los vales de las bicicletas de Zipi y Zape que transmiten la idea de la dificultad real para muchos niños de conseguir el juguete o el producto que más ilusión les hacía. Es algo que, de nuevo, a partir de los años 90, giró como una tortilla, porque los niños comenzaron a tener todo tipo de cosas al peso: bicicletas de varios tipos, patines, patinetes ("skates"), complementos para rodillas, cascos, ropa, etc, al tiempo que, por supuesto, también los padres o los adolescentes los obtenían, olvidando -consumo para olvidar, diríase- que ni diez años antes, lo importante era que la bicicleta tuviera ruedas, sin importar tanto si era más nueva o más vieja, con trescientos cambios shimanos de memoria RAM o si era la que usaba un tío mío que sabía mucho (osea, que era una bicicleta que parecía de carreras porque igual el modelo era más antiguo). Bien que las cosas puedan mejorar en ciertos aspectos si no en todos (no fue en todos) pero mal que los implicados procedan a una operación de olvido individual, colectivo y hacia las siguientes generaciones.
Por todo ellos, choca encontrarse en las revistas Pulgarcito del verano de 1973, la época de las grandes rondas ciclistas: el Tour, la Vuelta, el Giro... en una época donde la tele o la radio tenían una presencia mayor porque cuando había toros eso era lo que había, y cuando había ciclismo... no sé qué digo si cuando dan fútbol todos los canales de tele digital se ponen de acuerdo para suprimir cualquier tipo de vidilla televisiva.
La presencia era mayor. No te podías escapar a jugar al ordenador o a ver otra vez el mismo episodio que ya te sabes de memoria de Phineas y Ferb (entonces las series las daban una vez por semana y sin reposición constante). Aunque no las vieras, se tenía que jugar a aquello, aparte de a indios o a polis y ladrones o a ... bueno, es que antes no todo era fútbol. Más aún: las niñas NO jugaban a fútbol. Oooooh.
Por tanto, encontrarse con esta historieta en esa época veraniega y ciclista debía de ser apoteósico.
De nuevo, repito: extrañamente, dentro de la extraña falta de historietas de género deportivo o futbolero, aún se echa más en falta la existencia de historietas ciclistas en Europa.
En este caso, es una historia biográfica en 44 páginas. Explica los éxitos deportivos del famoso campeón ciclista y su título es explícito: La vida fulgurante de Eddy Mercx. Se señala a Opera Mundi 1973 como dueña de los derechos aunque no aparece la (c) de copyright. La revista Pulgarcito no señala a sus autores.
La historia es algo sosa, a juzgar por las últimas cuatro páginas. Es un problema continuo en comics históricos o biográficos. El no quererse pasar en espectacularidad se traduce en viñetas vulgares, faltas de cinética y de continuidad. Cada viñeta es ajena a la contigua. Son viñetas sin que sea verdaderamente comic. Es la misma crítica que frecuentemente se puede achacar a las Joyas Literarias Juveniles. Ahí se piensa que es por la exagerada condensación en 30 páginas (¿por qué nunca 44 o 62?) de novelones de cientos de ellas. Pero aquí, en Eddy Merckx... ¿por qué tendría que ser así?
El original francés se titula Les Fabuloux Exploit d'Eddy Mercx. También fue publicado en 1973 el álbum, osea, a la vez que en Bruguera, lo que sugiere una gran rapidez de la editorial barcelonesa o incluso una produccion en común, cosa que uno piensa por la similitud con el éxito de las Joyas Literarias Juveniles. Es publicado como una de ellas, inclusive, en la misma revista donde son habituales.
Del mismo enlace de la bedetheque, copiamos la ficha técnica, en la cual sí se citan a los autores
- Duval, Yves
- Lippens, Christian. Resulta que partició en Hijo Caído: La Muerte del Capitán América (2008)... y yo que hace años que pienso que falta cinética en Marvel. Y la serie de Michel Vaillant, donde su trabajo es pelín mejor o es que las aventuras que hemos leído son de otro dibujante.
-
quadrichromie
- 01/1973
- de 5 à 10 euros
- Arts & Voyages Gamma
- Bandes Dessinées Vidéo
- Format normal
- 44
La imagen, aunque no prometo nada sobre la calidad porque se ve que en Telefónica ni en ningún ministerio o conselleria se han enterado de que ya se ha inventado el teléfono.